San Martín volvió a mostrar una imagen deslucida en La Ciudadela y podría relegar la cima

El "Santo" cayó con Patronato 1-0, por el gol de Alan Bonansea. En caso de que Atlanta gane su partido mañana, se alejará en lo más alto.

CUESTIONADO. Juan Cuevas no estuvo tan certero en la generación de juego y se fue silbado por los hinchas. CUESTIONADO. Juan Cuevas no estuvo tan certero en la generación de juego y se fue silbado por los hinchas. Foto de Osvaldo Ripoll/LA GACETA.

¿Qué le pasa a San Martín cada vez que debe jugar en La Ciudadela? ¿Por qué le cuesta tanto? Las preguntas se repiten una y otra vez en la cabeza de los hinchas, que no ocultaron su furia tras el resultado final. El equipo de Ariel Martos no solo perdió 1-0 contra Patronato, sino que también dejó pasar la gran oportunidad de alejarse en la cima. Y, para colmo, volvió a tropezar por errores propios.

La imagen que dejó el “Santo” en su casa fue un calco de otras presentaciones recientes. Ni con cambios de esquema ni con retoques individuales logra romper los bloques defensivos que le presentan sus rivales. La fórmula parece agotada. Esta vez, como en tantas otras, todo quedó en un intento.

El arranque ilusionó. San Martín salió decidido y en los primeros 15 minutos se lo llevó por delante a Patronato, como ya lo había hecho en el inicio con Almagro. Sin embargo, ese ímpetu se fue apagando con el correr de los minutos. Solo un remate de Juan Cruz Esquivel y una gran atajada de Darío Sand frente a Julián Marcioni se contaron como acciones destacadas en un primer tiempo que prometía, pero que terminó sin emociones.

La falta de claridad fue más evidente en el complemento. El equipo volvió del descanso con menos intensidad y, sobre todo, sin ideas. Con Matías García ausente, el mediocampo perdió equilibrio. Leonardo Monje, su reemplazante, no logró recuperar ni distribuir, y con Gabriel Hachen apagado, la conexión con Juan Cuevas jamás apareció. El “10” terminó siendo reemplazado entre silbidos e insultos, a los que respondió con un irónico aplauso.

En ofensiva, San Martín tampoco fue eficaz. Martín Pino apenas pudo pivotear algunas pelotas, pero no generó peligro real. Y cuando el error propio apareció, Patronato no perdonó. Franco García no logró controlar un balón en campo rival y la visita armó un contragolpe letal. La pelota voló rápido, como el sprint de Alan Bonansea, que superó a todos y definió con clase ante Sand. El delantero fue la gran figura: ganó todos los duelos, complicó a los centrales y coronó su noche con el gol del triunfo.

Las manos a la cabeza fueron reflejo de la frustración colectiva. Los insultos bajaron desde todos los sectores y hasta hubo quienes se protegieron de la lluvia intermitente, como buscando refugio del temporal futbolístico. La esperanza se diluyó tan rápido como el empuje inicial del equipo.

Los cambios no surtieron efecto

Desde el banco, Martos intentó torcer la historia. Mandó a la cancha a Alan Cisnero, Nahuel Cainelli (que tuvo algunos remates desviados), a Aarón Spetale (quien debutó) y a Jesús Soraire. Pero nada cambió. El ingreso del ex Banfield fue más anecdótico que determinante: apenas pudo meterse en el partido y terminó expulsado por derribar al incansable “9” del Patrón cuando se iba solo al gol.

A pesar de que, al menos hasta que juegue Atlanta, San Martín sigue en lo más alto, la preocupación crece. De local muestra una cara imprecisa, lenta y sin reacción. De visitante, en cambio, es otra cosa. Pero si el equipo quiere pelear de verdad, deberá encontrar regularidad y solidez en su propia casa.

¿Logrará revertir esta historia antes de que sea demasiado tarde?

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