Recuerdos fotográficos: 1961-1997. El lago San Miguel y el glamour de su confitería

En este espacio de “Recuerdos” LA GACETA busca revivir el pasado a través de imágenes que se encuentran guardadas en ese tesoro que es el Archivo de LA GACETA. Esperamos que a ustedes, lectores, los haga reencontrarse con el pasado y que puedan retroalimentar con sus propios recuerdos esta nueva sección.

Recuerdos fotográficos: 1961-1997. El lago San Miguel y el glamour de su confitería
Por Roberto Delgado y Jorge Olmos Sgrosso 08 Octubre 2025

El cartel de bienvenida invitaba a recorrer ese lugar pensado para la fiesta y el bienestar que había pensado el gobernador Celestino Gelsi en 1961, cuando se inauguró el lago San Miguel.

La confitería vidriada y con su techo hiperbólico se consolidó en julio de 1966, para el sesquicentenario de la Independencia, aunque no hubo ostentosa fiesta de apertura, acaso porque pocos días antes había tenido lugar el golpe de estado de Onganía que había desplazado al gobierno de Arturo Umberto Illia.

El 15 de julio del 66 una publicidad en LA GACETA anunciaba que el restaurant Del Lago habilitaba su amplio salón comedor con capacidad para 450 personas, bar americano, dos orquestas, cocina internacional “supervisada por famoso chef”, rodeado por el lago San Miguel. Había sido realizado por los arquitectos Blanca Saad y Pedro Prioris y se integraba al lago mediante un puente.

Desde entonces fue una tradición tucumana. “Ahí era donde uno encontraba a toda la gente conocida de Tucumán”, recordaría Norma Locascio en una nota de 2008. “Recuerdo que era tanta la emoción por ir a la confitería los fines de semana, que todas pasábamos muchas horas preparándonos. Inclusive, una amiga llevaba sus pinzas para el pelo y se hacía la ‘toca’ en el baño de la confitería para estar espléndida toda la noche”. Guillermo Ponce aportaría lo suyo en esa nota: “Era uno de los lugares más lindos de la provincia y tenía mucho glamour, tanto por el lugar donde estaba ubicado como por su estilo arquitectónico”. Ponce recordaría una característica, en las fiestas, que era ver a las madres sentadas al costado de la pista de baile cuidando a sus hijas.

El tiempo traería la decadencia, como a La Casa de Manuel Mujica Láinez. Fracasaron desde 1997 las concesiones y el abandono y el vandalismo harían de las suyas en el edificio, que para 2005 ya se había quedado sin sanitarios, azulejos, chapas de los techos y hasta vigas. En 2008 sería demolido.

En estos días en la Municipalidad parece haber intenciones de reflotarla. Así lo expresó la intendenta Rossana Chahla.

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