Por Federico Lix Klett - Fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.
Amigo lector, juguemos. Agarrá la máquina del tiempo de tu capocha y viajá al año 1490. Ahora, intentá explicarle a un tipo de esa época, un tal Cristóbal Colón, que su plan de buscar las Indias por el oeste terminará "descubriendo" un continente, pero que 500 años después será juzgado bajo las reglas morales de una sociedad que él ni siquiera puede imaginar. Colón, probablemente, te miraría como si estuvieras “crazy Macaya”.
Ahora, hagamos el viaje inverso. Tratemos de imaginar el mundo en 2050. ¿Democracia? ¿Capitalismo? ¿Trabajo de 9 a 18? ¿Plata? ¿Enfermedades? Lo más probable es que nuestras predicciones sean tan erradas como las de Colón intentando entender qué cornos es un tweet.
Y acá está el nudo de lo que quiero desarmar juntos en esta nueva serie de crónicas del “Futuro no tan futuro”: estamos cometiendo un error monumental. Le llamo el "revisionismo histórico hacia el futuro". Es la tendencia, casi instintiva, a juzgar y proyectar el mañana con las herramientas, los valores y las reglas de hoy. Estamos mirando el futuro por un espejo retrovisor roto, que no solo distorsiona la imagen, sino que nos hace creer que el camino que viene es igual al que ya pasamos.
El presentismo: un atajo de la vagancia intelectual
Los historiadores tienen una palabra para esto cuando miramos al pasado: "presentismo". El gran historiador David Hackett Fischer lo define como la falacia de interpretar el pasado con los valores del presente. Es pedirle a Thomas Jefferson, que escribió sobre la libertad mientras tenía esclavos, que pensara con la cabeza de un activista de derechos civiles. Es una injusticia histórica, un anacronismo.
Pero lo que no vemos es que estamos aplicando el mismo anacronismo al futuro. Y es mucho más peligroso. ¿Por qué caemos en esta trampa? La respuesta es simple y un poco incómoda: por vagancia intelectual. ¡No te me enojes che! No te vayas y dejame explicarte. No seas “cristal”, je.
Pensar el futuro, un futuro radicalmente distinto, consume una energía brutal. Requiere que activemos esos dos músculos que tenemos medio atrofiados: el pensamiento analítico y el pensamiento crítico. Es mucho más fácil y cómodo agarrar nuestras ideas de siempre (la democracia es el único sistema, el trabajo dignifica, etc.) y simplemente extrapolarlas, "pintarles un poco de cromo" y llamarlas "futuro".
Como nos advertía el pensador Nassim Nicholas Taleb en "El Cisne Negro", estamos ciegos a las grandes rupturas, a esos eventos impredecibles que realmente cambian la historia, porque nuestra mente está programada para ver solo las continuidades del pasado.
Las reglas de un juego que ya no existe
"No hay ninguna razón para que un individuo tenga una computadora en su casa", dijo Ken Olsen, fundador de uno de los gigantes de la computación, en 1977. "No hay ninguna posibilidad de que el iPhone vaya a obtener una cuota de mercado significativa", sentenció Steve Ballmer, CEO de Microsoft, en 2007.
No eran tontos. Eran genios que estaban mirando el futuro con las reglas del presente. Estaban intentando jugar al ajedrez con las reglas del truco.
Hoy, hacemos lo mismo. Discutimos si la IA va a reemplazar a los hoteleros, y mis amigos del rubro me dicen: "Fede, falta mucho para eso. Nos gusta la piel, la empatía". ¡Y tienen razón! Pero están pensando en un robot haciendo el check-in, sin ver que quizás en 20 años el concepto mismo de "hotel" o "viaje" sea completamente distinto.
Esta nueva era, la Era de la Humanidad Aumentada (EHA), no es una simple actualización de software. Es un cambio de sistema operativo para la especie humana. Y las reglas del nuevo sistema todavía no están escritas.
Las preguntas que abren el juego
Por eso, en las próximas semanas, vamos a usar estas crónicas no para predecir, sino para preguntar. Para animarnos a pensar el futuro con nuevas reglas.
- ¿Qué pasará con la política y la sociedad? ¿Tendrá sentido la democracia en una era donde un algoritmo podría gestionar los recursos de forma más justa y eficiente que cualquier político? ¿O es ese el camino a la tiranía perfecta?
- ¿Y la economía? ¿Qué valor tendrá el dinero si podemos "imprimir" zapatillas y hasta la cena en casa? ¿El nuevo lujo será lo artesanal, lo imperfecto, lo "Not-AI"?
- ¿Y la ciencia? Ya no tenemos solo la física de Newton o Einstein. Estamos entrando en la era cuántica, y eso cambia nuestra comprensión de la realidad misma.
El viaje recién empieza. Y la primera tarea es reconocer que nuestro espejo retrovisor está roto. Para mirar el futuro, vamos a tener que aprender a girar la cabeza.
Acompañame en este lío. La idea es que pensemos juntos en el foro de LA GACETA o que me mandes tus ideas. Porque la única forma de no ser arrastrados por el futuro es empezar a construirlo.






