NO LO PUEDE CREER. Federico Murillo recibió la tarjeta roja y dejó al "Santo" con diez jugadores. Foto de Ariel Carreras/ESPECIAL PARA LA GACETA.
En los últimos años, el “Santo” transitó un camino tan ambicioso como desgastante. En los momentos límite, el equipo volvió a fallar y los procesos se repitieron con desenlaces similares: buenas campañas, ilusión colectiva y frustraciones cuando más se necesitaba templanza. San Martín cambió entrenadores, planteles y estrategias, pero no logró romper el círculo de los tropiezos decisivos. En caso de que se convoque a elecciones, la actual comisión directiva concluirá una etapa que no pudo coronarse con el ascenso, el pedido principal del hincha más allá de una consolidación del club en lo institucional y económico.
Todo comenzó en 2021, todavía bajo la presidencia de Roberto Sagra, cuando el “Santo” buscaba revancha después del torneo cancelado por la pandemia, aquel que lideraba y cuyo reclamo llegó hasta el TAS. En el torneo de Transición, el equipo empató con Atlanta y fue eliminado por penales, una herida que marcó el cierre de esa gestión. Poco después, los socios eligieron a Rubén Moisello como nuevo presidente y comenzó una etapa de reconstrucción deportiva.
La primera prueba fuerte de su mandato llegó ese mismo año: bajo la conducción de Pablo De Muner, San Martín enfrentó a Ferro en una llave de ida y vuelta. Cayó en La Ciudadela y ganó en Caballito, pero no le alcanzó por diferencia de gol. Fue la primera señal de un patrón que se repetiría: cuando la serie exigía equilibrio emocional, el equipo se desordenaba.
En 2022, el “Santo” volvió a quedar expuesto. Con ventaja deportiva y el aliento de su gente, fue goleado 0-3 por Defensores de Belgrano en La Ciudadela. Esa noche, entre silbidos y frustración, el ciclo de De Muner llegó a su fin. La dirigencia apostó entonces para la temporada entrante por Iván Delfino, con la idea de darle continuidad a un plan más sólido, pero su etapa se desmoronó en apenas unos meses, tras la caída con CADU en Buenos Aires.
Lo reemplazó de forma interina Alexis Ferrero, acompañado por Ariel Martos, hasta que arribó Pablo Frontini. Con él, San Martín volvió a competir arriba, aunque el resultado fue el mismo: eliminación frente a Deportivo Riestra en 2023 y otra vez el sueño postergado.
A fines de ese año, Moisello buscó un giro y contrató a Diego Flores, el “Traductor” que había trabajado junto a Marcelo Bielsa.
Su llegada revitalizó el ánimo y durante gran parte de 2024 el equipo mostró su mejor versión. En medio de esa racha positiva, el dirigente fue reelecto en junio de 2024, mientras San Martín lideraba la Primera Nacional. Todo indicaba que el ascenso estaba al alcance, con una campaña formidable de 81 puntos.
Aquella temporada dejó señales de esperanza: el equipo superó a San Martín de San Juan en La Ciudadela en un duelo directo por el liderazgo y eliminó a San Telmo en los cuartos del Reducido, exhibiendo carácter en los cruces decisivos. Pero el desenlace volvió a ser cruel: luego de la caída en Rosario, se derrumbó el sueño.
Derrota del “Santo” frente a Gimnasia de Mendoza, 1-0 en La Ciudadela tras el empate en Cuyo.
Por ese golpe, Flores se fue y la CD le confió el equipo a Ariel Martos, un hombre de la casa que intentó sostener el proyecto desde la identidad.
Los resultados fueron alentadores, pero el desgaste en los hinchas por un 2024 para el olvido, evidente. La caída frente a Gimnasia y Tiro en Salta y los hechos violentos que la rodearon precipitaron su salida.
El cierre de la actual temporada encontró a Mariano Campodónico en el banco, intentando rescatar un plantel que había perdido confianza.
Pero la historia volvió a repetirse: empate sin goles frente a Deportivo Morón, expulsión temprana y eliminación en el Reducido. Hubo actitud, pero no eficacia ni calma para resolver.
Un futuro por construirse
La gestión de Moisello deja un club ordenado, con obras y equilibrio financiero, pero sin la coronación deportiva que todos esperaban.
El desafío para el próximo ciclo será romper el patrón de errores: elegir un cuerpo técnico con respaldo, sostener una identidad y dejar de empezar de cero cada temporada.
San Martín ya demostró que puede competir; lo que le falta es cerrar los partidos que cambian la historia. Si logra aprender de sus propias caídas, el “Santo” podrá transformar la frustración en impulso y convertir, por fin, la espera en ascenso.






