Florencia Canale: "Quienes leemos libros tenemos una gran parte de la vida saldada"

En La cruzada, su nueva novela, cuenta la historia de Catalina de Erauso, una rebelde del siglo XVII que huyó de un convento, vivió como un varón, cruzó el Atlántico, luchó, mató, vivió. En esta entrevista, la autora habla sobre la construcción de la trama y también sobre la lectura y la vida.

Florencia Canale: Quienes leemos libros tenemos una gran parte de la vida saldada
25 Mayo 2025

“Ningún hombre es una isla/ por sí mismo./ Cada hombre es una pieza de un continente,/ una parte del todo”, escribió alguna vez el poeta inglés John Donne, quien vivió entre 1572 y 1631, y fue contemporáneo de la monja alférez Catalina de Erauso (1592-1650), protagonista de La Cruzada, la última novela de la escritora Florencia Canale.

Del increíble derrotero de Catalina de Erauso da cuenta Canale, y ningún hombre es una isla sino una parte del todo porque todas las vidas parecieran estar de una u otra manera unidas. Por el caso, Catalina se le apareció a la escritora cuando “estaba investigando para El Diablo, mi novela anterior que tiene como protagonista a Bernardo de Monteagudo. Estaba buscando material de su paso por Chuquisaca, Sucre y toda esa zona de Bolivia con el Ejército auxiliar. Tenía toda la actividad política o militar, pero necesitaba un poco de color y me hice de las Tradiciones Bolivianas como también están las Tradiciones Peruanas de (Ricardo) Palma o las Tradiciones Tucumanas o Salteñas. Y allí encontré varias entradas acerca de Monteagudo y en una de ellas, en el primer párrafo aparece el nombre de esta monja, de la monja alférez Catalina de Erauso. Ingenua, porque no la conocía, pensé ‘habrá sido una amiga’. Indagué más quién había sido y enloquecí.

-La novela nos trae un contexto de época en donde las mujeres de determinadas clases sociales solo tenían tres destinos posibles: casarse, ser monjas o viudas.

-Exacto. Hay algo que desconocía y me resultó interesante a partir de mi investigación. Necesitaba saber cómo vivía una familia, en este caso esta mujer a fines del siglo XVI, principios del XVII en España, pero también cómo vivía una mujer en el País Vasco. El norte de España fue el último bastión pagano del país, entonces precisó de una persecución brutal de la Inquisición. Y también encontré con la investigación es que en el País Vasco imperó una suerte de matriarcado. Las mujeres, por supuesto, tenían un destino bastante ceñido: convento, esposa “de” o viuda. Y en todo caso, tal vez en el norte de España, en la región vizcaína, las mujeres tenían otros poderes y saberes. Por supuesto que, para la iglesia, en este caso la Inquisición, esto era inquietante. Las mujeres estaban contentas por el lugar que ocupaban, pero había algunas -en este caso Catalina y otras- que se hacían otras preguntas. Lo interesante de Catalina de Erauso, sobre todo, es que se construye. Esta muchacha que a los 15 años antes de profesar entiende que no querrá seguir este destino, que querrá romperlo. Se transforma así en una aventurera, en una fugitiva.

-Ella escapa del convento sin saber hacia dónde, lo único que sabe es que quiere salir del destino que le asignaron. Muta en varón para poder pasar desapercibida y continuará escapando incluso hasta ya muerta.

-¿Por eso en todo caso podría interpelarnos hoy? ¿Hacia dónde va?, ¿qué es lo que buscamos con el gesto vital de vivir?, ¿qué es lo que busca Catalina? Bueno, tal vez encuentra lo que buscaba el día de su muerte. Y tampoco tengo yo respuesta. Son preguntas muy trascendentales de la vida y la muerte, pero me parece que es esto lo que le sucede. Ella sabe lo que no quiere pero no tiene mucha idea de qué es lo que quiere. ¿Cómo va a tenerla una chica que a los cuatro años es internada en el monasterio y a los 15 se escapa? No tiene idea de lo que sucede afuera. Incluso lo puedo relacionar un poco con El cuarto propio de Virginia Woolf. De todas esas preguntas del famoso cuarto propio, yo pensaba en el claustro propio. De Catalina y el resto de esas muchachas que vivían su vida en ese claustro. Ese claustro denostado para Catalina era el lugar de salvaguarda de las mujeres, porque allí tal vez no eran violadas. El claustro aparece como lugar de recogimiento, de amparo y también de acceso al saber. Me pregunto por qué Catalina y no las hermanas deciden “que me falta el aire”. Me gusta pensar, es una idea mía, que siendo vasca, teniendo el mar tan cerca, tiene esa necesidad casi en sangre de la gente que mira al mar como sinónimo de libertad.

-Catalina de Erauso, en dos pasajes de la historia, se convierte en protectora de dos niños. Primero, apaña a la niña en el convento, una niña que en algún momento hasta pudo ser ella, y después en altamar sale en defensa de ese niño que está siendo violentado por un marinero adulto.

-Sí, el grumete. Además de la historia de Catalina, investigué mucho el momento histórico. El reinado de Felipe II, III y IV. La historia de esa región de Europa y por supuesto también la de América. Y siempre me inquieta y me genera mucha curiosidad la infancia. ¿Cómo era ser niño o niña en ese entonces? Seguramente esa necesidad de escribir sobre Catalina protegiendo a esa niña y a ese niño como no la protegieron a ella tal vez. Ella pudo defenderse sola de los demonios del mundo adulto. Pero, en general, no es una tarea fácil. No solamente el de las mujeres era un cuerpo vulnerable sino también el cuerpo infantil, y la psiquis de los niños. Y pienso más allá de la novela, que a pesar del paso del tiempo y de los derechos garantizados, cuán vulnerables siguen siendo hoy los niños y las niñas. Pienso en la serie “Adolescencia”, de la que está hablando todo el mundo, y cuánta atención debemos prestar los adultos.

-Resulta interesante lo que contaste al principio de la charla: investigando alguna nota de color de Monteagudo apareció Catalina: es notable cómo muchas vidas increíbles de la historia se van enlazando.

-Absolutamente. Mientras escribía La cruzada, mágicamente podemos pensar, me apareció otro personaje con el que continuaré, no porque tenga que ver sino porque eso es la vida. La vida es estar vivo o es estar atento a esos mojones o esas pistas que te van generando ansias por saber más. La vida es ganas de saber, no ganas de tener. Yo no tengo ganas de tener nada, yo quiero saber cada vez más. Eso es lo único que a mí me calma. Saber, conocer, buscar, ir allí atrás para que esas vidas, esos acontecimientos iluminen mis dudas, mis frustraciones porque la vida es larga y difícil. Yo por suerte encontré mi salvoconducto, que es la lectura, la búsqueda, la investigación, la persecución con el último aliento del saber. Necesito saber, conocer, entender. Y esto me pasa desde muy chica. Me dan un poco de pena las personas que no encuentran ese gusto o ese placer o esa necesidad de leer. Me parece que quienes leemos libros, no idioteces del teléfono, tenemos una gran parte de la vida saldada con un poquito más de aire.

-Mencionabas el vivir y lo emparentabas con estar atenta. Y actualmente hay mucha gente distraída.

-Sí. Estar atento, estar disponible, estar abierto a escuchar, a entregarse al conocimiento, a la conversación, al diálogo, al saber. Me parece que de artificios estamos o estoy muy cansada. Lo artificial me aburre enormemente. Además, es algo tan instantáneo y tan vacío, que la solidez de lo clásico, lo pesado del saber es -me parece- lo que nos mantiene vivos. Y sí, por supuesto, estar atentos y no tragarse los sapos inmediatos que se intentan inyectar. Por eso yo encontré la respuesta en la historia, en el pasado. En las pasiones, y no estoy hablando solamente las que se llevan adelante entre sábanas. Hablo de la pasión como ese motor que nos impulsa hacia adelante, a concretar sueños, deseos. Muchas veces por el horror de la contingencia del aquí y ahora, de lo que pasa, en el medio hay enormes sectores y muchas agrupaciones de mujeres y de varones que leen, que discuten, que intercambian, que aprenden, que se dejan invadir por esas emociones que generan los libros. Creo que esa es la única manera, así resistimos.

PERFIL

Florencia Canale nació en Mar del Plata. Estudió Letras en la UBA y trabajó como periodista en Noticias, Gente, Veintitrés e Infobae, entre otros medios. Pasión y traición, su primera novela publicada en 2011, se transformó en bestseller, con más de diez ediciones. Autora de otros nueve éxitos editoriales, Canale se ha convertido en una referente de la novela histórica.

Por Flavio Mogetta - PARA LA GACETA

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