El planteo de Campodónico volvió a fallar y San Martín resignó la chance de la ventaja deportiva

El esquema con tres defensores lo expuso otra vez. El "Santo" igualó 2-2, aseguró Copa Argentina, pero ahora definirá todo de visitante.

DESAZÓN. Los jugadores de San Martín se retiran cabizbajos de Los Polvorines, tras un empate que dejó sabor a poco y la obligación de definir el Reducido lejos de casa. DESAZÓN. Los jugadores de San Martín se retiran cabizbajos de Los Polvorines, tras un empate que dejó sabor a poco y la obligación de definir el Reducido lejos de casa. Foto de Matías Napoli Escalero/Especial para LA GACETA.

La tarde en Los Polvorines se pareció a un tren que salió tarde y recién en el último tramo aceleró para alcanzar la estación. El equipo de Mariano Campodónico nunca terminó de encontrar el ritmo y pagó caro un planteo inicial que no dio resultado. El empate frente a San Miguel por 2 a 2 dejó la sensación de oportunidad desperdiciada, sobre todo porque el “Santo” llegaba con la obligación de ganar para soñar con la ventaja deportiva en el Reducido y se tuvo que conformar con un sexto puesto.

El entrenador apostó por un 3-4-1-2 con tres defensores, un esquema que ya había mostrado grietas en Córdoba contra Racing. Esta vez volvió a exponer fragilidades. La lesión de Mauro Osores obligó a que Tiago Peñalba acompañara a Guillermo Rodríguez y Gustavo Abregú en el fondo, pero la defensa se mostró insegura y con dificultades para salir jugando. Tal es así que Gustavo Coleoni lo aprovechó con presión alta desde el arranque. El plan surtió efecto y la figura de la tarde, Agustín Lavezzi, lo plasmó en el marcador con dos goles que desnudaron a la última línea visitante.

El medio campo tampoco logró dar respuestas. Nicolás Castro, el regreso de Matías García, Nahuel Cainelli, Juan Cuevas y Jesús Soraire, que volvía a ser titular tras el 3-1 en Madryn, no consiguieron hilvanar juego ni tener la pelota. Cada pérdida fue capitalizada por el “Trueno Verde”, que golpeó en los momentos justos y dejó al “Santo” corriendo siempre detrás de la acción.

La delantera sumó otra sorpresa. Sin Martín Pino por lesión, Campodónico ubicó a Gonzalo Rodríguez en un puesto poco habitual, en dupla con Franco García. El “Turbo” se notó incómodo como centrodelantero y no pudo gravitar. Mientras tanto, el local seguía sacando provecho de la falta de peso ofensivo de su rival.

La reacción llegó antes de los cambios. En una de las pocas conexiones claras de ataque, Juan Cuevas apareció para marcar el empate parcial y darle aire a un equipo que hasta entonces había estado dominado.

Recién después, Campodónico movió el banco: ingresaron Aaron Spetale, Gabriel Hachen, Aníbal Paz, Ulises Vera y, sobre el final, Leonardo Monje. El primero fue determinante, porque convirtió el gol de la igualdad definitiva con un potente doble cabezazo tras un rebote en el palo.

Con esas variantes, el equipo inclinó la cancha en los minutos finales. Hachen y Vera aportaron movilidad y frescura en el medio campo, aunque las llegadas no alcanzaron para concretar la remontada.

Lo que se viene para San Martín

El 2-2 final significó un alivio parcial: sirvió para asegurarse un lugar en la Copa Argentina 2026, pero dejó truncada la chance de pelear con ventaja en el Reducido.

El cierre de la fase regular del torneo deja claro el panorama: el equipo deberá jugar la definición lejos de casa y, en este formato, un empate equivale a eliminación.

El primer cruce, de momento, será contra Estudiantes de Río Cuarto, rival que aún tiene chances de clasificar a la final por el primer ascenso. Por eso, Campodónico tiene por delante una tarea crucial: ajustar el funcionamiento, recuperar confianza y darle al equipo una versión convincente que sostenga la ilusión.

La nota positiva en Los Polvorines fue el gol de Spetale, tanto por lo que representa para el jugador en lo anímico como por la necesidad de variantes ofensivas en este tramo decisivo.

El “Santo” inicia ahora una travesía sin margen de error, en la que cada paso debe ser firme y sin titubeos. Si quiere volver a sonreír, el entrenador deberá encontrar en poco tiempo la fórmula que hasta ahora se le negó.

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