Foto: Extremo Tucumán
En el norte argentino, el trail running tiene un nombre propio: Extremo Tucumán. Lo que empezó como un desafío local se transformó en la competencia más importante de montaña de la región, capaz de reunir a cientos de corredores de distintos puntos del país e incluso del exterior. El sábado, la prueba vivirá su quinta edición con la participación de casi 700 atletas que recorrerán desde los senderos de Yerba Buena hasta la llegada en Tafí del Valle, con todo lo que eso significa a la hora de recorrer un camino muy exigente.
Carolina Pereira Posse, coordinadora del evento y corredora apasionada, resume el espíritu de la carrera con una convicción que transmite entusiasmo: “Hoy es la más convocante y la más grande te diría que del norte, porque el corazón de las carreras está en la zona de Córdoba y la Patagonia. Pero acá hemos logrado instalar una fiesta que crece cada año”, comentó entusiasmada a LA GACETA.
Foto: Extremo Tucumán
La logística no es sencilla. La competencia ofrece distintos recorridos: la distancia máxima de 75 kilómetros larga a las cinco de la mañana desde el campus de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), mientras que la prueba de 45 kilómetros parte desde Río Grande Los Sosa. En tanto, las distancias de 21, 10 y 6 kilómetros -además de la carrera infantil- tienen su largada y llegada en Tafí del Valle, epicentro de la celebración. “El récord de la distancia más larga lo tiene un chico de Tafí que la completó en 9 horas y 10 minutos, pero hay corredores que tardan hasta 17 horas. La carrera no termina hasta que llega el último, todos son parte de la fiesta”, explica Pereira Posse.
La palabra “fiesta” aparece constantemente en su relato porque Extremo Tucumán no se limita al esfuerzo físico. La organización prepara una exposición previa con stands de indumentaria, suplementos, productos saludables y charlas, además de la presencia de locutores y fotógrafos especializados que convierten cada llegada en un espectáculo emocionante. “Más que una carrera, es una fiesta deportiva. Hay aplausos, medallas, abrazos y lágrimas de felicidad en la meta. Lo que se vive ahí es inolvidable”, afirma.
Foto: Extremo Tucumán
Uno de los aspectos más valorados por la organización es la inclusión. Este año participarán asociaciones de jóvenes con síndrome de Down, quienes entregarán medallas y agua a los corredores, además de recibir el reconocimiento del público. El caso de Alan Rodríguez, un atleta de Buenos Aires que tiene síndrome de Down y correrá los 21 kilómetros junto a su padre, es un ejemplo de superación que emociona a todos. “Nos interesa muchísimo que la gente pueda entender que los chicos con discapacidades son capaces de estar presentes en un evento deportivo, ya sea corriendo, caminando o colaborando en la organización”, destaca Carolina.
El trail running, además de una competencia, es un estilo de vida que marcó un antes y un después para muchos corredores. La pandemia fue un punto de inflexión. “Cuando se cerraron los gimnasios y los clubes, la gente necesitaba hacer actividad física. El contacto con la naturaleza, la libertad de correr en la montaña, hizo que muchos se sumaran. Y cuando descubrís lo que te da este deporte, ya no lo soltás más”, sostiene Pereira Posse.
La exigencia del terreno convierte a cada carrera en una experiencia única. Piedras, barro, ramas, subidas y bajadas obligan a mantener la concentración en cada paso. Ese nivel de atención, lejos de ser un obstáculo, se convierte en un refugio mental. “En la montaña tenés que estar concentrado en lo que hacés. Si vas pensando en tus problemas, te caés. Eso te obliga a despejar la mente. Es un deporte que te conecta con vos mismo y te aleja del ruido cotidiano”, cuenta Carolina.
El trail, además, fomenta valores como la autosuperación y la independencia. A diferencia de los deportes colectivos, cada corredor es dueño de su tiempo, de su preparación y de sus logros. “Acá vos manejás tus tiempos. Si te va bien, sos feliz; si te va mal, no hay nadie que te saque en cara nada. Todo depende de vos. Es pura autosuperación, y eso genera una felicidad inmensa cuando llegás a la meta”, asegura la organizadora.
Los beneficios no son solo deportivos. Muchos participantes mejoran su calidad de vida al cambiar hábitos poco saludables, dejar de fumar o modificar la alimentación para rendir mejor en la montaña. La actividad también atrae a más jóvenes, mujeres y adultos mayores, que encuentran en el trail una práctica accesible y adaptable. “Implementamos la distancia de 6 kilómetros para que mi mamá pudiera participar. Hoy tiene 80 años y sigue formando parte. Lo importante no es correr, sino animarse a estar en la carrera, aunque sea caminando”, recuerda Carolina con orgullo.
El evento también es una prueba de organización comunitaria. Decenas de voluntarios trabajan en los puestos de abastecimiento en la montaña, a los que llegan caminando o en moto para garantizar que los corredores tengan agua y alimentos durante la travesía. Esa red de apoyo es parte esencial del espíritu del trail running.
En cada edición, Tucumán Extremo demuestra que la montaña no solo es un escenario natural privilegiado, sino también un espacio de encuentro, inclusión y transformación personal. Los abrazos al llegar a la meta, las lágrimas de quienes no creían posible completar el recorrido y el orgullo de las familias que acompañan refuerzan la idea de que el trail running es mucho más que un deporte.
“Cuando vos llegás a esa meta que te costó tanto, la felicidad es inmensa. Solo el que lo vive lo puede entender. Por eso siempre recomiendo este deporte: porque hace bien al cuerpo, a la mente y al alma. Y porque estar al aire libre es lo mejor que te puede pasar”, concluye Pereira Posse.







