
En una noche fría, pero cargada de calor humano, Divididos encendió los corazones de miles de fanáticos que coparon el club Central Córdoba. El trío hizo un viaje poderoso por sus grandes clásicos, compartió nuevas canciones de su próximo material y ofreció un show que dejó a Tucumán vibrando.
La banda, que convoca a generaciones diversas, volvió a demostrar que su música sigue vigente y que el vínculo con su público se mantiene intacto.
Es que al igual que sus pares de Las Pelotas, Divididos cuenta con seguidores muy jóvenes -apasionados por los recitales- y con ese público de la vieja escuela que los espera para cantar con amigos o en familia.
Una noche inolvidable
Desde la prueba de sonido, ya se intuía que la noche iba a ser potente. Y en los accesos, esta vez se respiró otra energía porque la entrada también fue solidaria. Allí, la Fundación Sí recolectó donaciones de alimentos y ropa que el público acercó con generosidad.
Hacia las 22.30 y con las luces apagadas, el Himno Nacional abrió la noche y una bandera de los pueblos originarios iluminada sobre el escenario marcó el tono del comienzo. A los pocos segundos, la inconfundible voz de Ricardo Mollo encendió al público y dio pie a un recital extenso que quedará en el recuerdo de muchos.
No faltaron clásicos como “El burrito”, “Ala delta”, “Vientito de Tucumán” y el poderoso “38”. También sonaron algunos de los temas nuevos que formarán parte del próximo disco.
Así el setlist fue enérgico, sin momentos de baja intensidad; sólo dos horas de música sin pausas.
A medida que avanzaba la noche, el ida y vuelta entre la banda y el público se volvió cada vez más cercano.
Como en cada show, hubo pedidos especiales y homenajes. Por ejemplo, el recuerdo de Luca Prodan, figura ineludible en la historia de Divididos, se hizo presente.
Luego, tras una breve resistencia, la banda accedió a tocar algunos temas de Sumo, como suele hacer en algunas de sus presentaciones más celebradas.
A pesar de que hace años que no editan un disco completo, Divididos nunca dejó de girar. Su presencia en los festivales más importantes del país y sus giras por Latinoamérica mantuvieron viva la conexión con su audiencia.
Y eso se notó, porque Tucumán los esperó con ansias.
Fieles a su estilo
El final fue tan emotivo como ardiente. Las pantallas proyectaban imágenes de cierre, mientras Mollo bajó del escenario para saludar a los fanáticos, uno por uno, con gestos de gratitud. Arnedo, implacable en el bajo, seguía sacudiendo corazones, y Catriel -fiel a su estilo- buscaba entre la gente al niño que le había pedido sus palillos de batería. Lo encontró y se los entregó.
Así fue como la multitud vibró en Central Córdoba en una noche de otoño que se calentó con rock, pogos y emoción. Por la banda, por el sonido, por la entrega, y sobre todo por la ilusión de todos esos fanáticos, que ya sueña con el regreso de La Aplanadora del Rock, de la mano del estreno de un nuevo álbum.
Se sabe que el trío -conformado por Mollo y Diego Arnedo (ambos ex Sumo) junto al baterista Catriel Ciavarella- trabaja desde antes de la pandemia en su nuevo álbum. Aunque en estos años lanzaron canciones sueltas como “Cabalgata Deportiva” y “San Saltarín”, el último disco completo que publicaron fue Amapola del 66, en 2010. De todas formas, la espera parece estar cerca de llegar a su fin.
Es que el nuevo material ya está en marcha, con la idea de que en pocos meses se encuentre disponible en todas las plataformas, y también en equipos vintage, como les gusta remarcar a sus fanáticos más clásicos.
Porque Divididos se fue de la provincia sin estridencias, pero con la certeza de que lo mejor está por venir, con este nuevo disco que se asoma y que no tiene aún nombre (al menos conocido), pero que ya tiene dueños.
Porque el público que coreó cada tema en Central Córdoba será también el que lo reciba con los brazos y el corazón bien abiertos.