El barbero que escapó de Colombia, llegó a Oceanía como refugiado y hoy busca vencer a Boca Juniors

Jerson Lagos corta el pelo en las concentraciones, no cobra sueldo y quiere dejar su huella con la camiseta de Auckland City.

El barbero que escapó de Colombia, llegó a Oceanía como refugiado y hoy busca vencer a Boca Juniors
24 Junio 2025

Auckland City llegó al Mundial de Clubes como el equipo más modesto del torneo. Con un plantel compuesto en gran parte por futbolistas semiprofesionales, muchos debieron pedir vacaciones en sus trabajos para poder representar al club en Estados Unidos. La delegación incluye perfiles tan variados como conductores de carretillas, vendedores, docentes, estudiantes y hasta un gerente de almacén. El propio capitán, Mario Ilich, trabaja en el área de ventas de Coca-Cola.

Una de las historias más llamativas es la de Jerson Lagos, un colombiano que encontró en Oceanía una nueva vida y un espacio para combinar su pasión por el fútbol con su trabajo como peluquero. “Siempre me ha gustado la peluquería, la satisfacción del corte. Cuando me cortaban me gustaba, me hacía sentir bien”, contó en diálogo con ESPN, al explicar por qué eligió esa profesión paralela a la cancha.

En una entrevista con el diario As, el extremo reveló que antes de dedicarse al oficio de barbero, trabajaba como mecánico de camiones. “Decidí dejarlo porque era muy exigente físicamente y me quitaba demasiado tiempo”, explicó. Con la barbería, asegura tener más flexibilidad para estar con su familia y prepararse para torneos como este, que considera “una oportunidad que podría cambiarme la vida”.

Aunque comenzó como suplente en la dura derrota 10-0 frente al Bayern Múnich, Lagos luego fue titular en el encuentro ante Benfica, que también terminó en derrota. A pesar de los resultados, su rendimiento fue clave para llegar a la competencia: aportó una asistencia en la final de la Champions League de Oceanía, que el Auckland City ganó, asegurando así su clasificación al torneo.

La barbería, su segundo vestuario

Además de su rol como extremo, Lagos también es el barbero del equipo. “Tuvimos un campeonato hace poquito que lo ganamos, era el Campeonato de Oceanía, allá lo tuvimos en una isla y ahí me tocó. Ellos me llegaban al cuarto de una y les cortaba el pelo”, recordó. Muchos compañeros recurren a él durante las concentraciones. Su vida cotidiana, sin embargo, está lejos del glamour: debe conducir hasta dos horas para entrenar y equilibrar el tiempo entre la pelota y la tijera.

La vida del colombiano ha estado marcada por la resiliencia. Llegó primero a Australia como refugiado, tras una breve estadía en Ecuador, y desde los 9 años fue subiendo peldaños en el fútbol. 

“Comencé a jugar desde que tenía 9 añitos y ahí he subido poco a poco”, relató. Aunque no recuerda mucho de Colombia, siente que el camino recorrido tiene sentido: “Es muy duro cuando uno tiene una familia, hijos, el tiempo que uno tiene no es el mismo, pero es el riesgo que uno tiene que tomar... Con la pasión que uno tiene, casi no lo piensa. Es difícil para cualquier persona, pero es un riesgo que al final valga la pena”, reflexionó. 

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