El poder según el gran analista de los líderes argentinos

El poder según el gran analista de los líderes argentinos

El trauma como catalizador.

08 Junio 2025

ENSAYO

BIOGRAFÍA DEL PODER

ALBERTO LEDERMAN

(Sudamericana - Buenos Aires)

Cuando leí la reseña de este libro, escrita por Marcos Peña para Seúl, tuve sensaciones encontradas. Por una parte, me tentó leerlo, para profundizar algo que el propio Peña había dejado entrever en El arte de subir (y bajar) la montaña: cómo la biografía personal y, sobre todo, los traumas, definen la historia de las personas en situación de liderazgo. Mucho de esa tentación se basa en el elogioso comentario que Peña hace de su autor, consultor VIP de la élite argentina a lo largo de casi 50 años de trayectoria.

Por otra parte, el rechazo a su lectura surgió instantáneo. “¿Cómo que lo que pasó cuando era chiquito a ‘X’ hizo, hace y hará que ‘X’ quiera el poder como yo el dulce de leche cuando tengo bajo el azúcar?”, pensé inmediatamente. Mi escepticismo era tan grande que descarté su lectura. Sin embargo, una visita no planeada a la librería terminó con el libro en mis manos.

El libro no llega a las 130 páginas, con una tipografía generosa. Se lee, como diría mi mamá, “de una sentada”. Entiendo que va de menos a más y de lo particular a lo general. Así, en tres partes, Alberto Lederman nos cuenta, quién es, qué es lo que hizo durante casi 50 años de consultoría con líderes y, quizás lo más impactante, qué es lo que tienen estos en la cabeza. Sí, ambicioso.

El origen

¿Quiere conocer cómo llegó Lederman a ser el consultor de nuestras élites durante tanto tiempo? Pues el autor se abre y nos cuenta su historia, sin dobleces y a corazón abierto: desde sus abuelos víctimas del Holocausto, pasando por sus padres inmigrantes judíos en Argentina, su vivencia como el hijo menor de tres hermanos cuyo mayor murió joven de una diabetes descubierta en la niñez, su relación tormentosa con su padre, su conflicto con los estudios, su formación autodidacta, su alejamiento de las instituciones y su “recuperación”, merced al gran amor de su vida y a un psicoanalista no ortodoxo, Domingo Grande.

Lederman nos explica su biografía porque para él, esta “es la explicación del origen de lo que nos ocurre, de por qué uno se dedica a lo que se dedica y por qué lo hace de la forma en que lo hace”. ¿Mucho determinismo? Puede ser. En su caso, el peso de su biografía lo llevó, a su trabajo con líderes para ayudarlos a liderar mejor, desde su propio trauma, al hacer quizás con hiperactividad.

La cabeza de las cabezas

¿En qué consiste ese trabajo con líderes? ¿Qué tienen de especiales esos seminarios que hace casi 50 años? No hay secretos ni metodologías esotéricas. O al menos Lederman no los confiesa. Él simplemente dice que crea “las condiciones para que las personas en posiciones de liderazgo puedan pensar y dialogar sobre lo que hacen y cómo lo hacen”. ¿Y eso cómo lo logra? Con escucha (que les cuesta a los líderes) y diálogo (sí, algo old fashion). Con pensar, pero también con sentir, pues las emociones para él son claves. ¿Por qué hace hincapié en los líderes? Porque en cualquier organización, siempre existe el “núcleo dirigente que define la totalidad”, sea un gobierno, un partido, una empresa o una asociación científica o artística. ¿Es que toda la vida de una organización depende de la salud mental y emocional de su cabeza? Para Lederman sí y lo dice sin tapujos, pues para él no “se puede cambiar la sociedad ni se pueden cambiar los comportamientos de una institución si no cambia la cabeza de las personas que la lideran”. Fuerte. Trágico. Revelador. ¿Simplista? Califíquelo usted mismo.

“Aplaca angustias”

La tercera parte debería ser la más sustanciosa. Si la biografía nos condiciona, si para cambiar cualquier institución debemos cambiar la cabeza de quienes la lideran, es lógico preguntarse ¿qué tienen en la cabeza los líderes? Si seguimos a Lederman, el contenido nos decepciona: la necesidad de contención, la necesidad de pertenecer, mucha ortodoxia, mucho fanatismo, locuras, adicciones, dolor y mucho más. Bien dice que “no cualquiera se interesa por el poder”: quien lo hace, procede a partir de un trauma, como estrategia defensiva, para cuidarse de su vulnerabilidad emocional. ¿Qué es el poder entonces? No más que “una droga que aplaca angustias muy intensas”. ¿Qué son los políticos? Lederman es impiadoso: “seres débiles” que “se mueven en una zona árida”, personas que “están dañadas” que buscan “resolver conflictos emocionales que tienen” y que hacen “una especie de comunidad cerrada en la que se hablan a ellos mismo y les cuesta muchísimo escuchar a otros”. No llega a decir que son una “casta” como para subirse a la moda, pero la idea queda flotando en el aire. Para Lederman, nuestros líderes están enfermos y rotos. ¿La política? Pues no es un más que “una fábrica de maquilladores”. Por eso nuestro país se fracturó, en su opinión. ¿Y hay futuro? Pues solo si sobrevivimos al colapso y cambiamos.

El libro se lee de un tirón porque, como una montaña rusa, acelera en sus análisis, al pasar las páginas se encuentran frases que son estiletazos a las élites, a los líderes, al país, a todos. Lederman no deja títere con cabeza. Sin embargo, al finalizar la lectura uno se pregunta qué hay de nuevo al calificar de adictos a los poderosos si, ya en los 80, Luca Prodan había dicho que la heroína era la segunda droga en importancia. ¿La primera? Ah, sí, el poder.

PERFIL
Alberto Lederman (Buenos Aires, 1938) es consultor en liderazgo de organizaciones. Se formó con el psicoanalista Domingo Grande, el filósofo Raúl Sciarretta y el epistemólogo Gregorio Klimovsky. Trabaja hace medio siglo con muchos de los más destacados dirigentes políticos y empresarios de la Argentina. Durante décadas organizó grupos de trabajo interdisciplinario en los que participaron muchas de las principales figuras de la vida pública.

Agustín Eugenio Acuña

© LA GACETA

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios