Restos humanos de más de 1.000 años fueron hallados en Anfama: "Esto nos identifica como pueblo"
La comunidad indígena Diaguita dio el primer aviso al encontrar huesos mientras abrían un camino sobre una terraza del río El Duraznillo. Un equipo de arqueólogos rescató los restos de al menos dos personas, junto con cerámicas, puntas de flecha y huesos de animales. La zona será investigada en profundidad en agosto.
RESCATE ARQUEOLÓGICO. En la zona de El Duraznillo, en Anfama, donde hallaron restos humanos y materiales con más de mil años de antigüedad. Gentileza de Cecilio Álvarez, cacique de la Comunidad Indígena Diaguita de Anfama
El hallazgo fue sorpresivo, pero la reacción fue inmediata. En El Duraznillo, una de las zonas más alejadas de Anfama, departamento de Tafí Viejo, un grupo de comuneros trabajaba a mano en la apertura de un nuevo camino, cuando notaron fragmentos óseos enterrados en la tierra. No sabían que eran humanos, pero sí sabían que estaban en territorio ancestral. “Nos llamó mucho la atención porque en ese lugar vivieron ancestros”, contó a La Gaceta, Cecilio Álvarez, cacique de la Comunidad Indígena Diaguita de Anfama. “Junto con Antonio Carrazano quien es ex cacique de nuestra comunidad, nos comunicamos directamente con los arqueólogos que trabajan con nosotros desde hace una década mas o menos, y también dimos aviso al arqueólogo Osvaldo Díaz de la Dirección de Patrimonio Cultural del Ente Cultural de la provincia. Se preservó el lugar y no se siguió trabajando hasta que llegaron”.
El aviso llegó al Equipo de Arqueología del Sur de las Cumbres Calchaquíes, un grupo científico que investiga desde hace más de 10 años la zona. Entre el 18 y el 22 de junio, tres de sus miembros –Francisco Franco y Gonzalo Moyano, becarios del Consejo Nacional de Investigadores Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) junto con la licenciada en historia Stefania Chiavassa Arias (IRES, IEH, IDH, CONICET y UNC) – encabezaron el rescate arqueológico, con respaldo de la Dirección de Patrimonio del Ente Cultural de Tucumán.
Una historia de confianza
“El equipo está dirigido por Julián Salazar y Valeria Franco Salvi. Somos diez personas de distintas instituciones asociadas al Conicet", explicó Franco. “En este caso fuimos nosotros tres porque estábamos disponibles. Agradecemos al Ente Tucumán Cultura que nos convocó y a la comunidad, que confió en nosotros”.
La intervención comenzó con una asamblea en Anfama. “Se trataba de restos humanos, y lo primero era escuchar qué quería hacer la comunidad: si preferían que se vuelvan a enterrar o que los estudiemos”, relató. “La decisión fue que llevemos a Córdoba los restos para analizarlos, y luego devolverlos al territorio”.
Restos milenarios, cerámicas y camélidos
Los restos, en excelente estado de conservación, corresponden a al menos dos personas. "Decimos que es el primer milenio de la era, en algún punto entre el 200 a. C y el 800 d. C, en función de las materialidades arqueológicas que encontramos asociadas. Son ciertos cerámicos con determinados detalles que a nosotros nos remiten a una época en particular, también la arquitectura que vimos. Pero falta hace un estudio de carbono 14 que permita establecer puntualmente la cronología. Nosotros estimamos que sería de este primer milenio". "A partir de los dientes y determinados rasgos de la pelvis y cráneo, se puede establecer que este individuo, el que está más conservado, preliminarmente podría haber sido un subadulto de entre 20 a 35 años. En principio, habría sido un hombre, pero esto es preliminar. Los huesos van a ser enviados para que la bioantropóloga que trabaja con nosotros profundice este análisis". pero por el contexto arqueológico estimamos que datan del primer milenio de la era”, explicó Chiavassa Arias.
El equipo también encontró fragmentos cerámicos decorados, una punta de flecha de cuarzo –“prácticamente una obra de artesanía”, dijo Franco– y una notable variedad de restos faunísticos. Chiavassa explicó: "Al menos lo que logramos distinguir fueron partes esqueletarias de camélidos, que se verá si son guanacos o llamas. En aquella época, en todos estos sectores, había sobre todo pastoreo de llamas y caza de guanacos. También encontramos algunos huesos de aves, puede ser de algún suri, un ñandú especialmente. Y también algunos huesos que podrían estar vinculados con animales como jabalíes –pecarí blanco de collar–. Puede haber algún cérvido, pero esos están medio confusos, hay que tratar de delimitar bien las especies. Nunca habíamos encontrado restos óseos en esta región, ni humanos ni animales. Esto nos permite reconstruir aspectos clave de la vida cotidiana: alimentación, movilidad, enfermedades, prácticas mortuorias. La información que brindan estos restos es enorme”, detalló.
PROYECTIL. Una punta de flecha de cuarzo que según los investigadores
Para la comunidad, un hecho sin precedentes
“Un hallazgo así nunca lo vivimos”, afirmó el cacique. “Se habían encontrado materiales cerámicos, pero nunca restos óseos. Sabemos que son de más de 1.500 años, y eso es importantísimo para nosotros como comunidad. Hoy en día hay muchos problemas territoriales y esto, más que un documento, es una prueba de que venimos de nuestros ancestros”.
En Anfama viven 186 personas distribuidas en 56 viviendas. La escuela, el albergue y el caps conforman el centro comunitario. El Duraznillo, donde ocurrió el hallazgo, forma parte de su territorio y conecta con parajes como San José de Chasquivil y La Hoyada. “Desde que se hizo la asamblea y se firmó el acta con el equipo, quedó establecido que, cuando la comunidad lo disponga, los restos serán restituidos y volverán a su lugar de origen”, explicó Álvarez. “Solo los permitimos salir para que se estudien y podamos conocer más sobre quiénes vivieron aquí”.
HALLAZGO ANCESTRAL. Restos óseos humanos, se estima que pertenecen a una persona que vivió ente los siglos II a.C y IX d.C. Gentileza de Cecilio Álvarez, cacique de la Comunidad Indígena Diaguita de Anfama
Lo que sigue
Los restos están actualmente en Córdoba, donde comenzaron los estudios preliminares. En agosto, el equipo espera regresar con más personal para ampliar la excavación. “Hay muchas evidencias arqueológicas en esa zona, y el suelo removido sigue en riesgo”, explicó Franco. “La idea es trabajar coordinadamente con la comunidad para resguardar todo lo que se pueda”. El hallazgo fue sorpresivo, incluso para los propios investigadores. “Nunca buscamos estudiar restos humanos, pero esto complementa de forma inesperada lo que venimos investigando desde hace diez años”, dijo Chiavassa. “La confianza que generamos con la comunidad es lo que permitió que este rescate sea posible desde el primer momento”.







