La comunidad científica argentina atraviesa un momento de tensión marcado por el desfinanciamiento de organismos clave, como el Conicet y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y por discursos oficiales que cuestionan el rol del Estado en el sostenimiento de la investigación. En este contexto, diversas voces del ámbito académico y de la divulgación analizan las consecuencias de estas decisiones y proponen alternativas.
Valeria Edelsztein, química, docente e investigadora, ha manifestado públicamente su preocupación por el rumbo actual de las políticas científicas. En su intervención al recibir el premio internacional “Mujeres que cuentan”, denunció lo que considera un proceso de desarticulación del sistema científico y señaló responsabilidades en la conducción actual del Conicet. A través de sus intervenciones públicas y su actividad en redes sociales, Edelsztein insiste en la necesidad de fortalecer los vínculos entre investigación y comunicación, promoviendo equipos interdisciplinarios que articulen científicos y comunicadores.
Entre los factores que dificultan la comunicación científica, menciona la sobrecarga laboral, la simplificación mediática, el temor a la exposición pública y la percepción de falta de rigurosidad en los medios. A su vez, resalta el papel de la divulgación como una herramienta formativa y social, que contribuye a la construcción de una ciudadanía científicamente alfabetizada.
Desde otra perspectiva, el bioquímico Diego de Mendoza, investigador superior del Conicet y director del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario, aborda la situación desde una mirada de largo plazo. Señala que la ciencia argentina ha enfrentado numerosos ciclos de crisis, y destaca la necesidad de mantener la actividad científica aun en condiciones adversas. En su experiencia, el financiamiento internacional ha sido una alternativa clave para sostener proyectos de investigación de calidad.
De Mendoza remarca que el sistema científico nacional ha permitido el surgimiento de numerosas empresas de base tecnológica y considera que sin inversión estatal en ciencia básica, estas iniciativas no serían viables. A su juicio, el financiamiento público es fundamental para generar el conocimiento que luego puede transferirse al sector privado. También subraya el valor de las ciencias sociales y la importancia de su inclusión en un sistema de investigación integral.
La discusión actual sobre la ciencia en Argentina involucra múltiples dimensiones: presupuestarias, institucionales, culturales y comunicacionales. El modo en que se resuelva esta tensión incidirá directamente en la continuidad, orientación y alcance del sistema científico nacional en los próximos años.
La situación que atraviesa el sistema científico argentino invita a reflexionar sobre el papel que cumple la ciencia en una sociedad democrática. La investigación científica no es sólo un recurso económico o tecnológico, sino también un instrumento para construir conocimiento colectivo, desarrollar políticas públicas y formar ciudadanía crítica. La visión que reduce la ciencia a una actividad regida únicamente por la lógica del mercado omite considerar que muchas de las transformaciones sociales, sanitarias y ambientales que mejoraron la calidad de vida en las últimas décadas fueron posibles gracias a políticas estatales de investigación sostenida.
Asimismo, el debate actual pone en el centro la importancia de la comunicación científica como puente entre la comunidad investigadora y la sociedad. El conocimiento no puede circular solo en ámbitos académicos: debe poder ser comprendido, discutido y apropiado por la ciudadanía. De allí que el trabajo conjunto entre científicos, comunicadores, educadores y decisores políticos no sea una opción secundaria, sino una necesidad estratégica.