Fernando Longhi, investigador del Conicet y docente de demografía de la UNT, sostiene que todas estas transformaciones sociales tienen una explicación y se llama la segunda transición demográfica, que estamos viviendo ahora. Esta se caracteriza por cambios profundos en los comportamientos familiares y reproductivos. Es un proceso que también se vincula con cuestiones culturales más amplias, como son la valorización de la autonomía individual, la autorrealización, la igualdad de género y la secularización, entre otros puntos.
“Es probable que todo esto se profundice”, analiza el investigador. La caída en la natalidad en Argentina es un proceso sostenido y multifactorial, remarca. La tasa global de fecundidad (este índice mide el promedio de hijos por mujer en edad fértil) descendió a 1,4 hijos por mujer en 2022, por debajo del nivel de reemplazo poblacional. Entre las principales causas, Longhi destaca: un mayor acceso a métodos anticonceptivos y a la educación sexual integral, que permiten a las personas decidir cuándo y cuántos hijos tener y también por los cambios culturales: “la maternidad/paternidad ya no son necesariamente considerados como mandatos sociales inevitables; muchos jóvenes optan por priorizar proyectos educativos, laborales o personales”. Sin embargo, en esta realidad -según el experto- conviven muchos niveles de desigualdad; por ejemplo se espera también un crecimiento de la fecundidad adolescente ante el desfinanciamiento y desmantelamiento del plan Enia (para la Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia).
Volviendo al tema de los cambios, para Longhi todas las transformaciones abren desafíos para lo que se viene. Por ejemplo, el envejecimiento poblacional, el aumento de la soledad no deseada y la vulnerabilidad social, especialmente en adultos mayores y hogares monoparentales.







