Por Mario Flores
Varias son las entrevistas y notas de difusión sobre Delfina Acosta (Orán, 1994), haciendo énfasis en el hecho de ser la primera estudiante transgénero en graduarse en la universidad de su provincia, sobre la lucha y militancia por los derechos que afronta el colectivo LGTBIQ+, o el hecho de haber sido la primera candidata a concejal trans en su ciudad (Orán). Sin embargo, pocos son los espacios que han desarrollado un interés por su trabajo de investigación (formación de acompañantes comunitarias contra la Violencia de Género) y, más aún, su inserción en el trabajo literario mediante la participación pública y política de poner el cuerpo en la palabra. Docente y escritora, Acosta atraviesa los avatares de la realidad económica y social que le tocó pasar, sus orígenes del pueblo guaraní. Su primer libro, “Trava, palabra mala”, editado de manera completamente autogestiva e independiente, se encuentra en etapa de preventa hasta el 4 de junio.
Tu búsqueda escrituraria convive y se interrelaciona con tu trabajo en la militancia y la comunicación social, ¿cuáles son los hilos conductores que atraviesan esas áreas y en qué espacios aparecen?
Considero que mis recorridos en militancia y escritura son caras indisociables de una misma experiencia. De alguna forma la expresión poética pone en palabras la fuerza de las luchas colectivas, por eso no podría hablar de mi escritura sin remitir simultáneamente a mi vida travesti. Si bien puedo reconocer al ser travesti como el eje en que se sostiene la presentación, desde allí se ramifican o adquieren vida otros puntos que no son distantes a la vida vivida. Diría entonces que el hilo conductor que atraviesa este libro está estrechamente vinculado a la travesticidad, sin dejar de ver esa práctica ligada al ser indígena o al pensar comunitariamente. Es decir que la escritura de “TRAVA, PALABRA MALA” me permitió construir un espacio de enunciación íntimo y profundo, y al mismo tiempo esa voz es reflejo de acciones colectivas comunitarias.
Si bien tu actividad como autora publicada es reciente, el ejercicio creativo es algo que seguramente cultivas hace tiempo, ¿cuáles son los elementos más preponderantes en tu experimentación de la expresión creativa con la palabra?
Escribir ha sido como un imperativo en mi vida, y en ese transitar las constantes han sido darle voz a las figuras de los márgenes, en los cuales sigo caminando. El monte y los cuerpos de travestis y maricas son figuras constantes en esta presentación. Escribo sobre mí y mis amigues, mis comunidades y la travancestralidad. El trabajo con la palabra tiene dos planos; uno de transformación de lo formal que, podríamos decir, es una búsqueda más por la construcción de nuevas palabras y referencias al lenguaje propio de las disidencias, y el otro plano está más vinculado a los sentidos que intento poner sobre la mesa de la escritura, es decir sobre qué escribo. Mi escritura es un acto de reparación, en sí misma, es un intento por descolonizar prácticas violentas que nuestros cuerpos e identidades han sido objeto.
Sobre tu primer libro, “Trava, palabra mala”, disruptivo desde el título y su proceso de publicación, ya que has decidido autopublicarte, ¿cómo fue el proceso de armado de este volumen y qué expectativas se pueden analizar con respecto a un primer libro que es, al mismo tiempo, el primer libro de una autora trans en el norte de Argentina (nada usual)?
Decidí que este primer libro, por una cuestión muy personal y política, no saliera a través de un sello editorial convencional. Me atrevo a decir que soy mi propia gestión de la publicación. Aunque no descarto en un futuro trabajar con editoriales, esta primera experiencia la tomo como un aprendizaje, pero también con la tarea de ser guardiana de mis escritos, palabras, imágenes y diseños. La selección de los poemas fue un viaje profundo (de alegrías y crisis), que tal vez no persigue una cuestión estética, sino adentrarme en lo personal y colectivo de hacer curaduría sobre las vivencias, resistencias, monstruosidades y bellezas. De alguna forma algunos textos fueron elegidos en conversaciones con otrxs. Espero que este primer libro (de tantos, jaja), sea un camino. "Trava, palabra mala" busca reconocer los saberes de las personas travestis indígenas. Aunque no pongo expectativas de encorsetamiento, sí espero que mi libro llegue a mis hermanas y amigas trans travestis con quienes comparto la lucha.
La participación en festivales de poesía, concursos o instancias de muestra son diversas herramientas que hacen posible la difusión de artistas y autores independientes, ¿cuál ha sido tu experiencia en ese tipo de circuitos hasta el momento?, ¿se visibiliza la literatura de personas trans que no sea específicamente la de sellos editoriales mainstream?
En el último tiempo, a partir de las ganas de visibilizar mi escritura establecí redes de comunicación con grupos de escritorxs de producción artística (escritura y performance) que abrieron espacios para explorar y poner en diálogo mis escritos, y esto resulta de relevancia. Aunque no lo descarto, por lo pronto no siento una necesidad de hacerme espacios en circuitos más formales o estructurados de escrituras, porque mi escritura busca ingresar o generar otros circuitos más alternativos. El lanzamiento de este, mi primer libro, me plantea el desafío de intentar configurar nuevas experiencias, conversaciones y rejuntes de escrituras. Existen aún prejuicios y desconocimientos en torno a los trabajos de personas travestis, hay cierta reticencia en los circuitos editoriales más tradicionales en cuanto a poner en duda la riqueza de otras posibles narrativas, por lo general se espera que nuestras historias cumplan con expectativas comerciales. Al mismo tiempo creo que es innegable la fuerza de lxs escitorxs travestis trans, ellxs están abriendo grietas interesantes que no están pensadas desde el reconocimiento universal sino más de las experiencias.
¿Podrías compartir una lectura personal de lo que ocurre -o de lo que has leído- en el campo literario actual que te interesa, teniendo en cuenta los territorios de frontera en los cuales vivimos?
Dentro de los circuitos alternativos de escritura travesti, las fronteras no fueron un muro sino que son puentes para continuar conversaciones. Trascender esas fronteras fue una tarea que no se me presentó con dificultad porque va de la mano de mi recorrido en acompañamientos a organizaciones sociales. Me atrevo a decir que el momento actual está marcado por intentos constantes de reconfiguración de las fronteras, no solo geográficas, sino también identitarias, de género y epistemológicas. Pero como explicaba, al mismo tiempo hay una emergencia sobre las formas de exploraciones de escrituras paridas en las disidencias. En ese sentido, las fronteras muy lejos de ser líneas de separación, se presentan como espacios para caminar el intercambio, los conflictos y la creatividad.
¿Qué libro ha sido relevante en este camino que desees recomendar?
Me gustaría traer a IOSHUA, ya que su escritura es el espejo crudo y real de su propia vida, y el contexto de marginalidad en el que vivía. Sus escritos me atraen mucho por su forma más visceral de presentación. Josue Marcos Belmonte era su nombre, fue poeta, escritor y dibujante. En 2009 publicó “Pija, Birra y Faso”, que es uno de sus libros más atractivos para mí, pues su poesía no requiere eufemismo, y se introduce en la realidad del conurbano bonaerense de forma directa. Este libro aborda el deseo homosexual, las prácticas sexuales de los pibes gays en los barrios más populares.







