El error que condujo a San Martín a un nuevo fracaso en la Primera Nacional

Ariel Martos llevaba al equipo primero en la zona; sin embargo, lo cambiaron por Mariano Campodónico, un entrenador que demostró no estar a la altura del desafío.

INVOLUCIÓN. Desde la llegada de Campodónico San Martín se derrumbó: cayó en las posiciones y fue eliminado en el primer cruce. INVOLUCIÓN. Desde la llegada de Campodónico San Martín se derrumbó: cayó en las posiciones y fue eliminado en el primer cruce.

Hay decisiones que no se entienden ni con el diario del lunes ni con la calculadora en la mano. Y lo que hicieron esta temporada en San Martín es una de ellas. Sacarle el cargo a Ariel Martos cuando el equipo iba primero fue una jugada tan apresurada como contraproducente. Y el tiempo, como siempre, terminó dictando sentencia. El cambio de rumbo fue un golpe de timón directo al iceberg que hizo añicos el sueño de los hinchas “santos”.

Martos había logrado que un plantel corto, armado a contrarreloj y sin grandes nombres, fuera competitivo. Su San Martín no deslumbraba, pero sumaba, peleaba y sostenía la ilusión. Hizo mucho con poco, gestionando un grupo limitado y una pretemporada que empezó demasiado tarde, cuando todos los equipos ya estaban armados.

Y en un torneo largo, eso tiene mérito. Pero la CD, impaciente y confundida, creyó ver una oportunidad de “salto de calidad” y decidió reemplazarlo por Mariano Campodónico, un técnico sin trayectoria y con antecedentes poco alentadores (en todos los clubes su eficacia fue pobre, y su All Boys había estado al borde del descenso y mejoró justo cuando él se fue).

En San Martín, los números volvieron a ser implacables. Campodónico dirigió 11 partidos: ganó dos, empató cinco y perdió cuatro. Un registro que explica, sin adornos, el derrumbe de un equipo que pasó de liderar la zona a despedirse entre la frustración y la bronca.

Cambiar de DT no es un pecado. Puede ser necesario, incluso saludable, cuando el ciclo está agotado o el grupo ya no responde. Pero si se toma una decisión así, el reemplazo debe ser superador. No se puede entregarle el timón a alguien sin pergaminos ni ideas claras. San Martín lo hizo, y lo pagó carísimo.

El resultado fue letal: otra eliminación, tres meses y medio sin jugar y un nuevo golpe a la ilusión de los hinchas. El futuro exige barajar y dar de nuevo. Con seriedad, con ambición y, sobre todo, con sentido común. Porque los errores se pueden perdonar, pero repetirlos sería imperdonable.

Comentarios