Saqueos y disparos bloquean la ayuda alimentaria en Gaza

Multitudes hambrientas acaparan la poca comida que entra al enclave palestino, en medio del caos y el fuego indiscriminado. Los más vulnerables se quedan afuera del reparto.

DÉBILES. Los más hambrientos no tienen energía para pelear por comida, cuentan reporteros y agentes de ONG. afp DÉBILES. Los más hambrientos no tienen energía para pelear por comida, cuentan reporteros y agentes de ONG. afp
04 Agosto 2025

PARIS, Francia.- Tras casi un año de guerra, la poca comida que entra en Gaza es rápidamente acaparada por multitudes hambrientas que arriesgan sus vidas bajo los disparos, saqueada por bandas criminales o desviada en medio del caos, sin llegar a quienes más la necesitan.

Gracias a una pausa parcial en los bombardeos anunciada recientemente por Israel, bajo presión internacional ante el riesgo de que la población muera de hambre, la ayuda humanitaria volvió a entrar en el territorio sitiado, pero en cantidades muy insuficientes según las organizaciones internacionales.

La situación humanitaria dramática en la Franja de Gaza es la consecuencia del bloqueo total a la ayuda humanitaria impuesto por Israel desde el 2 de marzo hasta el 19 de mayo.

Los corresponsales de la agencia AFP contaron escenas dramáticas en las que multitudes desesperadas se abalanzan, a menudo con peligro de vida, sobre vehículos cargados de víveres o lugares donde aterriza la ayuda lanzada por vía aérea.

El jueves, en Al Zawayda, centro de la Franja, decenas de palestinos demacrados salieron corriendo, empujándose y arrebatándose paquetes tras ver el lanzamiento desde un avión.

“El hambre ha llevado a la gente a enfrentarse entre sí. Se pelean con cuchillos”, dice Amir Zaqot, que fue a buscar ayuda.

Para evitar disturbios, los conductores del Programa Mundial de Alimentos (PMA) tienen instrucciones de detenerse y dejar que la gente se sirva directamente. “Una rueda de camión casi me aplasta la cabeza y me lesioné al recoger la bolsa”, suspira un hombre, con un paquete de harina sobre la cabeza, en la zona de Zikim, al norte de Gaza.

“Sin manera de escapar”

Mohammad Abu Taha acudió al amanecer a un punto de distribución cerca de Rafah, en el sur, para hacer fila y reservar su sitio: había miles esperando, todos hambrientos, por un saco de harina o un poco de arroz y lentejas. “De pronto, escuchamos disparos (...) Ninguna manera de escapar. La gente empezó a correr, empujándose y cayendo, niños, mujeres, ancianos -cuenta el hombre de 42 años.- La escena era trágica: sangre por todas partes, heridos, muertos”. Las fuerzas israelíes niegan que las acusaciones y alegan que son “disparos de advertencia” cuando la gente se acerca demasiado.

Desde hace meses, ONG internacionales denuncian los repetidos obstáculos impuestos por las autoridades israelíes, como denegar permisos para cruzar fronteras, lentitud en los pasos aduaneros, limitación el puntos de acceso o rutas peligrosas.

El martes, en Zikim, el ejército israelí modificó los planes de carga del PMA, “mezcló cargamentos y obligó al convoy a salir antes de lo previsto, sin seguridad adecuada”, se quejó un alto cargo de la ONU. En el sur, en el paso fronterizo de Kerem Shalom, hay dos rutas posibles para llegar a los almacenes (situados en el centro de la Franja de Gaza), explica un responsable de una ONG, que también prefiere permanecer en el anonimato. “Una es bastante segura, la otra es escenario habitual de combates y saqueos. Es esa la que nos obligan a tomar”, afirma.

“Darwiniano”

Parte de la ayuda es saqueada por bandas -que a menudo atacan directamente los depósitos- y desviada en beneficio de comerciantes que la revenden a precios exorbitantes, según fuentes humanitarias y expertos.

“Es un experimento darwiniano en el que solo sobrevive el más fuerte: los más hambrientos no tienen energía para correr detrás de un camión, esperar horas al sol o pelear por un saco de harina”, afirma Muhammad Shehada, investigador invitado del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR). “Estamos en un sistema ultracapitalista, donde comerciantes y bandas corruptas envían a niños a arriesgar sus vidas en los puntos de distribución o en saqueos. Se convirtió en una nueva profesión”, explica desde Gaza Jean-Guy Vataux, jefe de misión para Médicos Sin Fronteras (MSF).

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