Paloma Sánchez Garnica: “La supervivencia saca lo mejor y lo peor del ser humano”
La escritora madrileña es la ganadora del último premio Planeta de novela. Aquí habla sobre Victoria, la novela con la que obtuvo el galardón, y de su relación con sus escritos. “Nunca leería mi novela en libro porque sería un diálogo sordo”, confiesa.
Hubo un tiempo en que la literatura tuvo tiempo y espacio para los grandes protagonistas, para la épica, para los héroes. También, más acá en el tiempo, lo hubo para historias mínimas, para personajes minúsculos. Allá lejos o aquí cerca, en el medio de ambos o en ambos también las narraciones dieron espacio a los supervivientes, muchas veces los verdaderos protagonistas de la historia. Victoria, es el título de la última novela de la escritora española Paloma Sánchez-Garnica, la que le permitió alzarse con el premio Planeta y también es el nombre de la protagonista del relato: una joven superviviente.
“Es que en esa época quien tenía cualquier talento le valía para sobrevivir. Estamos hablando de conseguir medicinas para ella, para su hija, una atención médica para su hermana, alimento, abrigo, lo que fuera. El talento que tiene Victoria es que, pese a no ser cantante, canta en un club privado por la noche y para sacar un poco de dinero y poder conseguir comida o simplemente para poder conseguir el sustento para ella y las dos mujeres que dependen de ella tiene que guardarse su dignidad y utilizar su cuerpo. El extremo al que llegamos en el momento en que no tenemos más remedio que hacer determinadas cosas que en circunstancias normales jamás haríamos. Somos capaces de cualquier cosa con tal de sobrevivir y sacar adelante a los seres a los que amamos”, comenta la escritora española.
-Al igual que en La sospecha de Sofía (2019) y Últimos días en Berlín (2021), la ciudad alemana se transforma en escenario y protagonista de una novela suya. ¿Qué la moviliza de esa ciudad?
-Berlín es una de las ciudades más fascinantes de Europa, sobre todo en el siglo XX, después de la Primera Guerra Mundial. Una ciudad que se destruye, se reconstruye, que vive con un muro durante casi 30 años dividiendo familias, amigos, sectores. Y todo lo que ocurre después de la caída del muro, cómo se integran todos esos barrios. Me parece que, en cada esquina, en cada persona, hay una historia que contar y los novelistas buscamos historias con sustancia.
-La novela no le esconde información al lector. Por ejemplo, desde el vamos sabemos quién es el padre de la hija de Victoria. El pulso de la trama va por otro lado.
-Es una novela que se va desarrollando y va contando a medida que va avanzando, línea a línea, la vida de Victoria. Ella es una superviviente de ese terrible conflicto que hay en la Segunda Guerra mundial y tiene un pasado que la condiciona a la hora de actuar. No juego tanto con el misterio, sino con la historia de los personajes. En la trama era necesario que ese personaje, el padre de Hedy, se hiciera presente porque la trama me lo pedía. Victoria en el momento en que entra en contacto con el profesor Seegers -que la ayuda en su proyecto- y cuando él le entrega esa documentación, sabe que ella tiene vínculo con esa persona en la que confió un día y que es el padre de su hija, que no es el hombre del que se enamoró sino que el nazismo transformó a Stefan, lo convirtió en lo que el nazismo convirtió a muchos alemanes: seres normales, corrientes, profesionales que al final se convirtieron en asesinos sin piedad.
-El personaje de Victoria no es una heroína, aunque de alguna manera lo es, sino una superviviente. En la historia de la humanidad no son tantos los héroes como los supervivientes.
-La supervivencia saca lo mejor y lo peor del ser humano. Pienso sobre todo como mujer, que tiene hijos y nietos por los que sería capaz de dar mi vida. Creo que la literatura, las historias, la narrativa, la ficción sirven para ponernos delante de un espejo en el que podamos vernos, ver cómo reaccionan personajes, seres humanos que podríamos ser nosotros en momentos complejos. Por las circunstancias de nuestras generaciones no hemos tenido que pasar por esos momentos trágicos que tuvieron que pasar otros, como Victoria o Rebeca.
-Los tiempos del proceso creativo muestran que muchas veces el músico o el escritor cuando salen a hablar de sus obras, estas les quedan lejanas, ajenas por el tiempo transcurrido desde su grabación o escritura hasta su publicación. Entonces deben volver a conectar con ellas.
-Claro. Yo terminé Victoria a finales de mayo de 2024. Me presenté al premio y me olvidé de ella completamente durante todo el verano, prácticamente hasta octubre. En el momento en que ya no puedo cambiar nada de la novela, esos personajes dejan de hablar conmigo, no puedo conversar con ellos. Puedo hablar de ellos pero no con ellos. Entonces van saliendo de mi vida porque esos personajes ya pertenecen a cada lector. Esa es la magia de la literatura. Como un hijo que se hace mayor de edad, que sale de casa y triunfa o fracasa por su cuenta. Algo ajeno a mí, en cierto modo. Estoy en entrevistas hablando de ellos, pero ya en mi cabeza hay otros personajes que están poblando mi mente, porque ya estoy empezando una nueva historia. Esos son los que están presentes en mi vida, los que han canibalizado de nuevo mi tiempo, mi proyecto, mi vida en general. Nunca leería mi novela en libro, jamás, porque sería un diálogo sordo. Pensaría “por qué he puesto esto y esto otro o podría haber puesto esto aquí” y sería un sufrimiento absurdo.
Flavio Mogetta - PARA LA GACETA - BUENOS AIRES







