DEBE LEVANTAR. Nicolás Castro, que venía de buenos rendimientos, también decayó en lo futbolístico. Foto CASM.
Atraviesa un momento similar al de un tren que, tras tomar velocidad, de pronto entra en una pendiente que le roba el impulso. El envión conseguido por San Martíncon el triunfo del 12 de julio -ya se cumplió un mes- contra Los Andes, bajo una lluvia que renovó el optimismo, se frenó en seco. Desde entonces, el equipo no volvió a ganar: empató con Tristán Suárez, perdió con Gimnasia y Tiro de Salta, quedó eliminado con River en la Copa Argentina y, luego, tropezó nuevamente frente a Deportivo Madryn.
No es la primera vez que el “Santo” se encuentra en una situación así. El año pasado, con Diego Flores al mando, el inicio del torneo dejó un saldo negativo con caídas frente a Ferro y San Miguel, más un empate con Quilmes. Y en 2023, bajo la conducción de Pablo Frontini, hubo rachas sin triunfos que incluyeron empates con Güemes de Santiago del Estero, Deportivo Morón, Almirante Brown, y una derrota con Defensores de Belgrano.
Esos antecedentes muestran que las mesetas en el rendimiento no son ajenas a la historia reciente, pero también que se pueden superar con ajustes puntuales.
La llegada de Mariano Campodónico se dio en medio de este escenario. Su estreno fue con River, donde el equipo mostró orden, presión y compromiso, pero ese nivel no se sostuvo en la visita a Madryn. El propio entrenador reconoció que el rival entró con mayor intensidad y que la desconcentración en una pelota parada terminó abriendo el partido. Ese diagnóstico deja en claro que la recuperación no pasa solo por cuestiones técnicas, sino también por lo mental y lo táctico.
“Estamos tristes porque no pensábamos volver con las manos vacías. Pero estos dos partidos de local van a servirnos para llevarnos los seis puntos”, fueron las palabras de un Campodónico autocrítico, que ya tiene la mente puesta en cómo revertir esta situación.
Ahora bien, ¿cuáles pueden ser esas claves?
La primera necesidad es recuperar la intensidad sostenida que se vio frente a River. San Martín compitió de igual a igual contra un rival de jerarquía gracias a la presión alta, la coordinación defensiva y la movilidad en ataque. Replicar esa energía desde el inicio de cada partido, especialmente en los dos próximos duelos como local, puede marcar la diferencia.
El segundo punto es reforzar la solidez defensiva, en especial en los rendimientos puntuales de Guillermo Rodríguez, Mauro Osores, Federico Murillo y Hernán Zuliani.
Los goles recibidos por desconcentraciones en córners o tiros libres directos condicionaron partidos. Una mayor coordinación en la marca y una lectura más rápida de las jugadas puede evitar esos golpes tempranos que obligan a remar desde atrás.
En ataque, el equipo necesita mayor volumen de juego y variantes ofensivas. Cuando el ex DT del “Santo” Ariel Martos utilizó dos puntas de referencia, el equipo tuvo más presencia en el área y generó situaciones con centros y pelotas filtradas. Mantener esa fórmula, combinada con la proyección de los laterales y el aporte de los mediocampistas en segunda línea, puede abrir más caminos hacia el gol.
Otra solución pasa por recuperar la circulación de pelota que se observó con Los Andes, donde el “Santo”, a través de Nicolás Castro, movió el balón con paciencia y precisión hasta encontrar espacios. Esa dinámica no solo desgasta al rival, sino que también da confianza a los propios jugadores y reduce las pérdidas en zonas peligrosas.
En lo mental, el plantel debe enfocarse en mantener la concentración durante los 90 minutos. Los bajones de intensidad, como los que se vieron contra Gimnasia y Tiro y Madryn tras recibir un gol, fueron determinantes. Un equipo que aspira a pelear arriba no puede desconectarse ni regalar tramos de partido, especialmente en un torneo tan parejo y corto en márgenes de error.
El rol de la localía
El calendario ofrece ahora una oportunidad dorada para enderezar el rumbo: dos partidos consecutivos en La Ciudadela, el domingo frente a Alvarado y el miércoles siguiente contra Deportivo Maipú en el duelo pendiente. Allí, el “Santo” deberá imponer condiciones, presionar alto y aprovechar el respaldo de su gente para sumar seis puntos que lo acerquen al líder. Hoy, el equipo se ubica quinto en la tabla, igualado en puntos con Tristán Suárez y a siete del “Aurinegro”. Por eso, hacer valer la localía no solo impactaría en la tabla, sino también en lo anímico. Un par de victorias consecutivas devolverían confianza a un plantel que sabe lo que es pelear arriba y que ya demostró, en partidos como el de River, que puede competir con intensidad y orden.







