Una conversación amablesobre ideas que interpelan

Invitación a un viaje reflexivo

Una conversación amablesobre ideas que interpelan
05 Octubre 2025

ENSAYO

IDEAS YUXTAPUESTAS

Catalina Lonac y Susana Maidana (MAV - Tucumán)

Las fronteras y los cruces entre filosofía, religión y ciencia. Las diferencias y los puntos de contacto entre justicia y venganza. Entre el amor y el odio. La soledad y la muerte. Catalina Lonac y Susana Maidana nos proponen una incursión por un terreno en el que se alternan dilemas, interrogantes y aproximaciones en torno a cuestiones apasionantes. Y lo hacen de la mano de autores como Heidegger, Byung-Chul Han, Cioran, Kafka, Coetzee, Houellebecq, McEwan, Nietzche y Foucault, entre muchos otros. Pero la apelación a estos nombres está muy lejos de exhibicionismo erudito. Son puntos de apoyo de una invitación a una reflexión, amable y honesta, con los lectores.

El libro plantea la distancia progresiva de nuestras sociedades con la mirada reflexiva. En los distintos capítulos se propone revertir este alejamiento abriendo puertas a un pensamiento estimulado por buenas preguntas. Lejos de postular tesis cerradas, el libro constantemente nos invita a repensar y dudar juntos.

Ideas yuxtapuestas se abre con dos breves perfiles autobiográficos que impactan por la selección de aspectos y la sinceridad que reflejan las autoras en la compleja tarea de contarnos quiénes son.

La lectura no defrauda. Vale la pena subirse al viaje.

© LA GACETA

Daniel Dessein

¿Qué diferencia hay entre justicia y venganza?

Por Catalina Lonac

La hay, sin duda, en el procedimiento, en el monopolio estatal de la fuerza, en los derechos del acusado, en la aspiración -aunque a veces meramente retórica- a la rehabilitación. Eso ha evitado guerras privadas interminables, ha permitido sociedades más pacíficas, ha encauzado el odio dentro de marcos que, en general, preservan de alguna manera un mínimo de dignidad humana.

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Pero también hay una continuidad incómoda, la justicia se sostiene sobre la misma raíz emocional que impulsaba las vendettas tribales. Parafraseando a Wendy Hamblet, “la violencia permanece activa en nuestras comunidades, aunque se disfrace de rituales civilizados.” Incluso la Justicia actúa, en muchos casos, como un escenario donde se perpetúa la venganza colectiva, solo que bajo formas sublimadas”. Quizá toda la historia del derecho sea, en el fondo, la historia del arte de estilizar la venganza.

Reconocerlo no implica abolir el derecho ni sumergirnos en el caos. Implica volverlo consciente de sus sombras, como enseña Jung, para no embriagarnos con su liturgia ni justificar cualquier atrocidad en nombre de un equilibrio ilusorio. Quizá solo así podamos, algún día, ensayar modos de justicia que no se alimenten del resentimiento. Porque allí donde la justicia olvida que nació para contener el odio -y no para celebrarlo- termina siendo su coartada más refinada.

Aquí Peter Sloterdijk resulta especialmente iluminador. En Crítica de la razón cínica, describió al sujeto contemporáneo como alguien que sabe perfectamente lo que ocurre -sabe que el poder opera mediante la violencia simbólica y material, que la justicia ritualiza el castigo para mantener el orden- pero elige actuar como si no lo supiera. El cínico moderno no es ingenuo, conoce el mecanismo, incluso lo critica con frases irónicas o gestos de superioridad intelectual, pero luego se incorpora dócilmente a la misma rueda. Es un espectador que se ríe con amargura de la obra, pero paga la entrada una y otra vez. El cinismo moderno es esa conciencia ilustrada que ha dejado de creer, pero que sigue funcionando como si creyera.

Si me gusta estar sola, ¿soy, necesariamente, misántropa?

Por Susana Maidana

Nietzsche, un pensador provocativo, tan odiado como amado, incursionó en el tema de la soledad, desde una mirada diferente respecto de quienes la vituperan por quedar el sujeto encerrado en su mismidad y no vincularse con los otros.

Zambrano comenta: “La gran fuerza atractiva de Nietzsche está en que pasó por el mundo arrancando máscaras.” Amante de la verdad, descorriendo velos que hubo que rasgar muchas veces con toda violencia, con obstinada ironía. Arrancando máscaras y creándolas.’’ (p.88) Y, agrega:

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“La soledad le impidió tal vez el suicidio, pues convirtió en pasión una carencia, una mutilación de su vida.” Fiel a sí mismo hasta la locura, aceptó su soledad, transformándola en virtud, en fuerza creadora”. (p.89)

Considero que la soledad es, como la angustia, un disparador de las preguntas filosóficas, porque quienes la eligen, encuentran en ella el impulso creador. La soledad no es un castigo, sino una nota propia del hombre libre, del hombre auténtico. La carga que pesa sobre la existencia humana pone al sujeto en una soledad ontológica, propia de su esencia.

A puerta cerrada, obra de teatro escrita por Jean Paul Sartre, muestra que el infierno no es la soledad, sino la convivencia eterna con los otros, que son nuestro infierno. Una soledad insoportable junto con otros.

Pienso, también, en la dolorosísima situación de quienes conviven con golpeadores, maltratadores, sean mujeres u hombres, cuyas vidas son insoportables, pero que se trata de una soledad no elegida, sino que se presenta sin aviso, producto del dolor y del miedo.

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