Firmeza y perfil bajo: la regularidad de Guillermo Rodriguez en San Martin de Tucuman

El central tucumano va paso a paso en el "Santo".

Firmeza y perfil bajo: la regularidad de Guillermo Rodriguez en San Martin de Tucuman

Guillermo Rodríguez no necesita hablar fuerte para hacerse notar. No tiene tatuajes del escudo, ni discursos preparados sobre el amor al club. Y sin embargo, hay pocos que encarnen tanto la idea de pertenencia como él. No por lo que dice, sino por lo que hace: jugar y sostener. Callado, parejo y convencido. A los 23 años, el defensor tucumano nacido en San Pablo es una de las figuras más importantes de la defensa de San Martín.

No es común que un central tan joven se afiance así. Mucho menos en un torneo tan exigente como la Primera Nacional y en un club donde el margen de error es mínimo. Rodríguez no llegó por la ventana. Se formó en las inferiores del “Santo”, debutó en 2023 con Iván Delfino como DT y fue ganando su lugar sin hacer ruido. Paso a paso. Hoy, es uno de los pocos jugadores del plantel con asistencia perfecta. Y eso, en un equipo que pelea arriba, no es un detalle menor.

Su crecimiento fue a la par del equipo. Mientras San Martín se acomodaba a los vaivenes del torneo, a los resultados que calaron hondo y dolieron en los últimos años, él fue puliendo su juego. Firme en la marca, atento en los cruces y claro para salir del fondo. No es un defensor que busca lucirse. Pero cumple. Siempre. Y cada vez mejor.

“El foco está en mantener la regularidad. Trato de dar lo mejor siempre”, dice. La frase es sencilla, y refleja su estilo. No hay más vueltas que darle. Tampoco excusas. Rodríguez asume el lugar que le toca con seriedad. Y cuando el equipo no logra sacar ventaja rápido, su trabajo atrás se vuelve todavía más valioso.

Ser central con 23 no es simple. “Al principio jugaba en contra la idea de que un error ahí se paga más caro”, reconoce. Pero con el tiempo lo fue llevando mejor. El grupo también ayudó: habla mucho con sus compañeros, se apoyan, se empujan cuando las cosas no salen. Eso se nota en la cancha, pero también afuera. Porque para sostener una defensa en un torneo largo, no alcanza solamente con entrenar: también hay que tener cabeza.

En un fútbol argentino que se volvió cada vez más itinerante, con planteles repletos de jugadores que llegan, se van, prueban suerte, y se marchan, lo de Rodríguez y otros nombres tucumanos del plantel rompe la lógica. Con la continuidad de Ariel Martos como DT, San Martín apostó fuerte a los jugadores de inferiores. Y esa decisión se ve partido a partido. Hoy el club lidera la Zona A con un equipo donde “los de casa” tienen protagonismo.

“La campaña la vivimos bien. Por algo estamos punteros”, sostiene. Y enseguida marca el tono del vestuario. “San Martín te exige ganar siempre. De local, de visitante. Pero hay que mantener la tranquilidad. Sabemos que estamos dando lo mejor y va a seguir siendo así”, sentencia.

En tiempos de urgencias, cuando una derrota o un empate sin goles puede desencadenar un vendaval de críticas, la palabra “tranquilidad” suena rara. Pero aparece varias veces en boca del defensor. La repite sin defensiva y sin ironía. Con naturalidad. El equipo está puntero, sí, pero no viene ganando con contundencia y el calendario se vuelve cada vez más pesado. Se viene Gimnasia y Tiro en Salta, después River por Copa Argentina, luego Madryn en el sur. Todos en poco tiempo. Todos con desgaste asegurado.

Rodríguez no se desespera. No mira la tabla todos los días ni se engancha con lo que se dice afuera. “No escucho las críticas. Trato de hacer oídos sordos porque te juegan en contra. Si entrás en eso, te saca del foco”, explica. Y ese foco, para él, está claro: sostener el nivel y llegar firme al momento en el que se define todo.

Dice que al equipo “le faltan los últimos pasitos”. Que vienen haciendo las cosas bien, pero los resultados no terminan de reflejarlo. Que necesitan esa racha de tres, cuatro, diez triunfos seguidos. Pero no lo dice desde la ansiedad: lo dice porque sabe que se puede. Que no falta tanto. Que están cerca.

No vende humo. No busca cámara. Guillermo Rodríguez representa una forma de hacer las cosas: desde abajo, con esfuerzo. En un fútbol donde muchos van y vienen sin dejar huella, él se plantó en el club que lo formó y se ganó el puesto. Con presencia.

El sprint final está en marcha. Y San Martín va a necesitar, más que nunca, de jugadores que rindan y transmitan solidez cuando el partido se complica. Rodríguez lo viene haciendo desde hace rato con una convicción que no necesita muchas más explicaciones. Se ve. Y en San Martín, eso hoy vale oro.

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