IDENTIDAD EN LA POPULAR. Los trapos reflejan el sentimiento barrial y la historia de la “Academia” cordobesa. Foto de Gonzalo Cabrera Terrazas/LA GACETA.
El sol de Córdoba empieza a caer sobre Nueva Italia y el aire se mezcla entre olor a choripán y redoblantes. A partir de las 19, Racing de Córdoba recibirá a San Martín por la fecha 32 de la Primera Nacional. El presente deportivo obliga a sumar para seguir en la pelea, pero las banderas que cuelgan de las tribunas -“Acá no se rinde nadie”, “Alta Cba”, “Los de siempre-recuerdan que el club no es solo fútbol: es identidad, es historia.
Esa historia comenzó el 14 de diciembre de 1924 en el entonces Barrio Inglés, luego llamado Pueyrredón. En una habitación de la calle Suipacha 948, un grupo de jóvenes dio vida al Club Atlético Racing de Córdoba. Los nombres quedaron grabados como fundadores: Tomás y Argentino Sainz Gutiérrez, Mario y José Sánchez, Félix Flandin, Rodolfo Castro Aguirre, José Salomone, Felipe Céliz, Antonio Colazo, Fernando Criado, Alfredo Tello, Gabriel Soria y Ricardo Sander.
El primer presidente fue Castro Aguirre, quien encabezó la comisión provisoria. Al año siguiente, la conducción definitiva quedó en manos de Mario Sánchez, con José Vargas como vicepresidente y Flandin como secretario. El objetivo era claro: competir oficialmente en la Liga Cordobesa y darle un marco a la pasión que crecía en las calles.
La discusión sobre el nombre marcó el rumbo. El back derecho Salomone, fanático de Racing de Avellaneda, propuso bautizar al club como Racing. Mario Sánchez, en cambio, defendía la idea de llamarlo Tiro Federal por simpatía con un equipo rosarino. Tras una votación, ganó la propuesta de Salomone y así nació oficialmente el Club Atlético Racing de Córdoba, con el sello académico pero con acento bien cordobés.
BANDERAS QUE HABLAN. En Nueva Italia, los hinchas de Racing cuelgan sus mensajes de aliento en cada partido. Foto de Gonzalo Cabrera Terrazas/LA GACETA.
La elección de los colores también tuvo su propio recorrido. El grupo fundacional eligió el celeste y blanco, pero al momento de la inscripción, la Liga Cordobesa los rechazó porque ya pertenecían a Vélez Sarsfield de Córdoba. La solución provisoria fue jugar con una camiseta de bastones celestes, blancos y rojos. Recién en 1926, con la desaparición de Vélez, Racing se adueñó definitivamente del celeste y blanco que lo acompañaría por siempre.
Los primeros pasos deportivos fueron firmes. En 1926 el equipo se consagró campeón de Tercera División al vencer a Instituto en el Parque Sarmiento, lo que le permitió ascender a Segunda. En 1935, invicto, ganó la categoría y alcanzó la Primera de la Liga Cordobesa. Aunque el descenso llegó rápido en 1936, el club volvió en 1942, consolidando su lugar entre los equipos grandes de Córdoba.
Todo eso parece lejano cuando uno camina hoy por Nueva Italia y escucha a los hinchas hablar del Reducido, de la obligación de sumar contra San Martín o de los goles que faltan para ilusionarse con más. Pero al mirar los trapos en la popular, se entiende que hay un hilo invisible entre el presente y aquel grupo de fundadores de 1924. “Acá no se rinde nadie” es más que una frase pintada: es el eco de una historia hecha de luchas, ascensos y caídas, pero también de orgullo barrial.
Un recorrido por la historia de la “Academia” cordobesa
Cuando esta tarde la pelota empiece a rodar en el Miguel Sancho, Racing volverá a escribir una página en su largo recorrido. Nació como un homenaje a Avellaneda, pero aprendió a latir con corazón propio. Y en Córdoba, cada vez que suenan los bombos y se levantan las banderas de “Los de siempre”, queda claro que Racing es mucho más que un nombre: es el grito de un barrio que nunca dejó de creer.







