SUPERACIÓN. Osvaldo Fonio correrá los 21K LA GACETA. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
Este domingo se pondrá en marcha la tercera edición de los 21k LA GACETA, la media maratón más convocante del norte argentino que agotó sus 2.300 cupos y que promete teñir de running las calles de la capital tucumana. La expectativa es enorme: familias enteras, equipos de entrenamiento y corredores de todo el país se preparan para vivir una jornada que combina deporte, historia y emoción. Y entre esos miles de atletas estará Osvaldo “Ova” Fonio, un profesor de Educación Física de 38 años cuya vida demuestra que cada meta alcanzada es, en realidad, una victoria mucho más profunda que la que marca el cronómetro.
Su historia de superación comienza a los 24 años, cuando recibió un diagnóstico que le cambió la vida. Le detectaron un linfoma de Hodgkin esclero nodular, un cáncer que afecta al sistema linfático y, por lo tanto, a las defensas del organismo. Se trataba de un estado avanzado que lo obligó a iniciar de inmediato un tratamiento con quimioterapia y radioterapia. “Se lo pudo tratar. Hice todo lo debido para curarme: quimio, rayos y después, a la semana, tuve un accidente que me dejó en coma”, explicó Fonio en diálogo con LA GACETA.
Ese accidente marcó otro capítulo doloroso. Había ido a celebrar con amigos el final del tratamiento y, al regresar en un cuatriciclo, sufrió un choque que lo dejó diez días inconsciente, intubado y con pronósticos muy negativos. “No recuerdo nada. Estaba en la casa de un amigo de la infancia, que hoy es mi compadre. Me habían hecho un asado para agasajarme porque me había curado. Volví a mi casa en un cuatriciclo y en ese lapso ocurrió el accidente. Después me desperté diez días más tarde, entubado y con un montón de pronósticos negativos”, aseguró.
Hablar de dos golpes tan duros con tanta calma habla de la templanza que lo define. “Creo que lo fundamental es no centrarse en lo negativo, sino encontrar lo bueno dentro de lo malo. Estuve 10 días en coma, con muchos pronósticos adversos. Lo lindo es que de esa experiencia hice un arte”.
En medio de esa batalla, apareció la fuerza que lo empujó a levantarse. Fue su hija Pilar, de 16 años, la que se transformó en el motor que lo mantuvo en pie. “Creo que lo fundamental, lo que me salvó, fue mi hija. Ella me dio las fuerzas necesarias para creer que todo se podía”.
La vida ya lo había golpeado antes: su padre murió cuando Osvaldo tenía apenas 11 años, víctima de un episodio violento con un vecino, y diez años más tarde perdió también a su madre, enferma de cáncer de útero. “Creo que la enfermedad de mi mamá estuvo vinculada a la pérdida de mi papá. Fue durísimo, pero todo eso me llevó a valorar más lo que tengo hoy”, dijo con convicción.
Frente a esas pérdidas, el deporte se convirtió en su refugio. Primero fue el fútbol, que practicó hasta los 20 años, y después el running, que le abrió un camino nuevo. “Es vida. Imagínate que yo estaba sentado haciendo quimioterapia un día creyendo que me moría, y cómo no voy a venir a disfrutar de lo que brinda el deporte”, relató.
Con los años, amplió su horizonte y también se sumó al triatlón, con largas horas de entrenamiento que solo pudieron sostenerse gracias al apoyo de su pareja Florencia, con quien comparte su vida desde hace más de una década. “Cuando entrenaba para un Ironman, pasaba cuatro o seis horas fuera de casa, pedaleando, nadando o corriendo. Por eso, el apoyo de la familia es fundamental”.
Actualmente, se entrena para los 21k con el grupo “Los Salvajes”, que le devolvió la alegría del trabajo en equipo. “Decidí dejar de entrenarme solo y venir con el grupo, que la verdad que lo tomás de otra manera, los entrenamientos son más dinámicos, la gente espectacular”.
El domingo, cuando vuelva a calzarse las zapatillas en la línea de largada, Osvaldo buscará mejorar su marca personal. “El año pasado hice una 1h23’ y, bueno, este año quiero ver si llego a una 1h21’ o repetir el mismo tiempo, pero feliz de poder tener ese objetivo”, explicó.
Más allá del resultado, lo que más lo conmueve es el marco que rodea a los 21k. “Vi muchas familias en los costados del parque y creo que eso es fundamental a la hora de organizar una carrera, no tan solo centrarse en el atleta, sino también en la familia. Creo que esta carrera y el deporte dan eso, que se pueden inscribir chiquitos de 5 o 6 años, que lleva a toda la familia”.
Para Fonio, el aliento de la gente en las inmediaciones de la carrera también es un combustible único. “La carrera de LA GACETA es muy emotiva y está bien organizada. Siento que no dejaron nada al azar en las ediciones anteriores y eso te da las ganas de volver a correrla”.
Cuando el circuito lo lleve a atravesar lugares emblemáticos de la ciudad, Osvaldo no estará corriendo únicamente por bajar su marca. Lo hará por lo que significa haber sobrevivido a enfermedades, pérdidas y accidentes, por lo que representa el apoyo de su hija y de su familia, y por la certeza de que el deporte le devolvió lo que alguna vez creyó perdido.
El domingo, los 21k LA GACETA serán mucho más que una competencia para Fonio. Serán la confirmación de que correr, en su caso, es un acto de vida, de memoria y de esperanza.
¡Cupos agotados!
Ya somos 2.300 corredores. Te esperamos el 5 de octubre para vivir juntos la gran fiesta del running en nuestra ciudad.
Las inscripciones están cerradas y no habrá apertura de nuevos cupos. Nos vemos en la próxima edición. Podés dejar tus datos en https://forms.gle/vUNPjrNo215SDfH66 para recibir novedades de la preinscripción 2026.






