Hace 70 años, el 16 de junio de 1955, se produjo un grave alzamiento armado contra el gobierno constitucional del momento que dejó alrededor de 300 muertos y muchos más heridos. Nos referimos al intento de golpe de Estado que habitualmente es mencionado como “el bombardeo a Plaza de Mayo”, recordado así porque ese fue el hecho más conmocionaste de la jornada y el que ha perdurado en la memoria colectiva.
“Desagravio”
Como ocurre con muchos sucesos claves de nuestra historia, la literatura argentina ha dado cuenta de ese hecho.
Aquí abordamos una narración que trata sobre ese trágico día, el cuento “Desagravio”, de Ricardo Piglia, incluido en La invasión (2006).
Para empezar, conviene recordar aspectos del hecho histórico en sí. El sábado 11 de junio de 1955 se había realizado la celebración de Corpus Christi y ese día una multitud ocupó la Catedral y la Plaza de Mayo, concurriendo a ella numerosos opositores al gobierno peronista. Finalizado el acto religioso, una nutrida manifestación fue desde la Catedral hacia el Congreso Nacional por la Avenida de Mayo.
Por su parte, el gobierno acusó a los manifestantes de haber quemado una bandera argentina, por lo cual propuso que el día 16 de junio se celebrase un “acto de desagravio”.
Sin embargo, para ese día, miembros opositores de las Fuerzas Armadas tenían otros planes. Intentaban dar un golpe de Estado, que incluía un bombardeo a la Casa Rosada con el fin de matar al presidente del momento, el general Juan Perón. El bombardeo fue hecho por aviones de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea, siendo uno de los principales lugares afectados la Casa Rosada y zonas aledañas como la Plaza de Mayo. Dado que ese era un día hábil, la gente realizaba sus actividades normales y fue sorprendida por el imprevisto ataque.
En cuanto a “Desagravio”, en él se combina la situación personal que vive el protagonista (Fabricio) con la situación política del país y por ello el título del cuento alude a dos aspectos distintos, el proyectado “acto de desagravio” que se iba a llevar el 16 de junio y la situación de Fabricio, quien fue abandonado por su mujer y se va a encontrar ese día con ella para un supuesto restablecimiento de la relación: “El día de la reconciliación con su mujer se producía ese tumulto en la Plaza de Mayo. Elisa lo había abandonado hacía dos meses, pero Fabricio estaba dispuesto a perdonar. Sólo esperaba de ella un gesto de ternura y de arrepentimiento. Y también podía llamar desagravio a lo que estaba por suceder”.
A medida que avanza el relato, situación personal y situación política van creciendo en intensidad. Por una parte, el protagonista va imaginando el encuentro. Por otra parte, se va anticipando el violento ataque de los aviones.
Punto culminante
Finalmente, el protagonista se encuentra con su mujer, pero lo que sucede entonces dista de lo que él imaginaba, ya que ella en verdad no esperaba ese encuentro: “—No mientas —dijo Fabricio—. Todo va a ser igual que antes. Yo ya te perdoné. / —Pero qué decís, sonsito. Ni muerta vuelvo con vos”. A su vez, ese punto culminante de la situación personal de Fabricio coincide con el momento crucial de la situación política: “Los aviones empezaron a bombardear la plaza. Caían en picada y volvían a levantar y caían otra vez hacia la ciudad rozando la Casa de Gobierno, ametrallando las calles”.
Los hechos relevantes de nuestra historia pueden ser contados de muchas maneras. En el caso de Piglia, su opción fue enlazar el conflicto personal con el conflicto social, donde la tensión aumenta en ellos a medida que transcurre el relato y finalmente la tragedia termina imponiéndose sobre ambos.
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Carlos Cámpora - Licenciado en Letras, doctor en Ciencias Sociales, IG@carloscampora01