
En medio de las banderas argentinas, hay una que resalta por su historia: la de Sociedad Sportiva, de Bahía Blanca. Erika la sostiene con firmeza, mientras Iker, su hijo, la acompaña con orgullo y muchos nervios por el partido a disputarse.
“Somos de Bahía. Iker juega en la M11 y yo jugaba al hockey en el club. En Sociedad Sportiva, como en tantos otros, el hockey y el rugby van de la mano”, cuenta Erika.
Viajaron durante casi 12 horas para llegar a La Plata. “Salimos ayer a las ocho de la noche. Llegamos hoy a las siete de la mañana. No queríamos perdernos este partido por nada del mundo”, dice. No es un sacrificio, le apasiona, les apasiona.
No es la primera vez que ven a Los Pumas. El año pasado estuvieron contra Australia. Pero esta vez es distinta: la bandera, el viaje, la complicidad madre-hijo.
“Juego desde los tres años”, dice Iker, tímido pero seguro. Cuando le preguntamos por su ídolo no duda: “Nicolás Sánchez, siempre”. Y después agrega, entre risas: “Y de los que están ahora… Mateo Carreras”. Se ríe de sí mismo al caer en la cuenta: los dos son tucumanos.
Quizás eso no sea casualidad.