LA GACETA / Foto de Analía Jaramilo
“Es algo increíble lo que me está pasando”. La frase corresponde a Valentín Montenegro, que con nueve tantos es el goleador de Atlético en la Liga Tucumana. El joven delantero de 20 años, que pertenece a la Reserva de AFA del “Decano”, vive un gran año en lo personal tras una carrera juvenil en la que debió sortear varios obstáculos.
Montenegro, mediapunta o delantero por afuera, ya sumó minutos en la Reserva de Hugo Colace, y hasta marcó dos goles. Ante la fuerte competencia que hay en su puesto empezó a sumar minutos en la Liga, y los pagó con goles: lleva nueve en 12 fechas. Todo en un año en el que firmó su primer contrato con el club. “Nunca me pasó. Sentía que algún día se me iba a dar la oportunidad”, reveló Montenegro a LA GACETA sobre el hecho de ser goleador de su equipo.
¿Por qué, según su mirada, este año está “explotando”? La firma del contrato, afirmó, fue clave para darle un impulso. “Tengo en mi cabeza seguir creciendo como futbolista y como persona. Se van dando las cosas, algunas no, pero me hago fuerte de la cabeza”, explicó.
Un subibaja
La relación de Montenegro con el fútbol comenzó muy temprano. De chico, según cuenta, pasó por el CEF 18, en donde hizo la etapa de “cebollitas”. Sin embargo, tras un conflicto entre su padre y su entrenador, pasó a Atlético.
En divisiones inferiores del club de 25 de Mayo y Chile logró ingresar a la Pre-AFA. No obstante, recordó, perdió su lugar por un viaje. “Cuando volví había otro chico en mi lugar”, subrayó. Tras ese episodio, decidió dejar el fútbol y se dedicó a jugar torneos en su barrio (Santa Ana, en la capital tucumana).
Pese a alejarse de los clubes, Montenegro reconoce que nunca resignó el sueño de ser futbolista profesional. “Jamás quise dejar el fútbol. Soñé con jugar a la pelota desde chico y en tener mi carrera de futbolista. Nunca me di por vencido; siempre le dí para adelante”, aseguró. Por eso, tres años atrás se probó en Atlético y quedó, en la Quinta División.
Así las cosas, Montenegro debió conjugar su educación con su actividad deportiva. “Iba a la tarde a la escuela, porque entrenábamos a la mañana”, apuntó. De hecho, cuenta que tuvo que hacer actividades aparte porque por los entrenamientos no podía asistir a educación física.
Pero, además, también colaboraba con su padre a nivel laboral. “Antes con mi papá salía a cortar el pasto, y también me llevaba como ayudante de albañil”, reveló. Esta situación se mantuvo hasta el año pasado, cuando ya se enfocó a pleno en el fútbol.
Este deporte es una pasión compartida para todos los Montenegro. Abigail, hermana de Valentín, juega en la Primera del “Decano” (también como delantera), mientras que su madre disputa torneos barriales.
Probablemente por eso es que Valentín siempre tuvo el apoyo de sus seres queridos para crecer en su carrera como futbolista.
“Mis viejos, desde que yo era chiquito, me llevaban y me acompañaban a todos lados; con mis abuelos y mis tíos. Hoy también van a todos mis partidos junto con mi novia. Siempre me apoyaron en lo que más me gusta y siempre me van a apoyar”, aseguró.
Y así como él ayudó a su padre en su trabajo, el apoyo es mutuo. “Él me decía que algún día el trabajo iba a tener frutos, que le diera para adelante. Hasta el día de hoy me dice que no me caiga, que siga, que ya va a venir lo bueno”, contó el delantero que vive un momento especial.
Mientras pelea por un lugar en la Reserva y disfruta de su gran momento en la Liga Tucumana, proyecta claramente su sueño más inmediato: debutar en la Primera División de Atlético.
“Mi sueño es ser jugador profesional y poder debutar en Primera. Sería darle esa alegría a mis papás, a mi novia y a mi familia, que siempre me apoyan y están a la par” concluyó el delantero que hoy celebra sus goles y se ilusiona con su futuro grande, sin olvidar sus raíces, y con sus seres queridos bien cerca.







