Por Benjamín Papaterra
27 Junio 2025
ESPERA. Mientras el CT compraba las entradas, los jugadores esperaron en el pasillo antes de ingresar al teatro. Benjamín Papaterra/LA GACETA.
LA GACETA en Buenos Aires
La noche del jueves fue diferente para los jugadores de Atlético. La cena se adelantó para las 20.30 y, luego, el plantel se reunió en el hall del hotel Continental para una salida poco habitual: fueron al teatro Paseo La Plaza, en avenida Corrientes al 1600, a ver Mi amiga y yo, la obra protagonizada por Sebastián Presta y Josefina Scaglione.
Jugadores y cuerpo técnico partieron caminando desde el búnker del “Decano”. Así recorrieron varias cuadras hasta llegar al teatro. Se los pudo ver unas 40 personas con camperones celestes cruzando la avenida 9 de Julio y pasando por debajo del Obelisco: una postal que quedará en el recuerdo del plantel.
Durante el trayecto, más de una persona se acercó a Lucas Pusineri para pedirle una foto. No importaba el club de pertenencia: todos querían retratarse con el DT, aún recordado por su paso por Independiente. Luis Miguel Rodríguez también fue muy solicitado por fanáticos que no quisieron perder la oportunidad de llevarse un recuerdo.
EN TEATRO LA PASEO PLAZA. Todos los jugadores del Benjamín Papaterra/LA GACETA.
Al final de la fila iba Leandro Díaz, que aprovechó la caminata para bromear con sus compañeros y disfrutar de la salida grupal. Charló con gente en la calle e incluso le dio una propina a un artista callejero que cantaba un tango.
Una vez en el teatro, el cuerpo técnico compró las entradas y todos ingresaron a la sala Picasso, donde se ubicaron en la platea central, frente al escenario.
La obra es una comedia que gira en torno a Santiago y Valeria. Él, comediante, acaba de separarse tras diez años de matrimonio y busca consuelo en el departamento de su amiga.
Pero no están solos: “Vale” convive con Paula, su mejor amiga, y Miguel, su nueva pareja, a quien conoció en Tinder. Así, la historia se construye entre enredos, amistad y sentimientos ocultos.
Las actuaciones conquistaron a los jugadores, que estallaron de risa durante buena parte de la función. Incluso se pusieron de pie para aplaudir a los actores al finalizar la obra.
Luego de la función, el grupo regresó al hotel para descansar de cara al entrenamiento. Pero Pusineri logró lo que buscaba: cortar con la rutina, distender al grupo y compartir un momento diferente entre todos los protagonistas. Y lo consiguió.
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