Cartas de lectores: La peste del estaño

Cartas de lectores: La peste del estaño
04 Octubre 2025

El cuello encorvado del ave con sus chorros de agua plateada era característico del mueble de origen madrileño, con madera lustrada y barra de estaño. En la bacha, “el gallego” lavaba y enjuagaba los pocillos confidentes del “Bar Ourense”. Juan Nepomuceno Baigorria, el último unitario, hombre de chambergo negro, estaba parado en la barra tomando un amaro emparejado con aceitunas y anchoítas. A su lado, el polaco Kriscowicz, pidió otra ginebra levantando la copa vacía y dejando ver sobre el metal lustroso una pequeña marca circular.

_“Gran cosa el estaño”, dijo el polaco y con su índice borró la húmeda mácula.

_ ¡No crea! Lo corrigió el inefable Baigorria. Todo depende de las circunstancias.

_ No entiendo; ¿puede explicarse mejor?

_ Digo que hubo quienes han dejado sus vidas por este noble elemento. Lo saben los científicos que estudiaron la vida de Scott y su aventura antártica, que terminó en un final sin kerosene, sin alimentos y sin gloria. Baigorria bebió e hizo una pausa.

_ ¡Siga, siga, por favor!

_ Sigo, pero si se aburre me para. Dicen que Napoleón Bonaparte aprendió que “el diablo está en los detalles” cuando invadió Rusia con 600.000 soldados y solo 10.000 pudieron volver; luego de ser derrotados por el invierno, la tierra arrasada que le dejaron los rusos, la falta de alimentos, los cosacos y sus tácticas de guerrillas. La explicación nunca tiene una sola causa, pero el detalle interesante está en “la peste del estaño”.

_ ¿La peste del estaño?

_ Exacto. Usted debe saber que algunos elementos químicos tienen la característica de que sus átomos se organizan de tal modo que pueden variar su composición. Por ejemplo el carbono puede ser carbón, grafito o diamante, pero siempre es carbono.

Bueno, el estaño puede ser el que usamos para soldaduras, que se llama “estaño beta”, blanco, brillante, lustroso y que por ello eran como estrellas en los botones sobre el azul y rojo de las chaquetas y abrigos del ejército imperial francés.

Igual que les pasó a las soldaduras de las latas de Scott, 100 años más tarde, ese estaño se convirtió en un material quebradizo y luego en polvo gris. Los 40 grados bajo cero del invierno en Moscú hicieron que los botones se convirtieran en “estaño alfa” y los ojales del uniforme quedaron vacíos, abandonados a su suerte, igual que los soldados franceses que no pudieron soportar el frío, ni el hambre, ni la astucia cosaca.

_ Es increíble, un pequeño detalle con enormes consecuencias, comentó el polaco.

_ Es cierto amigo, por ello la soberbia no suele vestir a los grandes hombres y han aprendido que se consultan hasta los mínimos detalles para ver todas las opciones al decidir.

_ Perdón que interrumpa, dijo el gallego, ¿le traigo otro amaro?

_ ¡Nooo! El Doctor me recomendó uno por día. ¿Cuánto es?

_ Yo invito. ¡Anotámelo a mí, gaita! Dijo el polaco.

Baigorria agradeció “el detalle”. Se abrochó el gabán con botones… de hueso; nos sonrió y se fue silbando “La Marsellesa”.

Miguel Ángel Reguera

miguelreguera@yahoo.com.ar

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios