En relación a la carta “Desdicha de los jubilados” (22/05), haciendo referencia a mi experiencia personal, ingresé a mi primer trabajo al Banco Sirio Libanés del R. de la Plata ( Suc. Tucumán) año 1959, donde ingresé por concurso, como cadete y habiendo pasado por todas las secciones egresé como sub gerente en 1972 para continuar mi carrera bancaria en otra institución; fui bancario casi 40 años. No había la tecnología actual, todos los registros eran manuales y máquinas de calcular manuales, hasta que aparecieron las eléctricas, como avanzada trabajábamos con dos equipos semimecánicos “National 2000” con el que procesábamos las cuentas corrientes y las cajas de ahorros, pero teníamos una gran vocación de servicio; recuerdo que pagábamos a jubilados ferroviarios por medio de cajas de ahorros (cada uno de los afiliados poseía una cuenta individual a su nombre) y mensualmente, cuando se le acreditaba su jubilación, efectuaban su extracción (se permitían hasta cinco por mes). Cuando se nos informaba que el beneficiario estaba imposibilitado en cama, nos trasladábamos a su domicilio y le pagábamos en efectivo, sin costo alguno, del que se hacía cargo el banco. Con la tecnología actual se ha perdido casi por completo la relación entre las personas; si bien es positivo todo el avance alcanzado, para nosotros “los viejos “ (adultos mayores) es reconfortante poder comunicarnos personalmente, aunque sea telefónicamente con una voz humana.
Federico Yurcovich
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