Bahiana y María Lucía, del aula rural a la gran final de Enseñame Tucumán
En el patio de la Escuela Secundaria de Yonopongo, en Monteros, la emoción todavía vibra en el aire. Bahiana y María Lucía, estudiantes de cuarto año, se convirtieron en finalistas del concuerso Enseñame Tucumán y, con la humildad de siempre, contaron a LA GACETA cómo viven este sueño que las acerca nada menos que a Carlos Paz, en Córdoba.
“Estamos felices, aunque ya volvimos al estudio porque faltan tres semanas y queremos llegar bien preparadas”, dijeron, entre risas nerviosas.
En un gesto de compañerismo, las jóvenes felicitaron de inmediato a sus rivales. “Nosotros venimos de una escuela rural y no creíamos poder llegar hasta acá”, explicaron.
Ese orgullo de representar a Yonopongo tocó fibras profundas en redes sociales, donde miles de comentarios alentaron a las chicas. “Me llegaron mensajes hermosos, uno de mi compañera Alma que me decía que estaba orgullosa y agradecida. Casi lloro de la emoción”, recuerda Bahiana.
El orgullo de las familias
Las madres no se quedaron atrás. “Estoy muy orgullosa de mi hija, siempre ayuda a los demás, tiene un corazón inmenso”, dijo la mamá de Bahiana. En tanto, la de Lucía relató que siguió la semifinal desde su casa: “No pude ir, pero lo vi en LA GACETA Play. Lloré de la emoción”.
Ambas coinciden en algo: estudiar en una escuela rural no significa menos oportunidades. “El nivel educativo acá es excelente. Los profes y directivos son muy comprometidos”.
Entre sueños y talentos
El concurso dejó ver también facetas inesperadas. Frente a sus compañeros, Bahiana se animó a cantar a capela La tempranera, mostrando, además, su pasión por el folclore y despertando aplausos de toda la secundaria. “Me gusta Mercedes Sosa porque en sus canciones expresaba lo que no podía decir con palabras”.
Pero el futuro académico también está en sus planes: Bahiana sueña con estudiar Criminalística, “para investigar casos que quedaron sin resolver”, mientras que Lucía se inclina por el Derecho.
Amistad, esfuerzo y comunidad
Las chicas, inseparables, se consideran “muy amigas” y se apoyan mutuamente en cada paso. Estudiar, repasar juntas y hasta imaginar estrategias para vencer los nervios en cámara se volvió parte del recorrido. Sus familias destacan el sacrificio diario: viajes en moto de 3 kilómetros, compras de materiales, noches de estudio compartidas.
“Es un trabajo de equipo: hijas, madres, profes, la escuela entera. Todas somos finalistas”, coincidieron al despedirse en un abrazo cargado de orgullo.
Ahora queda la gran final, con la promesa de que, además de responder sobre la historia de Tucumán, quizás también haya espacio para escuchar otra vez la voz de Bahiana. Porque Enseñame Tucumán no solo premia el conocimiento; también celebra el esfuerzo, la identidad y las historias que nacen en cada rincón de la provincia.






