En mayo se publicó que en los 34 kilómetros de circunferencia que tiene la capital tucumana existen sólo 29 pasos habilitados y en condiciones de ser considerados efectivamente pasos para ingresar o egresar de la ciudad. Se sabe que esta urbe está rodeada por ríos y canales en más del 90% de su entorno por lo que es imposible entrar o salir sin atravesar un puente. Por ellos pasan 30.000 vehículos por hora, es decir, 1.000 autos, motos, colectivos o camiones por cada paso, en promedio, ya que algunos cuentan con menos movimiento y por otros pueden cruzar el triple o el cuádruple de transportes, como es el caso de las pasarelas de Mate de Luna/Aconquija, Belgrano/Perón, el histórico e insuficiente puente Lucas Córdoba o el de la ruta 9.
Los sectores más comprometidos son los límites del este, donde sólo tres puentes cruzan el río Salí, y del sur, donde hoy funcionan apenas cinco viaductos para unir la capital con el resto de la provincia. En la mayoría de los casos, además, no existe infraestructura para el tránsito seguro de peatones y ciclistas.
En esa ocasión, el secretario de Obras Públicas de la capital, Luis Lobo Chaklián, detalló que la ciudad necesita al menos 10 puentes más para cubrir la demanda actual. “Tenemos proyectados cuatro puentes nuevos, aunque harían falta al menos diez más, pero son obras muy costosas”, explicó.
Este serio problema de conectividad no afecta sólo a la capital, sino que se extiende a toda el Área Metropolitana, que incluye siete municipios y 19 comunas que dependen de la Provincia. Yerba Buena, por ejemplo, carece de una conexión directa con la neurálgica ruta 9, y el proyecto para concretar este enlace clave, que comenzaría en avenida Fanzolato, atravesando Cebil Redondo y Tafí Viejo hasta llegar a Los Nogales, está paralizado y esta demora presenta el riesgo de que los predios que se necesitan terminen urbanizándose, según advirtieron varios funcionarios.
Esa misma ciudad sufre además varios otros cuellos de botella de incomunicación. El más crítico, quizás, es el Camino del Perú, una ruta que se ha transformado en una populosa y peligrosa avenida urbana, que atraviesa comunas y municipios y está absolutamente colapsada. Idéntico destino de caos parece amenazar a la avenida Solano Vera, también una ruta convertida en calle urbana de doble mano, único ducto de comunicación vehicular para un amplio sector del sur de esa ciudad con El Manantial, San Pablo y decenas de barrios y otros desarrollos inmobiliarios.
Los nuevos códigos de planeamiento que se están debatiendo en Yerba Buena y en la capital resultan muy insuficientes si no se plantea una visión global de toda el Área Metropolitana, como lo demuestran los dos ejemplos que citamos de graves congestiones, en donde ningún municipio puede resolverlo en soledad. Es imperioso que la Provincia intervenga, planifique, expropie y construya las obras necesarias para mejorar la conectividad de la ciudad, sobre todo porque 19 comunas están involucradas.






