21 Mayo 2025
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Una noche de cacería terminó en tragedia cuando Iván Eduardo Mangold, de 41 años, fue baleado mortalmente al ser confundido con un jabalí salvaje en un campo ubicado en las afueras de la localidad de Aguará Grande, en Santa Fe. El hecho ocurrió el martes 13 de mayo por la noche y es investigado por la fiscalía local como un homicidio culposo.
Mangold, oriundo de la ciudad de San Cristóbal, situada a unos 50 kilómetros del lugar del hecho, había concurrido al predio junto a su primo con el permiso del dueño del campo, en el que ambos habían trabajado recientemente en tareas de desmonte. Según relataron fuentes judiciales, habían observado presencia de chanchos salvajes en la zona y decidieron organizar una salida de caza nocturna.
Sin embargo, en el mismo predio se encontraban otros dos hombres, trabajadores rurales vecinos del lugar, también en actividad de caza, aunque no contaban con autorización formal para ingresar. Según explicó la fiscal Silvina Verney, a cargo de la causa, esta superposición no es inusual: “Es habitual entre cazadores pasarse el dato de dónde hay chancho jabalí para cazar en el monte. Tanto la víctima como su familiar y los otros dos coincidieron en el mismo potrero de un campo”.
Un error fatal
La fiscal detalló que el hecho se desencadenó por un movimiento repentino y la ausencia de visibilidad. Mangold utilizaba un visor nocturno, pero quien realizó el disparo no contaba con ese equipamiento. Al percibir una figura en movimiento, el autor del disparo creyó estar frente a un jabalí y accionó su arma sin percatarse de que se trataba de una persona.
Al acercarse, el hombre descubrió que había herido de gravedad a otro ser humano, y fue él mismo quien llamó a la Guardia Rural Los Pumas, permaneciendo en el lugar hasta la llegada de la patrulla de la Sección 13ª de Huanqueros. Se puso inmediatamente a disposición de las autoridades.
El cazador fue imputado por homicidio culposo y recuperó la libertad con restricciones. Según explicó la fiscal Verney en declaraciones radiales a LT10, no se solicitó prisión preventiva porque “en principio surge que fue un accidente”. Además, remarcó que el imputado “colaboró desde el primer momento y no hay riesgo de fuga ni entorpecimiento probatorio”.
La pena prevista para el delito de homicidio culposo va de uno a cinco años de prisión, y el proceso judicial continuará bajo esa carátula, mientras se reúnen las pericias correspondientes y se toma testimonio a los testigos.
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