¿Por qué leer y escribir?

Lucidez y sensibilidad en torno a preguntas sobre el sentido de la literatura.

07 Septiembre 2025

ENSAYO

EL ARTE DE NARRAR

MARÍA TERESA ANDRUETTO

(Fondo de Cultura Económica - Buenos Aires)

Entre las múltiples variables de la biografía literaria de María Teresa Andruetto, puede encontrarse la de docente, ensayista, teórica literaria, cronista y promotora de lectura. Este conjunto se hace patente en títulos como Hacia una literatura sin adjetivos; La lectura, otra revolución; Extraño oficio o Una lectora de provincia.

El arte de narrar, recientemente publicado por el Fondo de Cultura Económica en su colección Espacios para la lectura –que busca “tender un puente entre el campo pedagógico y la investigación multidisciplinaria actual en materia de cultura escrita”–, viene en ese camino.

El volumen está compuesto por una serie de textos breves que atraviesan el tiempo y las circunstancias: leídos en o escritos para congresos de psicoanálisis o literatura y educación, la Feria del Libro de Buenos Aires, jornadas de formación docente, seminarios de literatura infantil, encuentros de bibliotecas populares, entrevistas.

Dividido en seis secciones (Cuerpo y escritura, El arte de narrar, Literatura y memoria, Literatura y escuela, Mujeres y escritura, La lengua), como es habitual en la obra de Andruetto, cada una de ellas abre con un epígrafe. Marc Augé, Herta Müller, Clarice Lispector, Joao G. Rosa, Hélène Cixous.

Esos ítems, que son los títulos de cada sección, son faros en su obra: lectura y escritura, la lengua, la memoria, lo pedagógico, la mujer, el oficio. “El relato, la necesidad de contarle a otro o a otros quiénes somos, qué deseamos, qué vimos o qué vivimos”, dice Andruetto. “No hay comunidad sin relato de origen y tampoco hay identidad personal sin relato. La vida de cada uno de nosotros es un relato que nos contamos a nosotros mismos, un relato construido a partir de las propias experiencias y de múltiples relatos familiares y sociales”.

Así, en el texto que da título al libro, pasa por los griegos, Shakespeare, Schwob, los hermanos Grimm, Gilgamesh, los poemas anónimos, Walter Benjamin e Irene Vallejo. Se sumerge, en otros pasajes, en la relación con el silencio, lo que orbita a su alrededor en tanto parte del arte. Se pregunta para qué contamos, para qué sirven una narración, fuera oral o escrita, cuál es su utilidad; de cómo se convirtió no solo en lectora, sino en receptora de voces ajenas, y su correspondencia con la ficción; refiere sus propias novelas para ampliarlas y utilizarlas como modelos.

Andruetto nos recuerda, una vez más, que narrar es narrarnos, que la narración es memoria, “una de las formas más intensas de memoria de los pueblos. Porque no nos trae la memoria oficial, el relato consolidado y sin fisuras, sino múltiples memorias de hechos reales o ficcionales. No la memoria oficial que tiende a lo unívoco, a lo cristalizado, sino las múltiples memorias individuales, subjetivas, que en su multiplicidad y su singularidad complejizan la memoria colectiva”. Y que los relatos son, entre tantas otras cosas, una forma de comprendernos, de acercarnos a nuestras contradicciones, modos de procesar de mil maneras los dolores de un pueblo, además de enseñarnos a construir nuestras propias voces.

© LA GACETA - Hernán Carbonel

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