Correr, leer e informar

Mientras algunos de ustedes están leyendo esta nota, más de 2.200 tucumanos, junto a medio centenar de visitantes, están corriendo por San Miguel de Tucumán. LA GACETA es la usina que procesó y distribuyó el contenido que llega ahora a los ojos y cerebros de los lectores a través del ejemplar en papel, la computadora, la tablet o el celular en el que se despliegan estas líneas. LA GACETA, simultáneamente, es la organizadora de tres carreras que se iniciaron entre las ocho y las ocho y media de la mañana, en el parque 9 de julio, y que concluirán en el mismo punto de largada después de que los participantes recorran tres circuitos alternativos.

Correr, leer e informar se parecen mucho. Los corredores de larga distancia saben que la estrategia es vital en una carrera. Si se corren los primeros metros como si fuera una competencia de velocidad, pronto se agotará la energía disponible y se abortará la posibilidad de avanzar en el circuito. Los lectores también saben que es clave balancear tiempos e intensidades. Corredores y lectores deben encontrar el ritmo adecuado que les permita llegar a su meta y disfrutar el tránsito.

Homenaje al mensajero

La maratón es la hija de una tenaz voluntad de informar. Su distancia, unos 40 kilómetros, es la que hoy separa la ciudad de Maratón de Atenas. En la primera, en el 490 a.C., se libró la batalla que tomó su nombre de esa localidad griega. La transmisión de la noticia de la victoria de los atenienses sobre los persas fue encomendada a Filípides, mensajero y corredor que recorrió la distancia entre el campo de batalla y Atenas. Exhausto, dio la noticia y murió.

La hazaña de Filípides, tejida con condimentos históricos y legendarios, inspiró al barón Pierre de Coubertin a incorporar la carrera de larga distancia en los primeros juegos olímpicos modernos, celebrados en Atenas, en 1896. Doce años más tarde, en las olimpíadas de Londres, la maratón encontró su extensión definitiva: 42,195 kilómetros. Cifra irregular que derivó del pedido de la reina de Inglaterra de que la carrera pasara por el palacio de Buckingham.

La media maratón tiene sus orígenes en los años 60 y su consagración y crecimiento a partir de los 90, con los campeonatos mundiales de 21K. Las competencias de 10.000 metros tienen antecedentes más lejanos, a mediados del siglo XIX en Inglaterra. Tuvieron status olímpico a partir de los juegos de Estocolmo de 1912.

Llegar mejor

El oficio de informar es una carrera contra el tiempo y con el tiempo. Es importante llegar primero, como en toda carrera, pero más importante es llegar mejor. En una carrera de larga distancia eso implica hacerlo entero, con consistencia, como coronación de un esfuerzo planificado. Para el periodismo el objetivo es idéntico. Debemos entregar información chequeada, jerarquizada, contextualizada, útil para que sus destinatarios tomen decisiones formadas en el plano individual y en el colectivo, que es el que define el destino de una comunidad.

Informar también es una carrera que tiende a darle un sentido a nuestro tiempo. A la gestión y al uso que le damos en el plano personal y a la construcción de un rumbo colectivo; a la identificación de la relevancia de lo que hacemos dentro del flujo de acontecimientos, en el que desarrollamos nuestras vidas, dentro de una sociedad.

En LA GACETA corremos esa carrera hace 113 años. Desde entonces registramos y contamos la historia de los tucumanos y la de un país que nació el día en que un grupo de insensatos visionarios tuvo el coraje de ser y de gritarlo al mundo. Por la puerta de esa casa están pasando, o pasarán, los corredores de LA GACETA.

Correr por una ciudad es una forma de apropiarse interiormente de ella, a través del esfuerzo del recorrido. Una manera de conquistarla para merecerla.

La nutrición física y mental

Cuando corremos y liberamos las toxinas de nuestro cuerpo y nuestra cabeza, tomamos conciencia de la importancia de la nutrición orgánica y cerebral. Aparece el precio que pagamos por malos hábitos alimenticios y mentales. Los trastornos de ansiedad son la marca de estos tiempos de expansión tecnológica arrolladora. Se debilitan nuestras habilidades cognitivas básicas, la memoria, la capacidad de espera, la tolerancia a la diversidad de ideas y, en definitiva, la aptitud para vivir armónicamente con otros.

El buen periodismo debe ofrecer un menú de calidad a sus audiencias. Contenidos elaborados con rigor y responsabilidad, con cuidado en la verificación y en el uso de un lenguaje rico y preciso. Nuestros cerebros están saturados de contenidos basura. La solución, a nivel físico y mental, no es eliminar el consumo sino seleccionarlo. Elegir aquello que nos impulse a la reflexión, lo que nos conmueva y humanice, lo que nos ayude a entender y participar del gran debate de nuestro sistema de convivencia.

El verdadero viaje

En todos estos días, contamos muchas de las historias de los corredores de estas horas. Todos ellos encontraron una mejor forma de vivir el día en que se pusieron sus zapatillas e iniciaron un recorrido en el que durante los primeros metros o kilómetros sus cerebros y sus cuerpos les planteaban lo absurdo del esfuerzo, la tentación del abandono. Primero deben lidiar con las incomodidades, luego con el dolor y los laberintos psicológicos. Hasta que se produce una conexión neuronal que los impulsa a seguir, acompañada de una liberación de endorfinas que genera un paradójico placer. Allí empieza el verdadero viaje. El de una vida condensada en decenas de minutos. Durante el trayecto, algunos repasan sus itinerarios y sus planes, otros conversan imaginariamente con quienes no están, muchos viven plenamente el momento con sus cabezas limpias de lo que fue y lo que será, atentas a los pequeños detalles del cuerpo y el camino.

Haruki Murakami, escritor japonés candidato al Nobel y experimentado maratonista, compara la escritura con el running en el imperdible De qué hablo cuando hablo de correr. La mayor satisfacción, dice, aparece cuando llegamos a la meta -después de correr o escribir- justo antes del punto en que no se puede seguir. Cuando se impone la sensación de que hemos entregado todo, o lo mejor de nosotros mismos.