Nicolás Maduro y Donald Trump. FOTO TOMADA DE SEMANA.COM
Por Juan Ángel Cabaleiro - Para LA GACETA - Tucumán
Querido Donald:
Vuelvo a escribirte, sí, aunque tu indiferencia me lastima, y me lastima mucho más que hayas difundido a través de otros mi carta anterior. No importa, pienso insistir: defenderé mi verdad por todos los medios, y te la haré llegar en una y mil versiones. Veremos si te atreves a difundir esta.
Nada tengo que ver con aquellos polvos con los que tan groseramente me vinculas, no me cansaré de repetírtelo. Sigo sin entender qué te hice para que reaccionaras de semejante manera. Me acusas de cosas horribles, Donald, tú y tus amigos de la ONU, y has ventilado a medio mundo ciertos detalles de mi vida que un caballero de verdad se llevaría a la tumba. ¿Cómo crees que me siento? Es verdad que en mi vida han pasado cosas, y hasta puedo reconocer que he cometido errores, quién no. Tú también tienes un pasado, recuérdalo, tú y los tuyos, porque en esta historia nadie ha jugado limpio del todo. Y ahora parece que el único que tiene que pagar las culpas soy yo. Es injusto. No sé, siento que todo esto es una pesadilla… Quieres que caiga preso en tus redes, pero ¿acaso no lo estoy ya? ¿O prefieres verme muerto, en realidad? Porque eso pareciera, con todos esos barcos llenos de misiles con los que me tienes rodeado.
Todavía peor es haberme refregado en la cara que para ti el presidente legítimo es ese viejo impotente que vive en Madrid, y que yo seré siempre el ilegítimo, el usurpador, el otro. Sé ocupar mi lugar, lo he hecho siempre, y si él es quien tiene los papeles, yo soy el que viene defendiendo con uñas y dientes mi espacio, como nadie… ¿eso no me da algún derecho, acaso? Encima me mandas decir con Richard Grenell, ese baboso de Rick, que todo puede arreglarse, que ya conozco cómo funciona la política internacional, que hay ciclos que se cumplen en la vida de los hombres públicos… en fin, que me quieres poner una casa a todo lujo donde yo prefiera: en Cuba, en Rusia, en Turquía… y que me garantizas un muy buen pasar. ¿De verdad crees que me dejaría sobornar de esa manera? No me conoces.
No quiero nada de ti, Donald, ni siquiera te guardo rencor, al contrario: esas tierras raras que tanto te fascinan, por ejemplo… ¡llévatelas, si de verdad las necesitas! Después de todo, lo único que hacen es recordarme a ti a cada momento. Y del petróleo que compartíamos en otros tiempos… Te ofrezco tres millones de barriles diarios, hasta que se acabe de una maldita vez... Pensarás que estoy loco. No, Donald, acéptalos, y déjame envejecer tranquilo en Miraflores, con los pocos que aún permanecen a mi lado, es lo único que te pido.
Y no te preocupes por el pueblo venezolano, ellos estarán bien. Me alegra que al menos ahora los tengas un poco en cuenta, después de haberlos ignorado tanto. Quisiera creer que esa preocupación es sincera, Donald, y no que los tomas como meros rehenes de nuestra disputa. Pero veo que los echas de tu país y me los mandas de regreso, como si no los soportaras, y se me parte el corazón. ¿Qué culpa tienen ellos? ¿Por qué hacerlos sufrir de esa manera? Y no me digas que tienen que decidir por su cuenta, porque sabes que no pueden hacerlo. Son manipulados por la ultraderecha, por los medios… Necesitan que los proteja, Donald, tú no conoces a los venezolanos. Has estado siempre tan ocupado, tan ausente...
En fin, una última cosa: puedo mantenerme solo, con esa miseria que me pasas a través de Chevron. De alguna manera me alcanza, sí, pero me arreglaría mejor si al menos no intervinieras MIS cuentas en el exterior, ni MIS aviones privados, ni MIS propiedades en República Dominicana, que prefiero no recordarte cómo me las he ganado.
Quedo a la espera de tu respuesta, con la esperanza de que recapacites y seas discreto. Mientras tanto:
¡Chávez Vive!… ¡La Patria sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Leales Siempre…Traidores Nunca!
Tuyo, siempre
Nicolás
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Juan Ángel Cabaleiro – Escritor.







