POLÍTICO Y PERIODISTA. Además, Ruperto San Martín fue jefe de Policía.
Dos elecciones de medio término se registraron durante la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880), segmento fundacional de la historia argentina que concluyó con un episodio sangriento y decisivo para aquella etapa de organización nacional. Fue la revolución de 1880, que enfrentó al Gobierno central con la Provincia de Buenos Aires y resultó el último gran coletazo de las guerras civiles que cruzaron el siglo XIX.
El 6 de febrero de 1876 se realizó el primero de esos comicios de medio término, en los que Tucumán renovó tres bancas. Una de ellas fue para Marco Aurelio Avellaneda, hermano del Presidente, en su segundo período en la Cámara Baja. Nos ocupamos en profundidad del mayor de los Avellaneda en el capítulo 2 de esta serie. Otra banca le correspondió a Pedro Uriburu, y la restante a Ruperto San Martín.
Este San Martín no tenía ninguna relación con el Libertador. Era el “San Martín tucumano”, integrante de una familia asentada en Trancas durante el siglo XVIII, de acuerdo con investigaciones realizadas por Ventura Murga.
Casona señorial
Política y periodismo estaban imbricados en ese entonces y San Martín no escapó a la norma. En 1855 fundó El Argentino Independiente, primer periódico tucumano aparecido tras la caída de Rosas; luego fue jefe de Policía y varias veces legislador provincial. Cuenta Murga que don Ruperto vivía en una señorial casona, en la esquina de Crisóstomo Álvarez y Chacabuco, adquirida luego por Juan Heller y demolida en 1969.
Pero volvamos a las elecciones de medio término celebradas durante la gestión de Avellaneda. La segunda tuvo lugar el 24 de febrero de 1878 y significó el acceso a la Cámara de Diputados de Juan Bautista Alberdi, regresado de Europa y dispuesto a representar a la provincia en el Congreso. Para eso, Lídoro Quinteros -quien había sido elegido- estuvo dispuesto a renunciar y a cederle el escaño, aunque después Quinteros también tuvo la oportunidad de incorporarse a la Cámara Baja y llegó a ser su vicepresidente primero.
Junto a Alberdi asumió la diputación nacional Próspero García y ambos encontraron un abrupto destino común en 1880. En el marco del apuntado conflicto civil se negaron a trasladarse a la localidad de Belgrano, donde Avellaneda había relocalizado la sede del Gobierno mientras se luchaba contra las fuerzas del gobernador bonaerense Carlos Tejedor. Allí concluyó la breve experiencia parlamentaria de Alberdi, una faceta menos conocida de su brillante carrera.








