Franco Colapinto está por cerrar un círculo. Este fin de semana, el piloto argentino vivirá su primer Gran Premio de Bélgica en la Fórmula 1, nada menos que en el circuito de Spa-Francorchamps. No se trata de una pista más en el calendario: para él, Spa es casi un talismán, el escenario donde dio sus primeros pasos en Europa, donde ganó, donde llovió, donde se cayó y se levantó. Allí se forjó el piloto que hoy representa a Alpine en la máxima categoría del automovilismo.
El vínculo entre Colapinto y Spa comenzó en 2019, cuando compitió en la Fórmula Renault Eurocup con el equipo FA Racing by Drivex. Ese año terminó 12° y 20°, lejos del podio, pero al año siguiente, con MP Motorsport, todo cambió: ganó la primera carrera y se metió definitivamente en el radar. En 2021 volvió a festejar, esta vez en la Eurofórmula Open, con otra victoria contundente.
El trazado belga también fue testigo de su paso por la Fórmula 3. En 2022, con Van Amersfoort Racing, no logró destacarse, pero al año siguiente, ya con MP Motorsport, se metió entre los diez primeros en ambas competencias del fin de semana. En 2024, en la Fórmula 2, sumó puntos en la sprint race pero abandonó en la principal, luego de una largada prometedora.
Cada regreso a Spa fue una versión mejorada de sí mismo. Y esa evolución fue la que lo llevó a convertirse en piloto oficial de Williams en 2024 y, finalmente, a conseguir una butaca titular en Alpine para este 2025.
Ahora, a bordo de un F1, volverá a enfrentar curvas míticas como Eau Rouge, Blanchimont y La Source. Pero ya no como la promesa del futuro, sino como el presente del automovilismo argentino. Con la bandera celeste y blanca y una historia que vuelve al punto de origen.







