LINKEDIN. El positivismo tóxico en la plataforma genera una falsa idea de éxito constante entre quienes usan la red para trabajar o buscar empleo. / GOOGLE
“Mi despido fue mi oportunidad”; “mi fracaso me enseñó” o “mi jefe tóxico me hizo crecer”. Si entraste a LinkedIn alguna vez, seguro viste este tipo de frases. Lo que empezó como un espacio para intercambiar experiencias laborales; conectar con oportunidades de crecimiento y generar una red de buenas prácticas profesionales se transformó en una vidriera de logros perfectos y relatos épicos que, lejos de inspirar, pueden generar ansiedad y frustración. Distintas voces están llamando la atención sobre la banalización de una plataforma que en sus inicios llamó la atención de usuarios que rechazaban la impostura de X o de Instagram.
La presión por mostrar una versión idealizada del trabajo alimenta lo que expertos en recursos humanos llaman “positivismo tóxico”. Un fenómeno que se expande en la red profesional más grande del planeta y que afecta especialmente a jóvenes que intentan insertarse en el mercado laboral sin filtros ni mentiras bonitas.
Juan Méndez, un experto en recursos humanos especializado en LinkedIn, advirtió a LA GACETA que este fenómeno se trata de una corriente cultural que promueve una visión irreal del trabajo, donde la vulnerabilidad se censura y el fracaso debe convertirse en espectáculo inspirador.
"Autocelebración" y "filtros corporativos"
Con más de 1.000 millones de usuarios en 200 países, hace tiempo que LinkedIn dejó de ser sólo un buscador de empleo. Hoy es una vitrina donde se compite por mostrar quién tiene el relato más atractivo. Cada logro se cuenta como si fuera un episodio de una serie de superación personal.
El experto Juan Méndez lo describe así: “LinkedIn dejó de ser un CV digital y se convirtió en un escenario. Si no publicás algo épico, no existís. Hay gente que transforma un despido en un aprendizaje de vida porque siente que, si no lo cuenta así, nadie lo va a valorar”.
Esa idea aparece en un posteo del escritor Alejandro Rozitchner que se viralizó en la propia red social. Este pensador criticó el tono permanente de autocelebración observado en la plataforma. “No entiendo bien esta idea de contar cada logro o cada drama laboral como si fuera una épica. LinkedIn parece un lugar donde mostrar emociones reales está mal visto”, escribió.
Un dato de Infojobs lo confirma: cerca de la mitad de las empresas detecta incoherencias entre lo que los candidatos publican y la realidad que revela una entrevista. “Es la lógica de los filtros, pero en versión corporativa”, agrega Méndez.
"Storytelling del ego"
En otra publicación que tuvo abundante repercusión, el periodista y profesor universitario Leandro Africano desarrolló el concepto del “storytelling del ego” para describir cómo LinkedIn se llena de relatos grandilocuentes que no siempre reflejan la realidad. “No se trata sólo de mostrar tu trabajo, sino de inventar una narrativa para que parezca algo heroico. Y eso es agotador”, escribió. Y agregó: "proliferan los posteos impecablemente redactados que no dicen nada. Frases motivacionales con estética editorial; fotos profesionales con gestos de autoridad o cercanía; conclusiones personales sin tensión ni contradicción. La narrativa del yo estuve ahí, yo lo aprendí, yo lo viví se vuelve protocolo. Se reciclan fórmulas. Se aplauden reflexiones donde no hubo conflicto, se publican aprendizajes donde no hubo proceso".
Para los jóvenes que buscan su primer empleo o están arrancando sus carreras, esta dinámica puede ser especialmente agobiante. No sólo deben competir con otros candidatos, sino también con relatos idealizados que parecen inalcanzables.
Méndez lo explica: “Es imposible no compararse cuando ves que todos hablan de logros y de aprendizajes transformadores. Aunque sepas que mucho de eso es exagerado, te hace sentir insuficiente”.
El problema es que esta narrativa no sólo afecta a cada individuo, sino que moldea el modo en que se perciben las relaciones laborales. “Cuando el éxito se transforma en un show, la vulnerabilidad desaparece. Nadie quiere contar una experiencia negativa porque teme quedar fuera de esa imagen de perfección”, advierte Méndez.
Positivismo tóxico en versión laboral
El “positivismo tóxico” es la obligación de mantener una actitud optimista y de agradecer incluso cuando las condiciones son injustas o desmotivantes. En LinkedIn esto se multiplica por la exposición pública: cada historia busca ser mejor que la anterior.
“Si contás que estás mal o que algo te salió mal, quedás fuera del guión. Entonces todos fingen estar bien y eso alimenta una mentira colectiva”, dicen las voces críticas de LinkedIn. Esta presión invisible se nota sobre todo en los equipos jóvenes, donde la cultura laboral exige demostrar resiliencia todo el tiempo. “Si no publicás logros, proyectos o aprendizajes épicos, pareciera que no valés”, afirma Méndez.
Un detalle que Rozitchner remarcó en su posteo es la falta de espacio para emociones reales: “si publicás algo sin tono motivacional, no encaja. Hay un algoritmo invisible que premia solo las historias que parecen sacadas de un libro de autoayuda”.
La comparación constante
Ver publicaciones donde todos parecen felices, agradecidos y exitosos genera un efecto espejo que afecta la autoestima. Para quienes recién empiezan, es inevitable preguntarse: “¿por qué yo no estoy haciendo algo tan increíble?”.
A esto se suma la idea de que cada momento negativo debe ser transformado en algo inspirador. “Hasta los despidos se convierten en oportunidades, como si no dolieran. Eso es peligroso porque invisibiliza el costo emocional del trabajo”, explica Méndez.
Un Instagram para "adultos que se creen serios"
LinkedIn es una herramienta poderosa para construir relaciones laborales, pero también puede convertirse en un espacio tóxico si se usa como escaparate de un éxito irreal. En un momento donde la salud mental de jóvenes y estudiantes se discute cada vez más, pensar en formas de usar la plataforma con honestidad podría marcar la diferencia.
Méndez observa: “LinkedIn es el Instagram de los adultos que se creen serios. Sólo que en lugar de filtros, usamos palabras como resiliencia, networking o liderazgo para contar una historia que muchas veces no se parece a la realidad. Y eso también debería hacernos ruido”.







