Gastronomía e inclusión: "La cocina permite transformar productos, pero también transforma personas"

Un nuevo programa televisivo muestra que cocinar no es caridad, sino trabajo, pasión y oportunidades reales. Ejemplos desde Tucumán y otras partes de país.

GASTRONOMÍA. Felicitas Pizarro muestra a la cocina como herramienta de inclusión social. GASTRONOMÍA. Felicitas Pizarro muestra a la cocina como herramienta de inclusión social.

En una época donde los programas de cocina abundan, "Unidos por la Cocina" (viernes a las 18 y 23, y domingos a las 18.30 y 22.30, por El Gourmet) se atreve a ir más allá del plato. Con la conducción de Felicitas Pizarro, la propuesta recorre fundaciones de todo el país donde personas con discapacidad encuentran, en la gastronomía, una verdadera herramienta de inclusión y autonomía. Pero la idea no es mostrar “casos”, sino talentos, pasión y trabajo. No es caridad, es cocina real.

“La cocina nos une, sí, pero también nos cambia”, dice Pizarro en diálogo con LA GACETA. “Cuando me ofrecieron el programa, acepté sin pensarlo. Pero la emoción verdadera apareció después, al empezar a grabar. Lo que vi en cada fundación fue impresionante, personas que aman lo que hacen, que trabajan con una pasión que a veces uno, con los años, va perdiendo”, relata.

Con un tono cálido pero directo, la cocinera y comunicadora dejó claro que su rol esta vez fue distinto. “Yo no cocino, no soy la protagonista. Escucho, acompaño. Los protagonistas son ellos, con sus ritmos, con su espontaneidad. Y eso fue una lección; no hay lentitud ni obstáculos, hay otras formas, otros tiempos, y una enorme capacidad de adaptación”.

Pizarro detalló que se encontró con lugares y personas increíbles. “Descubrí todo el trabajo que hay detrás, desde las familias que acompañan, los coordinadores que llevan adelante los talleres. Son como profes, pero además tienen formación en terapia ocupacional o en gastronomía, así que son maestros dobles. Esta fue una experiencia rica en todo sentido. Rica por la comida, claro, pero también por todo lo que aprendí sobre el valor del esfuerzo, la constancia y el amor que ponen en lo que hacen”, reflexiona..

Tucumán también se junta

En Tucumán, la premisa del programa ya tiene eco propio. Desde julio de 2024, en avenida Perón al 2400, funciona Juntarnos, un bar inclusivo atendido por personas con discapacidad. Allí, la cocina también es excusa para lo que realmente importa: construir comunidad, dar oportunidades reales, visibilizar capacidades.

“Quiero aclarar que esto no es mío, es de un grupo de amigos”, cuenta con humildad Pepe Ramón, referente del espacio. “Por algo se llama Juntarnos, como la canción de Lucho Hoyos. Es un homenaje a lo que podemos hacer entre todos”.

Lo de Pepe no es un discurso, es acción cotidiana. El bar no solo brinda empleo, sino formación, contención y vínculo. “Algunos chicos se formaron acá y ya están trabajando en otros lugares. La idea es eso, abrir puertas. Mostrar que se puede. Y que se puede bien”, remarca.

La experiencia tucumana también fue una apuesta con desafíos. “Si uno lo pensara racionalmente, no lo hace. Hay diferencias de opiniones, riesgos, es difícil. Pero hay algo que no falla cuando se trabaja con estos chicos: la sinceridad absoluta que se vive acá. No hay máscaras. Eso vale oro”, dice Ramón. En el bar trabajan 32 personas, y en su empresa 14, todas ellas con distintas discapacidades.

EXPERIENCIA TUCUMANA. El equipo de Juntarnos, el bar de Yerba Buena. EXPERIENCIA TUCUMANA. El equipo de Juntarnos, el bar de Yerba Buena.

Desde su visión, Ramón considera que los medios de comunicación son importantísimos para que otros se animen no tan solo a emprender, sino a dar una oportunidad a personas con discapacidad.

“Son los que informan, los que amplifican. Y lo que pasa en cada uno de nuestros emprendimientos no se mide en términos económicos. Es otra cosa que es incluso difícil de definir. Es inmensamente reconfortante para el corazón, porque uno se vas a dormir cada noche con una sonrisa. Eso no tiene precio”, asevera.

Más que programas: propósitos

Unidos por la Cocina también dialoga con otras iniciativas, porque hay muchas con grandes historias y no tanta visibilidad. Una de ellas es Alamesa, el restaurante inclusivo de Buenos Aires que ya emplea a casi 40 personas. Allí, todo -desde los horarios hasta los cuchillos- fue pensado para que el trabajo sea real, pero accesible. “La idea no es que se adapten a nosotros, sino que el espacio se adapte a ellos”, explica Sebastián Wainstein, su director ejecutivo.

Es por eso que todo el restaurante está pensado para ellos. Desde el plan de cocina hasta los materiales, el nivel de ruido, los espacios de descanso. “Hay una sala enorme atrás para que se puedan relajar, intercambiar o simplemente tomarse un tiempo. No es una cocina típica: no hay cuchillos, ni fuego, ni hornallas abiertas. Todo está adaptado para que sea seguro y funcional”, comenta.

La calidad gastronómica también es parte del compromiso: “La comida tiene que estar buena. No alcanza con tener un buen propósito”.

En esa línea, para Pizarro lo que vio en cada cocina fue revelador: “Hay chicos que tienen empresas de catering, que hacen pan, pasta, scones y lo hacen desde hace años, con una calidad de excelencia. A veces simplemente no los conocemos. Mostrar eso no es asistencialismo, es darles visibilidad. Darles mercado. Que puedan vivir de lo que saben hacer”, sostiene

Mientras que por otro lado agrega: “Todos necesitamos sentirnos validados por lo que hacemos. Ellos también. Y la cocina permite transformar productos pero también transforma personas”.

DESDE LA CAPITAL. En Alamesa la inclusión también es la especialidad de la casa. DESDE LA CAPITAL. En Alamesa la inclusión también es la especialidad de la casa.

Es que para “Feli” como la conocen en todo el país, la gastronomía es, sin dudas, una herramienta de transformación social. “Es un oficio que cualquiera puede aprender. Podés empezar en la bacha, después pasar al servicio, o cocinar. Dentro de la cocina hay muchos caminos, pastelería, cocina salada, atención al público, etcétera. Lo lindo es que se trabaja con las manos y con el alma. Y eso lo puede hacer cualquier persona, también quienes tienen alguna discapacidad”, señala.

Y remarca: “Empezás con algo simple y terminás creando un plato complejo. Lo mismo puede pasar con las personas, porque empiezan con curiosidad, y con el tiempo pueden crecer, formarse, trabajar y cambiar su realidad. Eso es lo maravilloso.”

En un contexto social muchas veces fragmentado, iniciativas como estas vuelven a poner sobre la mesa lo esencial: el encuentro, el reconocimiento mutuo, la empatía activa. Porque la inclusión, cuando es real, no es una palabra bonita, es un fogón que no excluye a nadie.

Juntarnos, Unidos por la Cocina, Alamesa. Nombres distintos para un mismo gesto: cocinar con otros, para otros y, sobre todo, junto a otros. Y entender que ahí, en lo simple, puede estar la revolución.

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