CON SUS DOCENTES. Francisco no estaría a punto de viajar sin el trabajo incansable de quienes lo acompañaron en el trayecto. / CORTESÍA ROTARY CLUB DE TUCUMAN
Francisco Romano se levanta a las seis de la mañana; alimenta a sus animales; hace tortillas al rescoldo junto a su madre y ayuda a su padre con las tareas del campo. Vive en Ancajuli, una comunidad rural de la alta montaña tucumana. Hasta ahora sus días transcurrían entre viajes a caballo y semanas enteras de estudio en la escuela-albergue de Las Arquitas. Pero algo está por cambiar: a los 17 años fue seleccionado por Rotary Club de Tucumán para realizar un intercambio de un año en Brasil con todos los gastos pagos.
“Cuando me dieron la noticia no lo podía creer. Fue algo hermoso. Es un orgullo para mí, para mi familia y para todo el cerro, porque sé que muchos chicos lo desean”, cuenta conmovido. La oportunidad llegó por medio de la Dirección de la escuela y él no lo dudó. “No sabía bien qué era un intercambio, pero me comprometí desde el primer día”, dice.
ÉL ES FRANCISCO. Vive en Ancajuli, estudia en Las Arquitas y fue elegido por una beca internacional para conocer otra cultura. / CORTESÍA ROTARY CLUB DE TUCUMAN
La vida en la alta montaña
La Escuela Multinivel N°70 Las Arquitas es una institución de alta montaña del departamento de Tafí Viejo a la que se accede a caballo desde Raco. Funciona durante 15 días a los que les sigue una semana de descanso. Durante esas jornadas, estudiantes y docentes conviven albergados en condiciones muy distintas a las de la ciudad. Sin electricidad ni agua corriente, todo se cocina a fuego y se vive en comunidad. “Mi escuela es mi segunda casa; mis docentes y compañeros, mi segunda familia”, explica Francisco.
CON SU COMUNIDAD. Francisco sueña con volver, contar su experiencia e inspirar a otros. / CORTESÍA ROTARY CLUB DE TUCUMAN
Para llegar a su escuela, tiene que emprender un verdadero viaje. Desde su casa en Ancajuli, el trayecto puede tomar hasta diez horas a pie o a caballo. El acceso más cercano en vehículo queda a varias horas de distancia, así que, cuando hay que subir materiales o alimentos, todo se hace con carga a lomo de mula.
“Yo creo que el mundo es demasiado grande como para vivir siempre en el campo. Esto me abre muchas puertas”, reflexiona. Antes de esta oportunidad, Francisco ya había tenido dos experiencias de viaje: participó de un campamento en Córdoba organizado por el Rotary y luego viajó a Buenos Aires gracias a una gestión de Rossana Chahla para toda la escuela. “Conocer la ciudad fue algo muy grande para mí. Es distinto a lo que vivimos allá en el cerro”, cuenta.
SU ESCUELA. La escuela Las Arquitas es una institución de alta montaña de modalidad multinivel. / CORTESÍA ROTARY CLUB DE TUCUMAN
Un destino llamado Brasil
Francisco todavía espera la visa de estudios, el último paso para concretar su viaje a Río Grande del Sur, en Brasil. Allí vivirá un año en tres casas diferentes, como indica el reglamento del programa. Ya sabe que la primera es la de Tiago, un chico de su edad que hizo un intercambio en la Patagonia hace dos años. "Voy a poder hablar español con él y practicar portugués", comenta. Su mamá de allá ya le adelantó que guarde en su valija una moneda de ,a Argentina y un mate para compartir.
“Me encanta el fútbol y Brasil es el país más futbolero que hay. Estoy emocionado por conocer su cultura, hacer amigos y enseñar mis costumbres. Sé que los primeros días me va a costar porque yo estoy acostumbrado al silencio, a los animales. Pero miedo no tengo. Estoy tranquilo y confiado”, afirma.
La perspectiva de vivir en el exterior no pertenece sólo a Francisco. Su entorno de la montaña, de repente, se llenó de viajes. Es que su teacher, Andrea Marcelo, fue becada por el programa Fulbright y viajará a los Estados Unidos. “Eso me emociona mucho: que nuestra escuela haya sido parte de esto. Sentimos que nos tocó la vida”, explica.
CON SUS COMPAÑEROS. Francisco sueña con ser peluquero o barbero, una pasión que nació en la escuela, cortándoles el pelo a sus compañeros. / CORTESÍA ROTARY CLUB DE TUCUMAN
El sueño de cortar el pelo y volver a contar
Entre sus planes futuros, Francisco sueña con ser peluquero o barbero, una pasión que nació en la escuela, cortándoles el pelo a sus compañeros. “Aprendí mirando videos y me encantó. Me gustaría seguir por ahí”, revela.
Y aunque se va por un año, ya piensa en su regreso. “Quiero que cuando vuelva me estén esperando y poder juntar a mi comunidad para contarles todo. Esto va a ser inolvidable”, dice. A otros chicos de zonas rurales les deja un mensaje claro: “que lo intenten. No importa si no sale a la primera”.
JUNTO A SU DOCENTE. Francisco y Nicolina buscan lo mejor para su comunidad. / CORTESÍA ROTARY CLUB DE TUCUMAN
Francisco no estaría a punto de viajar sin el trabajo incansable de sus docentes. Nicolina Mamaní, una de sus profesoras, lo explica con emoción: "en la escuela de alta montaña sos docente, cocinera, enfermera, psicóloga… dejamos nuestras familias por 15 días. Pero todo se hace con amor”.
Actualmente están organizando rifas para cumplir otro sueño: que nueve estudiantes conozcan el mar. Quien quiera colaborar puede hacerlo por medio de la cuenta de Facebook “Escuela Multinivel Las Arquitas”.






