
“Leche materna”: búsqueda de identidad
Marcos Rosenzvaig se multiplica en Rosembai, Rosenberg, Rosenvock, Rosensuai y más hasta llegar a desdoblarse en siete personajes que buscan su identidad en “Leche materna”, la obra que escribió y dirige protagonizada por Eduardo Poli, y que se verá a las 21 en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251).
El escritor y dramaturgo tucumano, radicado en Buenos Aires, fue invitado al 21º Mayo de las Letras con este texto (también es una novela) que “narra la historia del alter ego mío, quien nunca aparece con mi nombre”, avisa. “En una hora, se relatan los avatares de la propia paternidad, incluso su experiencia como hijo, a través de situaciones desopilantes, sean crueles o bellas, con un humor ácido, incisivo. Madres, padres, hijos... todos inmersos en la confusión generada por el amor desmesurado y el egoísmo, por el miedo y el poder, marcados por la soledad y el abandono. Está colmada de tropiezos en un texto vertiginoso, que no da respiro”, le anticipa a LA GACETA.
Luego de trabajar mucho en el campo teatral, aclara que ahora su producción literaria está enfocada a la novela, aunque advierte que en sus textos “siempre hay rastros teatrales”. Así, el lunes a las 19 presentará -con entrada gratuita y en el Ente Cultural de la Provincia- “Regreso a casa”, libro que precisamente parte de una obra teatral pero se desarrolla autónomamente. “La novela es un género que te permite mucho más que el teatro, que en realidad está bastante bastardeado porque cualquiera escribe y publica teatro. Me interesa más desde el punto de vista de la creación con los actores; por eso mis espectáculos tienen mucho más que ver con lenguaje cantoriano, son como un río que desborda y que va llevando todo a su paso”, explica.
“El teatro vive en la sangre directamente; es una forma, un lenguaje que me permite elaborar metafóricamente lo que quiero decir. Circula mucho como recurso en mis novelas, con aportes de los autobiográfico”, admite. Respecto a su propia identidad, resalta que “está enraizada en Tucumán, en lo judío, en todo aquello que -de alguna manera- se fue gestando desde mi nacimiento hasta construirme en artista; mi humor no es facilista, es doliente, pero nunca se llega a lo grotesco”.
Acerca de “Leche materna”, que fue estrenada en la Capital Federal, destaca que “está destinada a un gran público, aunque hay un público judío que puede entender ciertas pequeñas cosas cotidianas, porque Poli es un gran actor, muy profundo que va más allá de lo cómico y que puede recibir las consignas que se le plantean y elaborarlas escénicamente de manera rápida, justa y precisa”. Para completar la experiencia, en la puerta de la sala Caviglia estarán expuestos los dibujos de Silvia Porta, que ilustran el libro.
“Mi historia personal está ligada a los años 70, a los desaparecidos. Está ligada a la cotidianidad judía, a mi madre. Era lo que de alguna manera Tucumán me aportó durante mis años universitarios; tengo la raíz aquí; están enterrados todos mis muertos y me considero tucumano a pesar de haberme criado en Buenos Aires. Mi historia, no solamente del nacimiento sino de los años más difíciles, está sembrada en Tucumán”, finaliza.
“Cuando la luz se apaga”: noches insomnes
“Adela no duerme. Vive atrapada en la rutina de un trabajo que no la deja descansar, donde el insomnio abre un abismo de pensamientos del que no puede salir. Cada noche, mientras el mundo respira en silencio, queda atrapada en una marea de preguntas, repitiendo los mismos gestos, los mismos miedos, sin saber si alguna vez algo cambiará”.
Miles de tucumanos podrán sentirse identificados con esa descripción, porque también afrontan insomnes la noche como algo eterno hasta que el día recomienza, en una repetición cotidiana de lo vivido la jornada anterior. En este caso, es la sinopsis de “Cuando la luz se apaga”, que estará esta noche a las 21.30 en El Atelier (avenida Mate de Luna 2.930, estacionamiento propio), interpretada por Luciana Torres y Solana M. Alonso y con la dirección de Lucía Dzienczarski.
Esta creación colectiva es la conclusión de un proceso que comenzó a inicios de 2023. Llegar al estreno encierra la ansiedad de “encontrarnos con el público a ver qué sucederá, porque tiene mucho que ver con su contexto: la crisis económica, la angustia, la ansiedad, los trabajos precarizados… creemos que podemos llegar a conectar con las historias personales del público”, reconoce la directora en diálogo con LA GACETA.
En el transcurso de los ensayos, cambió el Gobierno nacional y asumió Javier Milei, lo que impactó en las improvisaciones, las charlas y los elementos personales que iba aportando el equipo. “Comenzamos trabajando algo ficcional, fantástico y distópico, sobre el Tucumán del futuro, pero tras las elecciones todo fue mucho más fuerte, con ideas de incertidumbre y miedos concretos. Lo que era sutil, ahora estaba presente y concreto, y se modificaron personajes, historia y narrativa hasta llegar a algo cercano de nuestras vidas y problemáticas”, afirma.
Su trabajo tiene un vínculo tanto con lo territorial, como con lo personal y lo colectivo, en la provincia y el país. “Trabajamos con lo que sentimos, no con qué generación está mejor o peor que la otra. Vimos a nuestros padres crecer con un oficio o un trabajo, y con eso establecer una estabilidad -una casa, una familia, quizás un auto o unas vacaciones-. Tiempos mejores o peores, pero podían sostenerse; hoy salgo a la calle y veo cada vez más gente en situación de extrema pobreza y vulnerabilidad viviendo en plazas y revolviendo en la basura. No estamos mejor como sociedad, estamos bajando escalones y no subiéndolos. Nosotras hemos pasado por múltiples lugares, tenemos múltiples trabajos pero no podemos sostenernos solo con uno o tres sueldos, nos parece imposible poder realizar una comparación con lo que se vivió antes”, admite.
En la puesta, Dzienczarski aborda las angustias y ansiedades para transformarlas en un hecho artístico que se desarrolla a partir de algunas preguntas: “¿Todo trabajo dignifica? ¿Qué tiempo nos queda para el deseo y el disfrute si vivimos para trabajar?”. “Los personajes buscan las respuestas en un avistaje de su vida y su vínculo, para que todo el público pueda preguntarse (y quizás responderse…) sobre el bienestar en su propia vida a partir de nuestra reflexión poética sobre el agotamiento, la sobrecarga laboral y la búsqueda de sentido en un entorno social endeble”, concluye.
“Fuego ancestral": la memoria sudamericana
El grupo rosarino Teatro-Puente habitará esta noche, desde las 22, La Sodería (Juan Posse 1.141) con “Fuego ancestral: un viaje por la memoria y la fantasía”, que reúne esobre el escenario teatro, literatura y narración oral en “un recorrido íntimo y emocional por geografías y tiempos de la América Latina donde la realidad y lo fantástico se cruzan y alimentan”, adelanta Lautaro Lamas.
El dramaturgo y actor le pone cuerpo y voz a diversos personajes que cuentan historias y narran cuentos, atravesando el humor y la emoción en un proyecto interdisciplinario. “El foco está puesto en la cosmovisión y la memoria sudamericana. Me atrae la riqueza de su cultura milenaria y me atrae la fuerza de la identidad de sus pueblos, especialmente los llamados ‘canoeros’: yamanas, selknam y kaweskar de Tierra del Fuego, que tenían una gran identificación con la naturaleza admirables. Pero también siento mucha atracción por las identidades actuales de cada región, como la cultura calchaquí del NOA”, reconoce para LA GACETA.
“Para la construcción de esta obra tomé autores muy diversos como Jorge Luis Borges, Roberto Fontanarrosa y Rodolfo Walsh, y recibí la influencia de la narradora y actriz cusqueña Tania Castro, del rosarino Miguel Franchi y del grupo El Rayo Misterioso, y el trabajo de autores como Jerzy Grotowsky, Vsevolod Meyerhold o Antonin Artaud. Nuestra búsqueda teatral tiene que ver con esa consigna del Teatro Salvaje de Jorge Ricci, que instaba a ‘ir a buscar al público esté donde esté’, y eso nos va llevando por caminos que nos hacen conocer las identidades de nuestro país, que es riquísimo y maravilloso”, afirma.
Junto a Lamas, en Teatro-Puente trabaja Noelia Navoni (encargada del vestuario y la técnica de la puesta que hoy trae a la provincia), y en su recorrido han visitado casi toda la Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Perú, Cuba e Italia. “Por defender, para todos, la identidad de un teatro latinoamericano” es la consigna que reivindican. En ese contexto, destaca la importancia personal de la gira que lo trae a esta zona: “implica una enorme emoción por poder hacer teatro de manera autogestiva; nos ayudan mucho los puentes que hemos tendido con Manojo de Calle, ya que es nuestra séptima presentación en la provincia y volver es una alegría gigante, más para estar en la sala de La Sodería”.
“Cada acto que hacemos influye en las identidades culturales, que a su vez se construyen a través del tiempo. En estos momentos, cuando parece haber mayor desesperanza política y social, es donde más se rebela lo artístico y aparecen fenómenos sociales como ahora ‘El Eternauta’, basada en una obra escrita hace más de 60 años, fundamental para tantos que somos fanáticos y que vuelve con una fuerza mayor: ahora todos la conocen y se habla de Héctor Oesterheld, los nietos, los desaparecidos, la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo, la guerra de Malvinas y la fibra de la identidad argentina que se manifiesta”, asevera.
Lamas reconoce que “los imaginarios sociales son múltiples y diversos, pero en definitiva siempre vuelven a lo elemental y universal, como estos cuentos teatrales que compartimos como se hacía hace miles de años alrededor del fuego ancestral”.