Desde hace varios años, Tucumán parece haber olvidado el valor de sus clubes. En la postal actual del fútbol local, las tribunas están cada vez más vacías, las estructuras institucionales tiemblan, y los clubes de barrio (esos que alguna vez fueron orgullo, refugio y hasta una escuela de vida) hoy agonizan en el silencio de sus puertas cerradas, en la pintura descascarada de sus paredes y en los potreros que ya no se pisan. Por momentos, da la sensación de que la pasión ha sido archivada en una caja polvorienta, junto con los carnets de socios y las viejas camisetas que tenían el número cosido a mano.
Frente a este panorama desolador, la iniciativa de la Liga Tucumana de Fútbol, que lanzó una gran rifa solidaria bajo el lema “Todos Ganamos”, aparece como algo más que una movida económica; se siente como un acto de fe. Esta modalidad que ya se realiza en muchas ligas del interior (Jujuy, Salta y Córdoba, entre otras) una invitación a volver a creer en el poder transformador del fútbol, cuando este nace desde abajo, en las escuelitas, en los clubes barriales, en los pies descalzos que corren detrás de una pelota más por ilusión que por reglas.
La rifa tiene una mecánica sencilla pero efectiva. Cada club afiliado a la Liga, desde la Primera División hasta las escuelas de fútbol infantil, recibe una cantidad de cartones para vender. El 100% de lo recaudado (salvo 70 cartones rendidos para gastos administrativos) queda para la institución. Si un club logra vender la totalidad de los 2.000 cartones asignados, puede llegar a juntar cerca de 19 millones de pesos. Una cifra impensada en otros tiempos y en otros contextos. Pero sobre todo, esto semeja ser una bocanada de aire fresco para clubes que ya estaban a punto de ahogarse.
“El objetivo es que cada club pueda destinar esa plata a lo que verdaderamente necesite. Para la pintura del vestuario, para viajes, para camisetas, para baños dignos, para comprar redes nuevas y pelotas. Son cosas básicas, pero que hoy parecen lujos para los clubes”, explicó un vocero del área de prensa de la casa madre de nuestro fútbol. “La Liga entrega los cartones, pero el dinero no vuelve a pasar por nosotros. Es de ellos, de los clubes. Ellos deciden en qué invertirlo. Eso es lo que lo hace distinto”, agrega.
Y lo hace también profundamente necesario. Porque el fútbol tucumano (al margen de lo que hagan Atlético o San Martín) se desangra en silencio. Ya no es raro ver clubes sin actividades, sin categorías formativas y sin socios. Hay camisetas que no se lavan desde hace años y trofeos cubiertos de tierra que sólo recuerdan que hubo un tiempo en el que los sábados eran para los chicos y los domingos para los grandes. Un tiempo en el que los clubes no sólo eran lugares para jugar, sino verdaderas trincheras contra el abandono, contra la calle y contra la droga.
Porque eso también está en juego. Con clubes cerrados hay más chicos sin rumbo, y con más chicos sin rumbo hay más infancias rotas. No es una exageración, es una realidad palpable en los barrios, en donde las escuelitas de fútbol son muchas veces el único plan social concreto que funciona. Allí se enseña a patear una pelota, sí; pero también a respetar, a convivir, a soñar. A veces, el entrenador es más presente, incluso, que un padre ausente. Y a veces el vestuario es más refugio que una casa partida por la violencia. Por eso cada vez que una institución cierra, esa red se rompe.
Revivir
Por eso la rifa es importante. Porque permite que cada club (incluso aquellos olvidados en los márgenes de la ciudad) pueda al menos intentarlo. Pueda pintar una tribuna, comprar conos, darle una camiseta nueva a ese chico que viene todos los días en ojotas a entrenarse o pueda viajar a jugar un amistoso después de años. En pocas palabras, pueda revivir.
“El lema es ‘Todos ganamos’ porque de verdad creemos que esto no es sólo una ayuda para los clubes. También es una oportunidad para que la comunidad se involucre, para que los vecinos se acerquen y participen. Para que cada cartón vendido sea también una muestra de apoyo, un voto de confianza, un empujón más”, agregaron desde la Liga. El sorteo será el 10 de octubre, con transmisión en vivo por streaming. El primer premio es de 25 millones de pesos. Además se sortearán dos motos y un voucher de un millón en indumentaria oficial. Pero el premio más importante no figura en esa lista. Recuperar a nuestros clubes parece ser el máximo objetivo.
Porque si bien esta rifa no es una solución estructural, sí puede ser el puntapié inicial para un cambio de paradigma. Para empezar a mirar a los clubes como lo que realmente son; espacios sociales fundamentales para la formación, contención y promoción del deporte. Hay que salir del modelo en el que el club vive esperando una limosna del político de turno. Hay que profesionalizar la gestión, apostar por nuevas generaciones de dirigentes, fomentar el sentido de pertenencia y, por qué no, soñar con estadios llenos otra vez.
No podemos resignarnos a que el fútbol tucumano sea sólo una estampita del pasado. No podemos dejar que los clubes se oxiden en el olvido. Esta rifa, quizás, no lo cambie todo. Pero puede encender una chispa. Y si el fuego prende, tal vez podamos volver a vivir ese fútbol que se jugaba con los ojos cerrados y el alma abierta. Ese fútbol que no prometía millones, pero sí abrazos. Ese fútbol que se gritaba con la garganta del barrio entero.








