Por Belén Castellano
20 Julio 2025
CIELO DESPEJADO. Decenas de personas esperaron su turno para observar el sol de manera segura a través del telescopio de Ampimpa. la gaceta / fotos Belén Castellano
Ayer a las 16, una fila prolija se formó frente al telescopio instalado cerca de la hostería Atahualpa Yupanqui de Tafí Viejo. Miraban hacia el oeste. El cielo estaba despejado y el sol, en todo su esplendor. Todos querían ver lo invisible a simple vista. Con paciencia, esperaban su turno para mirar la estrella madre, bajo la guía del equipo del Observatorio Astronómico Ampimpa.
Celeste González, integrante del grupo científico, explicó que la actividad consistía en una observación segura del sol. Usaron un telescopio con un filtro especial que bloquea el brillo excesivo, lo que permite ver sin riesgos la fotósfera, la capa visible del sol. Allí, dijo, pueden verse manchas solares: “son sectores donde hay fuertes campos electromagnéticos que generan una baja muy brusca de la temperatura”.
La diferencia térmica provoca una diferencia de brillo y así se forman esas manchas oscuras. “Se ven como pequeños lunares”, describió la experta.
Bajo el mismo cielo
Relajados estaban Miguel y Tobías, juntos por un reencuentro esperado. Sus familias son amigas desde hace mucho tiempo y se volvieron a ver este invierno, después de casi 15 años sin contacto. La última vez que estuvieron juntos, Tobías tenía apenas cinco años. Hoy tiene 19 y viajó desde Antofagasta de la Sierra, en plena cordillera catamarqueña, a más de 3.000 metros de altura, para pasar unos días en Tucumán.
JUNTOS. Miguel, Belén, Soledad, Benicio, Tobías, Alejandra y Nahitan.
“Vinieron de vacaciones a nuestra casa. Aprovechamos el día. La actividad fue muy valiosa”, expresó Miguel, que vive en Tucumán desde hace años pero es de Santiago del Estero. Tobías, agregó que fue su primera vez frente a un instrumento astronómico y que le pareció hermosa la experiencia. “Nunca había hecho algo así y me pareció muy interesante la información, la actividad en general”, comentó Miguel.
Entre las montañas y el cielo abierto, las dos familias compartieron una tarde distinta. “Somos familias amigas”, resumió Miguel. Esta vez, el sol fue testigo del reencuentro.
Con mandarinas
Sentadas y con mandarinas, estaban Lara (16) y Aldana (17). Se conocieron hace cinco años en el colegio. Ambas se interesan por la astronomía y ese fue el motivo que las llevó hasta la actividad. Para las dos, observar el sol no era solo una actividad más: era una forma de buscar respuestas propias. “Nuestro sueño es poder ver más allá de lo que nos cuentan”, dijo Lara. Aldana completó: “Es mejor enterarse por una misma que escuchar y sacar conclusiones. Es mucho más interesante así”.
Cuando finalmente lograron mirar por el telescopio, se toparon con las manchas solares. “Las manchas solares se veían muy lindas y bastante claras. Yo había escuchado hablar de ellas, pero no sabía mucho”, reconoció Aldana.
Rivales pero amigos
Unos pasos más adelante, con una pelota en la mano, estaban Francisco (12) y Benjamín (9), amigos y vecinos de Lomas de Tafí. Caminaban con los padres de Francisco por los senderos, cuando les contaron sobre la observación. Sin saber bien de qué se trataba, se acercaron con curiosidad. “No me imaginaba nada… fue raro, pero bueno y nuevo”, confesó Benjamín, que se animó a mirar.
Entre los dos hay diferencias futboleras. Uno es hincha de Atlético Tucumán y el otro de San Martín. Sin embargo, dicen que no discuten por eso. “Nos llevamos bien, ya ni nos cargamos”, afirmó Francisco. Juegan juntos, se conocen desde siempre y, aunque son rivales en la cancha, son compañeros en todo lo demás. La astronomía sumó ahora una página en su historia.
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