Recuerdos fotográficos: 1910. Cuando los comercios se tironeaban los clientes
En este espacio de “Recuerdos” LA GACETA busca revivir el pasado a través de imágenes que se encuentran guardadas en ese tesoro que es el Archivo de LA GACETA. Esperamos que a ustedes, lectores, los haga reencontrarse con el pasado y que puedan retroalimentar con sus propios recuerdos esta nueva sección.
En “Sintetizando recuerdos (para mis hijos)” Faustino Velloso cronicó la vida en Tucumán de fines del siglo XIX hasta el comienzo del XX. Dice que en calle Mendoza estaba instalada la mayoría de las tiendas, almacenes y talabarterías a los que concurrían los campesinos a hacer sus adquisiciones. La imagen de calle Mendoza en 1910 que seleccionó Gustavo Grupalli muestra la época. “Era interesante y pintoresco a la vez ver a los dueños y dependientes de esas casas, ‘atajando’ clientes para sí, en una puja sui generis, pues había momentos en que el cliente se veía apresado por patrones o dependientes de distintos comercios”, dice Velloso, que refiere que en esos tiempos se trabajaba de 6 de la mañana a las 10 de la noche. Sólo los domingos había una pausa para descansar entre las 12 y las 17.
Cuenta que “en cada comercio reinaba un solo propósito y a él se acomodaba la conducta de sus propietarios y colaboradores. Había que vender más y al mejor precio (...) De ahí la práctica de disputarse al cliente confiado de la campaña, que de tarde en tarde venía a la ciudad a hacer sus ‘avíos’ ”. Los “marchantes”, como se llamaba a los clientes forzados, “eran por lo general engañados y cómo no, al efectuar sus compras: así por ejemplo se les mezclaba yerba con azúcar y se les hacía creer que toda era igualmente dulce -la mezcla, en poca cantidad, estaba bajo el mostrador- o les hacían entrar las botas, aunque fueran chicas, a fuerza de jabón y otras cosas por el estilo”. En esa competencia -concluye- hasta se hacían carteles como “No confundir este almacén con el del otro charlatán del frente”.







