La Yunta celebra sus 25 años de folclore volviendo a lo tradicional

El dúo que integran Julián Humarán y Gustavo Páez festejará sus bodas de plata con un gran festival.

CON NUEVOS MATICES. La Yunta vuelve a una expresión folclórica clásica. CON NUEVOS MATICES. La Yunta vuelve a una expresión folclórica clásica.

“Han sido 25 años de crecimiento constante como músicos y personas. La música nos permitió conocer distintas historias, realidades y culturas que nos han enriquecido profundamente y llegar a escenarios emblemáticos y significativos, hitos que marcan el camino recorrido”.

Del mismo modo en que están sobre el escenario como La Yunta, Julián Humarán y Gustavo Páez responden a dúo a LA GACETA sobre qué significa haber cumplido un cuarto de siglo como formación. La fiesta será esta noche, desde las 22 en el club Floresta (avenida Colón 471), con Chakana, Luneros, Los Mellizos Díaz, Belén Herrera, Facundo Misenti, La Guitarreada, Los Serenateños, Franco López Ríos y Caravana Catucha.

Los invitados abarcan distintos estilos y generaciones y fueron elegidos especialmente “por la admiración que sentimos por el trabajo de cada uno, ya que valoramos lo que hacen, su compromiso, su sensibilidad, su energía y su forma de transmitirla”, adelantan los cumpleañeros.

“Con los años uno va aprendiendo a manejar las diferentes ansiedades; al principio, cuando las cosas no se dan como uno espera, puede ser bastante frustrante pero forma parte del camino y tenemos que esforzarnos día a día por ese sueño, ese fuego interno que sigue intacto y con las mismas ganas y compromiso del principio”, afirma Humarán.

Páez reconoce que para mantenerse juntos durante tanto tiempo primó “el respeto mutuo, la confianza fundamental en cualquier relación, la admiración por el otro y el reconocimiento de sus virtudes que permiten valorar lo que cada uno aporta”.

La base

Admiten -nuevamente a dúo- que crearon La Yunta “con ciertas influencias más un bagaje propio y estuvimos siempre atentos a lo que se escucha en el momento e incorporando elementos sin perder nuestra esencia en el canto folclórico como base”. “Hoy tenemos una formación más parecida a la original, más tradicional, luego de habernos permitimos explorar otros géneros. Fue como darnos algunos ‘permitidos’ para ampliar el lenguaje musical, porque el artista se va nutriendo de lo vivido y esas experiencias nos transforman en la manera de sentir y transmitir lo que vive”, añaden.

Páez resalta que el regreso a lo tradicional “está vestido de nuevos matices, con instrumentos como el violín y el bandoneón, que le aportan una profundidad y una emoción distintas a nuestras canciones, ya que sentimos que esa mezcla entre lo original y lo incorporado, entre la raíz y la evolución, es lo que nos representa actualmente como grupo, una síntesis de lo que hemos sido y de todo lo que hemos aprendido”.

Más que una vocación

“La música es nuestra forma de vida y nos enorgullece profundamente haberle dedicado nuestra existencia. No es solo una profesión o una vocación: es la manera en que sentimos, expresamos y transitamos el mundo. Es innegable cómo nos acompaña cada etapa de este camino, cómo nos transporta a una edad, a un recuerdo, a un momento que quedó grabado en el corazón. El arte nos ha dado sentido y dirección, nos ha permitido formar parte de los días de muchas personas que compartieron nuestras canciones e historias. Sentimos que esa conexión con la gente es uno de los regalos más grandes que recibimos, porque la música une, emociona, cura… y nos sentimos afortunados de poder ser parte de esa experiencia”, resaltan los artistas.

Páez aclara que, si bien el folclore es su expresión principal, “escuchamos de todo, porque tenemos hijos que ya son grandes y tienen sus propios gustos; a través de ellos nos llega mucha música diferente y eso está bueno, porque genera una influencia que, aunque no siempre sea evidente, sí se siente en lo intangible”. Así, “en algún arreglo musical lo incorporamos sin darnos cuenta; está bueno seguir explorando, seguir abiertos a nuevas cosas, siempre enriqueciendo lo que hacemos sin perder nuestra esencia”, refuerza.

Antes y ahora

Humarán mira para atrás y repasa los cambios que los atravesaron desde principios de siglo: “antes era más difícil, hemos vivido la evolución de varios formatos discográficos, y nos imaginamos que para los que vinieron antes también fue complicado. Pasamos por la etapa de hacer gacetillas de prensa, repartir el disco en cada radio, en cada programa de televisión, para que nos conozcan. Hoy, en cambio, todo es digital: un mar de información que llega con solo un clic y te permite dar a conocer tu propuesta de manera inmediata. Esta evolución nos dio herramientas para crecer y llegar a lugares impensados en cualquier parte del mundo, lo que te abre un mundo enorme de posibilidades que ni siquiera imaginábamos”.

Páez evoca a Rolando Chivo Valladares, quien les dijo que “uno tiene que ser como el agua en el río, y que cada vez que una piedra se presenta, buscar la forma de abrazarla y superarla para poder seguir el camino”. “No podríamos darles consejos a quienes hoy quieren comenzar su camino en la música o en cualquier vocación que los llame de verdad, sólo compartir lo que nos ha sostenido todos estos años: la certeza de que los sueños necesitan ser abrazados con el alma entera. Si sentís en el corazón que ese es tu camino, defiéndelo, cuídalo y diferénciate desde lo más genuino de vos. No todo llega rápido, ni fácil. Van a venir momentos duros, en los que vas a pensar en abandonar. Pero si cada día das un paso, aun pequeño pero firme, ese sueño se empieza a construir con raíces profundas. Y ahí vas a entender que todo valió la pena”, concluyen, a dos voces.

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