Horóscopo y astrología: ¿ciencia, anticiencia o pseudociencia?

La extraña historia del horóscopo que data de la Antigua Babilonia. Fue la primera división matemática del firmamento en 12 partes iguales.

Horóscopo y astrología: ¿ciencia, anticiencia o pseudociencia?
02 Junio 2025

El horóscopo es hoy uno de las secciones más leídas en diarios y revistas, mueve un sistema de creencias y forma parte del día a día de millones de personas creyentes a los largo del mundo. Tuvo su origen en la Antigua Babilonia como un intento matemático y observacional de registrar el movimiento de los cuerpos celestes. Esta práctica buscaba comprender el cielo con fines astronómicos y predictivos.

Con el tiempo, evolucionó hacia una interpretación simbólica de los astros vinculada al destino humano. Hoy en día, millones de personas en todo el mundo siguen recurriendo al horóscopo como guía para entender su futuro.

Origen y las matemáticas del horóscopo

El desarrollo del horóscopo fue un evento crucial en la historia de la astronomía y la astrología babilónicas. Este avance tuvo lugar hace aproximadamente 2.500 años, alrededor del año 500 a.C.. Para lograrlo, los babilonios debieron haber observado y registrado minuciosamente los movimientos de las estrellas y los planetas. Las tablillas del Mul-Apin son una prueba fehaciente de que poseían este conocimiento.

Las tablillas del Mul-Apin son un conjunto de tablas de arcilla grabadas en escritura cuneiforme que datan del siglo VII a.C.. Estas tablillas contienen un compendio de conocimientos astronómicos tempranos, que podrían ser incluso más antiguos. Muy temprano en su historia, los babilonios crearon un marco matemático uniforme para ubicar los cuerpos celestes. Este marco era particularmente importante para el Sol, la Luna y los cinco planetas visibles en ese entonces: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno.

Del Zodíaco a la Interpretación Astrológica

Los babilonios no se limitaron a la simple observación. Desarrollaron técnicas y herramientas para calcular y predecir matemáticamente las órbitas de los planetas y las estrellas. Los textos babilónicos a partir del siglo VII a.C. ya incluían informes sobre la posición de astros en relación con las llamadas constelaciones zodiacales. Las constelaciones zodiacales son grupos de estrellas a través de las cuales se mueven la Luna, el Sol y los planetas.

El zodiaco fue una construcción matemática posterior. En ella, los babilonios dividieron el firmamento en 12 partes iguales, cada una de 30°. A cada una de estas partes se le asignó el nombre de la constelación más prominente en ella. Los babilonios se regían por un calendario lunisolar con un año de 360 días dividido en 12 meses. La división del zodiaco en 12 franjas celestes simplificó los cálculos matemáticos y proporcionó un marco uniforme para la posición estelar. Esto abrió un sinfín de nuevas posibilidades para la interpretación astrológica de los datos astronómicos.

Astrología, señales y pseudociencia en el origen del horóscopo

Los babilonios consideraban las estrellas y los fenómenos celestes como señales divinas enviadas a las personas. Más allá de su conocimiento astronómico, interpretaron la posición de los astros como la manifestación de los designios de los dioses. Lo convincente de sus observaciones y un sistema numérico-matemático fácil de interpretar favorecieron la transmisión del zodiaco a otras culturas a lo largo de los siglos.

Sin embargo, la astrología no es una ciencia. No posee el mismo grado de validez que la astronomía, con la que a menudo se la compara. Según una publicación especializada, podría enmarcarse dentro de la anti-ciencia y, específicamente, como una pseudociencia. Esto se debe a que entra en conflicto con las finalidades, enfoques, criterios, métodos y valores de las ciencias establecidas.

Una razón fundamental por la que la astrología no es una ciencia es que sus enunciados no son falsables. Esto significa que sus aseveraciones son vagas y generales, lo que las protege de ser puestas a prueba rigurosa. La astrología evita las situaciones que servirían para poner a prueba genuinamente sus explicaciones y predicciones. La razón de su supervivencia quizás sea mucho más sencilla: proporciona una vía rápida y fácil para satisfacer el deseo humano de averiguar algo sobre su propio libre albedrío.

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