LA GACETA / Diego Aráoz
La historia de Luis Alfredo Gómez es, quizás, un reflejo puro del sacrificio y la pasión que puede despertar el fútbol en nuestra tierra. Delantero de All Boys, policía en actividad y estudiante del último año de enfermería, divide su vida en cuatro mundos que parecen incompatibles pero que, con voluntad, logra entrelazar. “Vivo a las corridas para poder cumplir con el entrenamiento, la guardia policial y los estudios; pero con sacrificio todo se puede”, cuenta con orgullo. Y no olvida agregar: “Gran parte de las cosas que puedo hacer también es por el esfuerzo que hace mi compañera de vida”, explica “Tanque”, en relación a la faceta omitida en el inicio de la nota, pero que es la primera en el orden de sus prioridades: su familia.
Oriundo de García Fernández, aunque actualmente vive en Leales, Gómez lleva una carrera de 18 años en el fútbol regional. Debutó en primera a los 17 y pasó por clubes como San Fernando, La Florida, San Jorge, All Boys Boys y Alto Verde. Su recorrido incluyó logros deportivos significativos: logró el ascenso con los simoqueños en 2016, con San Fernando en 2023 y con All Boys en 2024.
Justamente con este último equipo se encuentra actualmente, luego de haber llegado como refuerzo para la fase final del año pasado. “Me quedé porque encontré un grupo bárbaro. El otro día le ganamos a Tucumán Central, que es uno de los candidatos, y fue una inyección anímica tremenda para nosotros”, dice antes de tomar los botines y salir rumbo al club.
El secreto del reciente buen momento no fue técnico ni físico, sino mental. “No creo que haya habido una clave táctica, simplemente el equipo cambió la cabeza. Empezamos a convencernos de lo que somos capaces. Hay jugadores con jerarquía, que han ganado cosas importantes y eso se nota”, reflexiona.
Mientras muchos abandonan el fútbol local por falta de incentivos económicos, Gómez continúa. Lo motiva la pasión: “Esto me hace bien. Me encanta estar en el vestuario, entrenarme, sentirme bien físicamente. Una vez me lesioné y estuve un año sin jugar, pero cada vez que iba a cubrir un partido como policía y escuchaba el ruido de la tribuna, sentía que algo me faltaba”, resalta en diálogo con LA GACETA.
LA GACETA / Diego Aráoz
Su rutina diaria es digna de admiración. “Me levanto a las 6 para ir a trabajar. Si tengo partido ese día, igual entro a la guardia y luego me dan el permiso para ir a jugar. Después, vuelvo a la comisaría. Sé que hay chicos rivales que ese mismo día quizás duermen hasta las 10, y yo doy cierta ventaja en eso, pero sigo porque me apasiona”, remarca.
Su carrera policial, que ya lleva 12 años, le ha brindado estabilidad y también la flexibilidad necesaria para perseguir sus otros sueños. Está terminando la carrera de enfermería, la cual decidió estudiar como un mensaje a sus hijas, Paulina (8 años) y Justina (6): “Lo hago para que ellas vean que todo se puede, que el estudio importa. Quiero que el día de mañana también se formen y tengan un título. Además, es una promesa que le hice a mi abuela; le dije que iba a tener un título”, resalta.
Su pareja, Vanesa Juárez, es periodista deportiva y su gran compañera: “Antes trabajaba en los medios, ahora siempre me acompaña con las nenas a las canchas, si no hay otro compromiso. Ellas son bailarinas, hacen danza árabe y estilo libre”.
La familia es su pilar. Fue criado por su madre y sus abuelos maternos, Lidia y Luis Mercado, quienes también lo acompañan siempre desde las tribunas. La vocación policial, en su caso, es también una tradición familiar: “Somos 27 primos, y te diría que 20 somos policías o penitenciarios. Mi hermano también es policía. Siempre me gustó esta carrera”, advierte.
A pesar de los años y del desgaste físico, Gómez sigue motivado: “A veces me quedo mirando en el club a los chicos más jóvenes, y disfruto de cada entrenamiento porque sé que en algún momento se termina. Hoy todo está más profesionalizado; si no te cuidás, no jugás. Pero mientras el cuerpo aguante, voy a seguir”. Sobre su futuro como enfermero, se muestra entusiasmado: “Me gusta mucho el área materno-infantil, también me interesa el tratamiento del pie diabético. Enfermería tiene muchas más ramas de las que uno imagina”, señala.
Su mayor deseo pendiente fue un título que se le escapó en 2015: “Ese equipo de Central Norte era buenísimo. Perdimos la semifinal y me quedó esa espina. Me hubiese encantado salir campeón en la A”, relata.
A quienes se debaten entre el estudio, el trabajo y el fútbol, Luis Gómez les deja un mensaje claro: “Siempre que uno quiera, puede. La vida no es fácil, pero vale la pena. El fútbol te abre puertas, te da amigos y alegrías. Es un cable a tierra. A veces es estresante, pero a mí me reconforta. Si uno lo hace con pasión, todo es posible”, remata.







