GRAN DESCUBRIMIENTO. Las “plumas del manto” podrían anticipar futuras erupciones masivas.
Un equipo de científicos de Francia y Australia descubrió un patrón geológico que podría ayudar a entender el origen de las grandes erupciones volcánicas del planeta. Mediante el análisis de 300 millones de años de historia terrestre, identificaron que muchas de estas explosiones coincidieron con el ascenso de burbujas calientes desde el manto, conocidas como plumas del manto. Publicado en la revista Communications Earth & Environment, el hallazgo podría transformar la forma en la que se monitorean las zonas volcánicas activas.
Las plumas del manto son columnas de material fundido y gases que emergen desde las regiones más profundas del planeta, y actúan como “combustible” para las erupciones más violentas. Aunque su existencia ya era conocida, hasta ahora no se había comprobado con datos estadísticos su relación directa con los eventos volcánicos más destructivos.
Para entender mejor el descubrimiento, conviene recordar que el manto se ubica inmediatamente debajo de la corteza y se extiende hasta los 2.900 km de profundidad, según la definición publicada por el Servicio Geológico Minero Argentino. Tiene el mayor volumen de todas las capas que componen la tierra.
El mismo está constituido por material rocoso sólido sometido a altas temperaturas y presiones: a medida de que aumenta la profundidad la roca tiende a fundirse. Además, se caracteriza por una gran homogeneidad en los materiales que lo forman, fundamentalmente silicio y magnesio. Tiene las propiedades de un sólido, salvo en la parte superior donde presenta cierta plasticidad por encontrarse en fusión parcial.
El profesor asociado Nicolas Flament y la doctoranda Annalise Cucchiaro fueron dos de los coautores del estudio. Los científicos cruzaron bases de datos globales de erupciones históricas con modelos tridimensionales del interior de la Tierra.
Compararon las ubicaciones de grandes explosiones con la posición de estas burbujas profundas modeladas mediante estudios sísmicos y simulaciones digitales. El resultado fue contundente: las erupciones más grandes tienden a ocurrir cerca de los bordes de estas zonas calientes, llamadas LLSVPs (”grandes provincias de baja velocidad sísmica” por sus siglas en inglés).
“La distancia media entre erupciones y conductos modelados es menor que si fueran ubicaciones al azar”, afirmaron los autores. Estas estructuras, invisibles para el ojo humano, se ubican bajo regiones como África y el Pacífico, y migran lentamente a lo largo de millones de años, influyendo en la historia geológica y climática de la Tierra.
Regiones propensas
¿Qué significa este hallazgo? Aunque el interior profundo del planeta no puede observarse directamente, este estudio permite anticipar qué regiones podrían ser más propensas a futuras erupciones masivas en función del comportamiento de estas plumas.
Esto podría orientar estrategias de prevención y priorizar el monitoreo en zonas críticas.
Además, el trabajo respalda la idea de que la actividad volcánica más intensa no es completamente aleatoria, sino que responde a patrones subterráneos más profundos y antiguos que los movimientos de placas tectónicas superficiales.
Aunque las tecnologías actuales aún no permiten observar directamente el nacimiento de estas burbujas profundas, su detección mediante simulaciones y datos sísmicos ofrece una herramienta prometedora para anticipar futuros escenarios de riesgo volcánico.
Comprender lo que ocurre a miles de kilómetros bajo nuestros pies podría ser clave para enfrentar uno de los fenómenos naturales más extremos y transformadores del planeta.









