El Centro Cívico del despilfarro

Proyectos urbanos que pasaron al olvido (Capítulo 4). Se contrató en 2016 al prestigioso estudio de César Pelli para descentralizar la administración y, pese a que se gastaron casi nueve millones de dólares, no se llegó a colocar ni un solo ladrillo.

LA MAQUETA DE LO QUE NO FUE. El Centro Cívico fue proyectado para ser levantado a la vera de la ruta 9, en Los Pocitos. LA MAQUETA DE LO QUE NO FUE. El Centro Cívico fue proyectado para ser levantado a la vera de la ruta 9, en Los Pocitos.

Con la idea de descentralizar al Poder Ejecutivo y gran parte de la administración pública provincial para descomprimir al colapsado micro y macro centro de la capital, durante el gobierno de Julio Miranda surgió la idea de construir un Centro Cívico en las afueras de la ciudad.

La crisis de 2001 sepultó el plan y para su sucesor, José Alperovich, esta obra nunca tuvo un atractivo inmobiliario, por el contrario, durante su administración el desarrollo inmobiliario se concentró en los barrios privados en el oeste y en los sectores más densamente poblados (Barrio Norte y Barrio Sur), con lo que el caos se agravó, en cuanto a tránsito y transporte público, servicios insuficientes, calles detonadas, agua y cloacas colapsadas, etcétera.

Anteproyecto y expropiación

Imitando a su par Roberto Romero, padre de su sucesor Juan Carlos, quien trasladó en 1987 gran parte de la administración pública al Centro Cívico Grand Bourg, en las afueras de la capital salteña, Juan Manzur reflotó la idea en 2016 y contrató al estudio del reconocido arquitecto tucumano César Pelli (1926-2019) para elaborar la obra (Pelli Clarke Pelli Architects), y se pagaron 2,4 millones de dólares por el anteproyecto y 43 millones de pesos en la expropiación de 17,5 hectáreas (3 millones de dólares en 2016), a la vera de la ruta 9, en Los Pocitos. Y otros 3,4 millones de dólares ($47 millones) en obras complementarias (cerca perimetral, electricidad, ingeniería contra incendios, paisajismo, control hídrico, etcétera). Todo quedó en la nada, excepto el derroche de casi 9 millones de dólares del erario público.

En varias administraciones municipales, otros actores propusieron ideas menos demagógicas y ambiciosas y más económicas, como trasladar las reparticiones públicas a barrios más periféricos, como Ciudadela, Villa Luján, Don Bosco o Villa 9 de Julio, mediante la permuta de las costosas propiedades céntricas del Estado, y de paso desarrollar económica, social y residencialmente a sectores más postergados. Estas ideas tampoco avanzaron.

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