En un partido cargado de tensión, polémicas arbitrales y momentos de alto voltaje emocional, Racing se llevó un triunfo valiosísimo en los cuartos de final de ida de la Copa Libertadores al vencer 1 a 0 a Vélez en el José Amalfitani. El único gol lo convirtió Adrián “Maravilla” Martínez, figura determinante en una noche que dejó al conjunto de Avellaneda con ventaja en la serie y con la ilusión intacta de definir en el “Cilindro”.
La historia comenzó a escribirse desde el primer tiempo, cuando el duelo empezó a mostrar los matices de un cruce copero: pierna fuerte, discusiones, reclamos permanentes y un clima que se encendía en cada roce. El delantero “académico”, que llegaba como uno de los máximos artilleros del certamen, desestabilizó emocionalmente a la defensa rival. Una discusión con Lisandro Magallán terminó en amonestación para el defensor, que minutos más tarde llegó tarde a un cruce con Nardoni y se fue expulsado por doble amarilla. Esa acción fue un antes y un después en el desarrollo: Vélez se quedó con 10 jugadores y Racing empezó a manejar los tiempos con mayor inteligencia.
Lejos de entrar en el desorden, Martínez administró la tensión con frialdad. No cayó en provocaciones, eligió cuándo aguantar la pelota y cuándo encarar, y así se fue convirtiendo en el gran protagonista de la noche. El premio mayor llegó en el arranque del complemento, cuando apareció en el área para definir con precisión y marcar su séptimo tanto en esta Libertadores, consolidándose como uno de los goleadores del torneo y alcanzando la marca de 50 gritos con la camiseta de Racing, un número que empieza a darle dimensión de ídolo.
El encuentro, sin embargo, no estuvo exento de polémicas. Apenas minutos después del gol de Racing, Aarón Quirós -curiosamente un exjugador del club de Avellaneda- había alcanzado la igualdad, pero el tanto fue anulado a instancias del VAR que detectó que la pelota había salido en el centro.
Más tarde, otra decisión tecnológica volvió a ser determinante cuando el árbitro expulsó de manera directa a Juan Nardoni por una dura entrada sobre Bouzat. La revisión terminó desactivando la roja, y la jugada quedó solo en tiro libre, lo que desató la furia de los hinchas locales y el desconcierto de los propios futbolistas de Vélez.
Cada intervención del VAR encendía el estadio, que hervía de bronca con la conducción arbitral, mientras Racing aprovechaba la ventaja numérica para sostener el control. La “Academia” incluso pudo haber ampliado la diferencia con un disparo de Solari que pasó rozando el palo y que hubiera significado un golpe casi definitivo en la serie. Vélez, con empuje y orgullo, intentó reaccionar, pero el desgaste de jugar con un hombre menos desde la primera mitad se sintió en lo físico.
El final fue caliente, con discusiones entre jugadores, reproches al árbitro y una tribuna local que se fue masticando bronca, convencida de haber sido perjudicada. Racing, en cambio, celebró con euforia una victoria que lo deja con la ventaja de cara a la revancha. El próximo partido será en Avellaneda, sin público visitante, y allí el equipo de Gustavo Costas intentará sellar el pase a semifinales con el respaldo de su gente y la confianza que genera tener la serie a favor.







