Ignacio Galván. Benjamín Papaterra/LA GACETA.
LA GACETA en Buenos Aires
Ignacio Galván tiene sed de revancha. La primera mitad del año no fue la esperada en su carrera: no sumó ni un minuto en Defensa y Justicia. Esa situación lo frustró, lo descolocó, pero nunca lo hizo perder la paciencia. Sabe que el fútbol da revanchas y que toda experiencia, incluso la más difícil, deja algo. Por eso, Atlético apareció como un destino revitalizador: un club donde aspira a crecer y dejar su huella.
“Quiero ganarme el puesto y jugar todos los partidos”, dice con voz firme. Está convencido de que puede llegar más lejos en este deporte.
Galván llega para competir con Miguel Brizuela y ocupar el lugar que dejó Matías Orihuela. “Es muy lindo llegar a Atlético. Estaba en Defensa y no me tocaba mucho, por eso estoy muy contento con la posibilidad de estar acá, de demostrar, de poder sumar minutos, de ganar”, insiste.
Tiene un solo objetivo: dar el máximo y confiar en que el trabajo, tarde o temprano, da sus frutos. “Fue duro. Fui a Defensa con expectativas que, al principio, se cumplieron: jugué varios partidos como titular, pude mostrarme. Pero después me tocó salir del equipo y este año, aunque le puse la mejor intención, costó. Igual, siempre estuve a disposición, preparado por si llegaba el momento. No jugué muchos minutos este semestre, pero vengo con buenas aspiraciones. Todos los que estamos acá queremos ganar y llegar lo más alto posible. Es un gran desafío”, afirma.
Desde su llegada, Galván se sintió bien recibido por el grupo. Según contó, fue Luis Miguel “Pulga” Rodríguez quien le dio la bienvenida y lo invitó a presentarse ante sus nuevos compañeros. Tuvo que improvisar unas palabras y fue aplaudido por todo el plantel. También recuerda que el único con quien compartió vestuario anteriormente fue Kevin López, en Defensa.
“Es un muy buen grupo. Por los pocos días que estuve y lo que vengo conociendo, todos fueron muy amables, muy copados conmigo. Tuve un buen recibimiento”, apunta.
Atlético, según Galván, siempre fue un equipo que dio que hablar en Primera. Para él, el “Decano” es uno de los pocos que se anima a plantarse frente a los grandes. “Sé que es un club grande, no por nada le dicen el ‘Gigante del Norte’. Sé cuáles son las expectativas y todos queremos llegar lo más alto posible”, destaca.
Además, asegura que la tonada tucumana no le resulta extraña: compartió plantel en la Reserva de Racing con dos tucumanos, Walter Naranjo y Agustín Rojas.
El defensor, por otro lado, tendrá su segunda experiencia fuera de Buenos Aires. La primera fue en 2022, cuando jugó en el equipo B de Orlando City. “Me hizo crecer un montón porque no es tan fácil estar solo. Lo bueno es que la mayoría hablaba español, por suerte. Algo de inglés sabía. Allá tenía clases tres veces por semana. Lo usaba de vez en cuando, pero estuvo bueno aprender el idioma, conocer la cultura, las costumbres… Te abre la cabeza. Fue una experiencia muy linda”, retrata.
Un corazón albiceleste
Galván nació en Avellaneda, en el seno de una familia dividida por los colores rojo y celeste. Su papá es hincha de Racing; su mamá, fanática de Independiente. Como resultado, las discusiones sobre fútbol eran frecuentes los domingos. “Siempre hubo lío cuando había clásicos”, cuenta con una sonrisa.
A los nueve años se probó en las inferiores de Racing, pero sufrió su primera gran decepción deportiva: no quedó. Dos años más tarde, tuvo revancha e ingresó al semillero de la “Academia”. “Me gustan los colores de Atlético porque es celeste y blanco. Vi las nuevas camisetas y me gustaron las dos”, dice, entre risas.
Galván también se define como un amante de los deportes. En su infancia practicó tenis y taekwondo, pero con el tiempo se volcó por completo al fútbol. “En un momento pensé en estudiar Educación Física porque disfruto entrenar”, agrega.
El lateral destaca la convivencia dentro del grupo. “No hay diferencias, todos se llevan bien, todos hablan con todos. Y eso está muy bueno. Para uno que llega de afuera es importante, ayuda a integrarse rápido. Creo que esa fue una de las cosas que más me impresionó”, remarca. También reveló que comparte habitación con Kevin Ortiz, otro de los recién llegados al búnker “decano”.
Así, con humildad y convicción, Galván encara una nueva etapa. Está dispuesto a transpirar hasta la última gota de sudor para cumplir su objetivo y convertirse en una pieza clave para el equipo de Lucas Pusineri.







